El zoom de Antoni Muntadas
...Quien la hace la paga..., 2013
Antoni Muntadas (1942) construye sus obras con la misma premura y economía visual con que su contenido brota del contexto público del que se extrae, ese mismo ámbito general sobre el que el artista nacido en Barcelona (y ya tan internacional como reconocido en España) posiciona su subjetividad crítica. Un espacio intermedio de todos al que, en el día a día cotidiano, casi todos nos adaptamos, plegándonos como podemos a las fuerzas que desde allí tratan de modelarnos, con la esperanza de no ser aplastados.
Quizá por ello la impresión que el espectador se lleva de esos trabajos no se debe tanto al efecto de su artesanía formal y la parca vistosidad plástica con que son realizadas, como a la conexión personal con ese contexto general. El sentido de las obras de Muntadas afecta en la medida en que la cantidad de ecos repercuten en la mente del espectador a posteriori. Su labor es elocuente pero no despierta la conciencia. Se comunica con mayor fluidez con aquellos que mantienen ésta en forma.
En su noción del arte como ejercicio de comunicación, en general sus piezas no transmiten ideas, sino que plantean preguntas sin aportar respuestas. Cuestiones comunes, en un sentido amplio: es decir, que están flotando en el aire y que nos conciernen a la inmensa mayoría. Sirva como ejemplo la pieza con que se abre esta individual: en una impresión sobre papel, blanco sobre verde esperanza, nos espera la expresión alemana “Warum?”: “¿Por qué?”. Está fechada en 2012 en la capital germana. Su sentido es tan literal como frecuente es tal pregunta en el imaginario colectivo. Bien podría ser el grafiti de protesta en un muro pero llevado al contexto expositivo su aspereza se convierte en afilada.
Muntadas conoce bien (es un especialista) que el acto y hecho del arte consiste en buena medida en la capacidad de selección de alguno de los aspectos de lo real y situarlo bajo foco. En la ampliación de un detalle. De hecho, sus dispositivos más bien parecen despieces de realidad, con algo de simulaciones, mucho de insinuación y, a veces, de reconstrucción fingida. ¿Qué son si no esas tres carteras de ministro del gobierno español falsas metidas en urnas? Con la apariencia de las reales pero hechas para gabinetes cuya necesidad de que existan es inversamente proporcional a la probabilidad de que algún día lo hagan. A veces los antídotos contienen ciertas dosis de veneno.
Las obras de Muntadas se equilibran con un pie en la calle y otro en cómo el poder económico-político usa el lenguaje en sus diversas formas. Muchas de las incluidas en esta exposición consisten en palabras impresas de diferentes formas sacadas de un contexto periodístico o informativo y devueltas a su ocultada desnudez mediante zoom. La misma fachada de esta galería está “empapelada” con un fragmento ampliado de las sonadas declaraciones de la secretaria general del PP: “quién la hace la paga y que cada uno aguante su vela”. Dos refranes encadenados con que exculpa a su partido de los presuntos delitos de corrupción y que buscan la gracia de la calle, mediante el empleo obstinado del habla coloquial y del dicho popular y su asimilada equivalencia con la sabiduría del ciudadano corriente. Tales ejemplos de asimilación lingüística se prolongan en un diccionario de refranes malversados. El descodificador de estos dispositivos compuestos de lenguaje verbal y de paradojas visuales, de análisis metalingüístico y aforismos, es la capacidad de absorción crítica de lo que rescatan de lo real. En esta ocasión, nadie lo tiene muy difícil para sacar algo en limpio.