Image: Pablo Genovés

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El Cultural

Pablo Genovés

"El dinero público para el arte ya no existe"

3 febrero, 2012 01:00

Pablo Genovés

El fotógrafo muestra su nueva serie en la galería Pilar Serra de Madrid

Bajo el título Cronología del ruido, Pablo Genovés (Madrid, 1959) reúne sus imágenes más recientes. Continuación de su serie anterior, estas imágenes hablan del silencio después del ruido, de la necesidad de reinventarse. Son "espacios que representan la cumbre y la excelencia de nuestra cultura", explica el fotógrafo que utiliza estampas antiguas para intervenirlas y mostrar así un nuevo escenario, un paisaje en ruinas después de la catástrofe. Imágenes digitales en las que lo de menos es el acabado o la perfección técnica y detrás de ellas, la naturaleza -el mar, un terremoto- que, finalmente, ha logrado acabar con nuestra cultura. Quizás.

Pregunta.- ¿Cómo surge esta serie? ¿Es continuación de su anterior trabajo, Precipitados?
Respuesta.- Podríamos decir que una sucede a la otra casi de una forma inevitable. A la inundación como concepto invasivo que protagonizaba el anterior trabajo, le han sucedido las consecuencias. Así de simple. Una vez empezado un proyecto, es él quien decide cuando concluye. A veces, saber escuchar ese ciclo, es más importante que iniciarlo.

P.- ¿A qué alude el título, Cronología del ruido?
R.- Creo que en esta serie estoy hablando del silencio después del ruido. De lo sordo. Del nuevo aspecto tras el cambio. Aunque nunca he sido ni seré partidario de hermanar el arte plástico con las palabras, creo que este título se aproxima sin molestar y sin traducir.

P.- ¿Naturaleza versus cultura?
R.- No sé. Quizás.

P.- Son imágenes que hablan del apocalipsis, del fin de una era, podrían ser metáfora de lo que está ocurriendo en nuestra cultura: museos sin presupuesto, exposiciones canceladas, directores sin museo... La Administración ya no da abasto. ¿Ha terminado la cultura tal y cómo la conocíamos?
R.- ¿Quién puede saber en el bosque, cómo de grande es el bosque? No creo que la cultura empiece o termine, sencillamente fluye y evoluciona. Las épocas se suceden unas a otras y han de oponerse para hacerse nuevas preguntas e inventar nuevas respuestas. A pesar de lo catastrofistas que puedan parecer algunas imágenes, creo que toda catástrofe esconde un principio. Un cambio renovador, una necesidad de reinventarse, de volver a mirar.

P.- Son espacios de representación, museos, teatros, bibliotecas, ¿pero qué simbolizan para usted?
R.- Son espacios atesoran nuestra historia y los logros de la época en la que se construyeron. Los museos, las iglesias, los teatros son la selección que ha hecho la propia historia de la fotografía. No hay estampas de pequeñas escenas domésticas, sino una vocación de permanencia, de perpetuidad. El sueño de una especie que se sabe mortal. No se trata de lo que simbolicen para mí, al contrario, las elijo por lo que simbolizan para la tribu. La mayor parte vienen de estampas muy antiguas que persigo por todo el mundo, casi como una obsesión. Todas tienen una historia detrás, pequeñas fotos olvidadas en cajones, pasadas de moda, convertidas en reliquias de abuelo. Antes de escoger una, miro miles sin saber lo que busco y, finalmente, no soy yo el que escoge la estampa, suele ser ella la que me escoge a mí. Me arrastra. No hay palabras, no hay verbo, sencillamente sucede y ya está.

P.- El hecho de jugar con imágenes reales preexistentes ¿significa que la imagen real ya no tiene sentido?, ¿qué lo único que nos queda para entender la realidad es la manipulación?
R.- En absoluto. No, no lo creo. Todo tiene sentido cuando es sincero. Trabajar con imágenes, sacarlas de su sueño, rescatarlas del olvido e inyectarles una segunda versión de la historia es como una necesidad para mí. ¿Suspender el tiempo? Por qué no... ¿Suspenderlas en otro tiempo? Quizás.

P.- De las catorce fotografías que componen esta exposición, ¿con cuál se queda?
R.- Elegir una... Uf! Es difícil. Creo que si me hicieran esta pregunta siete días seguidos, cada día elegiría una distinta. Pero ahora mismo, creo que escogería la titulada El Museo. Ese desgarro que deja ver las entrañas de un espacio de culto. El contraste entre el caos inferior, frente al orden superior de lo atesorado me resulta muy sugerente y potente a la vez.

P.- Vive entre Madrid y Berlín, ¿es que no se puede ser artista internacional viviendo en España?
R.- Bueno, digamos que es complicado, casi imposible. Solo tenemos dos o tres nombres relevantes y ya entrados en años. El arte español como tal, no existe en el contexto internacional. Ni existirá, si no renovamos la manera de enseñar, la manera de proteger a los artistas y al arte, de abrirles oportunidades. Se necesita un trabajo serio y profesional por parte del estado y las comunidades autónomas, que en colaboración con los profesionales de todos los sectores del arte, afronten la gravedad del problema, con valentía y sin chanchullos ni divagaciones de políticos de turno. Con una visión a largo plazo. Los artistas desde las asociaciones profesionales, llevamos años luchando por este asunto, y tanto el PSOE como el PP nos ignoran o no han cumplido sus promesas. Es urgente una ley de mecenazgo que ayude a las galerías y a los artistas a sobrevivir. Que ayude al arte. El dinero público para el arte ya no existe. El arte plástico en España, simplemente desaparecerá. Hasta hoy se nos ha hecho muy poco caso y el dinero necesario para dinamizar el arte, se ha gastado en ladrillos.

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