El Cultural

The Pacific o cómo escurrir el bulto

25 noviembre, 2010 01:00
Pero Spielberg... ¿qué fue de Hiroshima?

Terminé hace unos días de ver The Pacific (HBO), la mini-serie de diez capítulos producida por Steven Spielberg & Tom Hanks, y que anuncian como la serie de televisión más cara de todos los tiempos, una superproducción bélica de 250 millones de dólares. Se puede adquirir ya en un cofre DVD que viene hasta los topes de contenidos adicionales tan intrascendentes como la propia serie, que considero un fracaso total desde cualquier punto que la miremos. Trataré de explicar por qué.

Con algunas reservas, me gustó Hermanos de sangre (Band of Brothers), la primera parte de este díptico que se ofrece como la "historia oficial" de la intervención norteamericana en la II Guerra Mundial. Ambas mini-series son claras descendientes de Salvar al soldado Ryan, con la que comparten un diseño de producción muy marcado, una forma de hacer y sobre todo una ideología o, digamos, un punto de vista moral en torno a las acciones del Ejército de Estados Unidos en la contienda que dividió en dos la historia del siglo XX y de la Humanidad. Dejando de lado su enfoque algo sentimental en torno al heroísmo y la camaradería (el verdadero "mensaje" de la serie), Hermanos de sangre tenía la virtud de que supo encontrar el equilibrio entre las secuencias de batalla (filmadas con pulso y estruendo), la perspectiva histórica y las relaciones entre los personajes, es decir, los tres pilares de la serie: didactismo, drama y espectáculo. Su estructura narrativa seguía de forma episódica el periplo europeo de los soldados de un mismo regimiento, en una jugada similar a la de Sam Fuller en la imprescindible Uno Rojo. División de choque, sólo que la serie carecía por supuesto del cinismo, el humanismo y la "experiencia" de batalla que Fuller imprimió a su obra maestra, que no en vano eran prácticamente sus memorias como combatiente en la guerra [Aprovecho para recomendar la apasionante autobiografía del gran Fuller].

En general, esta primera parte del díptico tenía más elementos positivos que negativos: el guión y su calidad de ejecución es magnífico, la coralidad está muy bien gestionada y las escenas de combate extraordinariamente filmadas. Si en Salvar al soldado Ryan se rodó el desembarco en Normandía por agua, en Hermanos de sangre se filmó el "desembarco" aéreo, en una secuencia nocturna realmente impresionante, rodada con tecnología digital. En brutal contraste, The Pacific es más bien lo opuesto. Hay una alarmante dispersión de los personajes, cuyo futuro pronto deja de preocuparnos, de ahí que los muchos "capítulos de transición", es decir, entre bloques de batalla por las islas del Pacífico (Guadalcanal, Peleliu, Iwo Jima...) carezcan de todo interés. Asimismo, la serie transcurre tanto en el Pacífico como en Estados Unidos, y en ambos escenarios hay claros ecos al díptico de Cint Eastwood (Banderas de nuestros padres / Cartas de Iwo Jima, producidas también por Spielberg), tanto en el empleo mediático y promocional de la guerra con la explotación del héroe como en la forma de rodar la batalla de Iwo Jima y de tratar de ofrecer una visión cruda y cruenta de la contienda. También se percibe una intención "malickiana" (La delgada línea roja) en el modo de integrar la batalla de Guadalcanal en la belleza edénica de las islas, y sobre todo en el score musical de Hans Zimmer, si bien los resultados en este sentido son muy pobres en contraste con el modelo a imitar. Las secuencias de las acciones bélicas son muy profesionales, demasiado correctas, muy parecidas entre sí y no ofrecen absolutamente nada que no se haya visto antes.


En todo caso, el mayor pecado de The Pacific es otro. Tiene que ver con su perspectiva histórica del conflicto. Los primeros instantes de cada episodio, con imágenes de archivo, voz en off didáctica de contenido histórico (Tom Hanks) y testimonios a cámara de algunos supervivientes, inciden en ese carácter de "escribir" la historia y convertirla en producto de espectáculo divulgativo, pues todo lo que cuentan está "inspirado en historias reales". En The Pacific estos testimonios, con vocación de documento histórico, son apenas relevantes, redundan en la misma idea (el horror de la guerra y el miedo de los combatientes) y no tienen el impacto emocional que tenían en Hermanos de sangre. El guión de The Pacific es grosso modo la adaptación conjunta de las memorias de dos soldados supervivientes, y quizá en busca de la fidelidad a esas memorias, han olvidado la fidelidad que le deben a la Historia, con mayúsculas. Me explico: si la guerra en Europa terminó con la liberación de los abominables campos de extermino nazis (y Hermanos de sangre, por lógica, terminaba ahí), The Pacific no puede ignorar, como hace, que a la guerra del Pacífico le puso fin otra abyección: las bombas H sobre Nagasaki y Hiroshima. Pues bien, la única referencia se produce, muy de pasada, en el penúltimo capítulo, cuando un soldado deja caer en la isla de Iwo Jima que un nuevo tipo de explosivo ha "desintegrado" una ciudad. La serie se evita así el necesario cuestionamiento moral de la intervención americana en la guerra. Si por algo llegué hasta el final de la mini-serie (la hubiera abandonado antes de la mitad), fue precisamente para comprobar cómo la "historia oficial" de la televisión americana describía esa situación. Simplemente la ignora. Como si 65 años después aún fuera admisible escurrir el bulto.

En fin, si de verdad quieren ver una gran serie bélica, autocrítica y reveladora, les recomiendo Generation Kill, la mini-serie de siete capítulos sobre la guerra de Irak que hicieron Ed Burns y David Simon después de The Wire. Sublime.