Lluís Homar: "Si eres capaz de mirarte de frente en el espejo es que tu vida tiene sentido"
'En Tierra de nadie' llega a las Naves del Español de Matadero con Lluís Homar y José María Pou, que se ponen bajo la dirección de Xavier Albertí
18 enero, 2014 01:00En Tierra de nadie, obra de Harold Pinter, se lleva representando en el Reino Unido desde el año 1975. Se inauguró en el Teatro Old Vic y su última versión se actuó en Berkeley Rep el pasado año 2013. Ahora, ha llegado a España de mano del director Xavier Albertí (Lloret de Mar, 1962) con un elenco de grandes hombres de la escena del país como Lluís Homar (Barcelona, 1957) y José María Pou (Mollet del Vallés, Barcelona, 1944). Homar, presente en películas como Pájaros de papel de Emilio Aragón, Los abrazos rotos de Almodóvar y No tengas miedo de Montxo Armendáriz, entre otras muchas, se pone en la piel de Spooner, un poeta fracasado pero lleno de vida que se encuentra 35 años después con un viejo amigo, Hirst, e intenta hacerle ver que el presente es algo que hay que vivir sin barreras difusas. Estrenada en Barcelona, ahora llega a Madrid para ser representada en las Naves del Español de Matadero.
Pregunta.- Tierra de nadie, de Harold Pinter, fue escrita en un momento de crisis existencial del autor. ¿Cómo se ve esto en la obra?
Respuesta.- Es una obra muy crítica, visto desde alguna forma, no es diáfana de modo que siempre se recurre a saber informaciones sobre la situación del autor en ese momento. Es una crisis personal, Pinter se acaba de divorciar, es un momento complicado y sobre todo, y al lado de eso, está el hecho de que hace guiones para la industria de Hollywood. Le pagan mucho dinero por ello pero le supone la crisis de poner su talento bajo el mandato de la industria.
P.- ¿Cómo consigue hacer sentir al público esa crisis y cuál es el sentimiento y reacción general del público?
R.- Los dos personajes se encuentran en una noche, se conocen desde hace 35 años. Es el reflejo de lo que puede ser la vida. Uno tiene dinero y fama y el otro no tiene nada, no tiene dinero, vive de recoger jarras de cerveza en un pub pero es un poeta vivo. Es una confrontación entre esos dos mundos, que sería un encuentro entre T.S Eliot y Pinter. El discípulo y el profesor.
P.-Tierra de nadie implica un terreno de ambigüedad, donde todo se puede difuminar, incluso la identidad de uno mismo siendo esta la valía más importante del ser humano.
R.- A partir de ahí vamos viendo cómo uno de ellos, Spooner, intenta echarle una mano a Hirst. Spooner ha sido el perjudicado y aquí entra la grandeza del premio Nobel que es Pinter. La altura poética de la palabra de este texto es increíble. La diferencia es que hay un personaje, Spooner, que intenta reabrirle las heridas para que vea su propia su sombra. No lo consigue. Entonces es más ese encuentro y posibilidad de algo que no acaba sucediendo. Tierra de nadie es ese espacio donde se está protegido porque el peligro y los abismos están controlados. Una tierra de nadie no cambia ni envejece pero permanece glacial y silenciosa. Hirst se refugia en el alcohol y es incapaz de ver su presente.
P.- Es paradójico que Hirst, el que ha triunfado, es el alcohólico, el que no disfruta realmente de la vida.
R.- Él lo tiene todo pero al mismo tiempo no se reconoce. Siempre está bajo los efectos del alcohol; la droga es una forma de escape, una incapacidad de estar en el presente. Intento llevarlo a algo vivo, desde la obra. Hay una frase que lo explica muy bien: "El presente no puede ser distorsionado", eternamente. Albertí lo explica mejor. Hay que medir la plenitud, si desde el aquí y ahora uno puede mirarse a la cara frente a un espejo. Si puede es que la vida tiene un sentido. Se está socavando la identidad. Hirst se ha cargado a su propio ser, y como decía la tesis de T. S. Eliot, "el artista para ser creador tiene que tener una persona dentro".
P.- ¿Qué diferencias hay en cuanto a la representación británica?
R.- Primero la tradición. Detrás de Pinter está toda la tradición británica. De modo que no es nuestra cultura más directa. Además es la primera vez que se representa en España. Se estrenó en Londres por primera vez en el año 1975 con John Gielgud y Ralph Richardson. Todos los montajes han sido memorables. Para nosotros, es una mirada distinta, no desde la tradición sino desde otro sitio, cumplen funciones distintas. En Brodaway se está representando también pero ellos lo hacen desde otro sitio. Nosotros lo abordamos desde la fascinación y admiración que tenemos hacia Harold Pinter, desde una mirada discípulo-maestro. Es como abordar a un clásico.
P.- ¿Cómo es interpretar un texto de un Premio Nobel como Harold Pinter, quien estuvo influido por T.S. Eliot, también Premio Nobel?
R.- Yo solo puedo decir alabanzas a Pinter y a Xavier Alberti. Al principio yo era muy escéptico con la obra, no sabía si me gustaba o no, no estaba convencido. Pero tengo un entendimiento con Albertí, que es el hombre del teatro y él estuvo siempre conmigo. Además, profesionalmente hay una gran conexión. Era como una polaroid que se iba revelando. Para mí hay un antes y un después de este personaje. Pocas veces me ha pasado, que un personaje te dé tanto y te haga descubrir tanto de ti mismo, de la vida, a qué sirve el teatro, para qué sirve lo que hace uno. Hay gente que me ha dicho que en la obra estás esperando a ver qué dice el personaje y así lo siento yo también. Aunque siempre está la cosa del nervio de hacerlo en directo. Estoy fascinado.