El Cultural

Mad Men. Elogio de la locura

21 octubre, 2010 02:00

Aparte de la sexta temporada de Los Soprano, que seguí semana a semana, creo que no he sufrido tanto esperando cada lunes un nuevo capítulo como en la cuarta temporada de Mad Men, cuya emisión en Estados Unidos ha llegado ya a su final -¡y qué final!- y que aquí en España arranca hoy su emisión (Canal +). No es una cuestión de tensión o suspense, como ocurría con Los Soprano, especialmente en su recta final, que hacía casi insoportable la espera. La impaciencia con Mad Men es de otro tipo. No es tanto la pregunta de qué va a ocurrir con tal o cual o personaje, o cuándo va a ocurrir aquello o lo otro. Lo que nos inquieta es otra cosa. Creo que tiene que ver con el sello de calidad de la serie. Sabemos, con toda garantía, que nunca va a defraudarnos, que cada lunes nos esperan cincuenta minutos del más alto nivel narrativo en la televisión, de las más alta concepción formal, donde la acidez empresarial convive con ciertas constantes (temáticas y estilísticas) del melodrama de Douglas Sirk. La espera está siempre justificada. Y más en esta cuarta temporada, cuyo pertinente leit motiv han sido las turbulencias económicas en las oficinas de la agencia Sterling Cooper Draper Pryce. Una crisis financiera ha definido el destino de todos los personajes.



En Mad Men, una serie creada por Matthew Weiner, puede haber varios platos en el aire, girando velocísimos sobre sí mismos, pero ninguno, en ningún momento, cae al suelo. Es un permanente caudal de buenas ideas y brillantes ejecuciones. A partir de uno de los primeros episodios, aquel en el que Donald Draper realizaba una presentación de campaña para los clientes de un proyector de diapositivas (quizá el momento más emotivo de una serie que lleva la gelidez emocional por bandera), este cáustico estudio antropológico de la fauna de Madison Avenue de Manhattan en los años sesenta -allí donde nació la publicidad moderna- te atrapa sin remisión. Tanto la esfera pública (o profesional) como la privada de los personajes de la agencia de publicidad son diseccionados con bisturí, sin piedad, con una objetividad brutal. Es, en verdad, el retrato de una cultura y de un periodo histórico lo que está en funcionamiento. Una cultura de las apariencias, la de la América pre y post Kennedy, entre el temor y la esperanza, en la que se estaban edificando los cimientos de la cultura de la imagen en la que vivimos, y en la que, básicamente, la ley social más aceptada era (y en muchos casos sigue siendo) la mentira, desde la institución del matrimonio al propio negocio de la publicidad.

Es una serie forjada, en su forma y en su contenido, a partir de la lógica de las apariencias. Entre los mejores episodios se cuentan aquellos que han contextualizado su trama en un momento histórico reconocible (la muerte de Marilyn, el asesinato de JFK, el combate entre Mohamned Ali y Sonny Liston...), entre otros motivos porque ese contexto siempre aparecía fuera de campo. Todo lo que es importante en la serie ocurre ahí, en los márgenes no visibles, en la oscuridad de la imaginación o de la sugerencia, en las entrelíneas y las miradas, a la postre, en la inteligencia del espectador. Mad Men es una lección magistral de cómo la más precisa y analítica de las ficciones se puede construir en torno a la lógica de lo efímero, apenas mostrando la superficie más elocuente de la realidad, entre la frivolidad y la estupefacción. Esa doble dimensión está genialmente contenida en la identidad desdoblada del personaje protagonista, en esencia un fantasma, un ser dislocado, que mantiene una batalla consigo mismo durante toda la serie. Un tipo en permanente tensión, semi-alcohólico, adúltero, de oscuras fantasías y pasado inconfensable. Pero un tipo con talento, inteligente, elegante, de buen corazón, un triunfador siempre en el alambre. No me cansaré de escribir sobre esta serie, así que con seguridad volveré a ella con detalle.

CODA LITERARIA: Donald Draper es un personaje inspirado en David Ogilvy, el inventor de la publicidad moderna, fundador de la agencia de publicidad Ogilvy & Mather. El Grupo Planeta ha editado recientemente la biografía David Ogilvy. El rey de Madison Avenue, de Kenneth Roman. Asimismo, Swing Libros publica en noviembre Mad Men. Reyes de la Avda. Madison, un volumen en el que varios autores escriben sobre la serie. Un tirón de orejas a la nota de prensa de la editorial, que erróneamente adjudica a David Chase (creador de Los Soprano) también la creación de Mad Men.

CODA SIMPSONIANA:
Y después de la siniestra visión Banksy de Los Simpson de la semana pasada, aquí va otra variación "simposoniana", que esta vez no nos congela la risa. Homer (Draper) Forever.