Image: Jorge Eines

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El Cultural

Jorge Eines

"En España se confunde ser profesional con ganar dinero"

15 abril, 2011 02:00

Desde que llegó a España en 1976 procedente de Argentina, Jorge Eines ha diversificado su actividad teatral en la investigación, la pedagogía, la dirección y también en la gestión de la sala Ensayo 100, ya extinta. A pesar de estas alforjas, hasta ahora no se había atrevido a dirigir un Shakespeare: Ricardo III, en el Teatro Español.

PREGUNTA: Después de 40 años de profesión debuta con Shakespeare, ¿por qué ha tardado tanto?
RESPUESTA: Porque no me sentía capacitado. En Shakespeare el atrevimiento se paga con excesos expresivos o acumulación aburrida de palabras. Es muchísimo más fácil hacer un pésimo montaje shakesperiano que uno creíble y equilibrado en la vivencia y en la expresión del actor.

P: ¿Y por qué lo hace ahora?
R: Late Style. A esta edad me puedo permitir despeinarme o equivocarme para poder aprender.

P: ¿Por qué Ricardo III?
R: Me gusta que un asesino hijoputa como Gloster pueda también enamorar. Es como Hitler en El Hundimiento. ¿A que duele verlo como un buen abuelito? Eso es el ser humano. Mientras tortura a alguien puede acariciar a un niño.

P: Lleva la obra a un campo de concentración alemán.
R: Estoy emocionalmente implicado en el Holocausto. Tengo que contarlo una vez más y la fusión Ricardo III con los nazis se me impuso con radicalidad. Como hombre y como artista tengo una tarea y ésta era una de ellas.

P: En el montaje unos prisioneros representan la obra en el campo. Piensan que mientras dure no les enviarán a las cámaras de gas. ¿No es una idea sádica?
R: Mas bien lo contrario. Lo sádico es creer que por cambiar de coche o de mujer uno puede ser más feliz. El Arte salva al ser humano de desear el mal. Le ayuda a aprender a desear lo mejor. La sociedad del bienestar es un invento perverso de los políticos para que la gente no piense.

P: ¿Tan convencido está de las bondades del Arte?
R: Las leyes no prohíben ser envidioso, egoísta o deshonesto intelectualmente. Por cosas como ésas no se va a la cárcel. El actor que se salva del narcisismo estúpido de la fama y descubre el encuentro con los demás, se hace mejor persona. Actuar le ayuda a ensayar la vida. La técnica funda una ética.

P: ¿Cree de verdad que el teatro puede cambiar algo?
R: El teatro no puede cambiar el mundo pero sí a los individuos. Puede motivar un cambio emocional. En una época casi sin creencias, el arte puede ser otro tipo de fe que nos salve del sinsentido.

P: ¿Y para echar unas risas y pasar el rato?
R: Uno puede llorar o reírse y en todo caso eso es la devolución que le da el espectador a lo que acontece en la escena. Pero no siempre el drama significa dolor ni la comedia, risa.

R: Fue director de la sala alternativa Ensayo 100, cuyo nombre viene de que consideraba que un montaje debía estrenarse sólo tras haber hecho cien ensayos. ¿Cuántos ha hecho para levantar este Ricardo III?
R: Catorce meses de ensayo. No conté el número. Lo de Ensayo 100 fue parte del mito de origen. Lo importante es que pasen cosas en los ensayos y entonces los resultados vienen solos.

P: ¿Considera viable esa experiencia para estos tiempos?
R: Más viable que nunca. El teatro no debe tener que ver con el dinero. Se debe actuar para no morirse. En España seguimos confundiendo ser profesional con ganar dinero.

P: Desde su atalaya como profesor de la Resad, ¿cómo ve el teatro español?
R: Están creciendo mucho los actores y menos los directores, que siguen pensando que dirigir es tener el control. Todavía no aprendieron que un ensayo tiene que ver con la libertad.

P: ¿Y qué opinión tiene de las salas alternativas en estos momentos?
R: Reproducen los problemas del teatro. No hay una comprensión, que a la larga será inevitable, de cómo cambiar los procesos.

P:¿No faltan la osadía y el impulso de antaño?
R: Falta creer en cada ensayo. No en el arte del actor en general. Cuando ensayar deje de ser buscar un resultado y nos dediquemos a que algo ocurra en el ensayo, los resultados vendrán solos y surgirán muchas salas nuevas donde sostener grandes realidades.