Alberto Conejero
"Le debo a Lorca mis primeros sueños de ser poeta y dramaturgo"
19 septiembre, 2015 02:00Alberto Conejero. Foto: Marcos Gpunto
La piedra oscura, obra que le valió al dramaturgo un premio Ceres este verano, se repone durante un mes en el Teatro María Guerrero de Madrid.
Pregunta.- ¿Cómo llegó al personaje de Rafael Rodríguez Rapún y por qué decidió escribir sobre él? ¿Su objetivo era trascender el tópico del amante de Lorca que más le hizo sufrir?
Respuesta.- Llegué por los Sonetos del amor oscuro, que fueron escritos en los altibajos de su relación. Quería saber quién era ese muchacho, estudiante de ingeniería de minas, secretario de La Barraca y compañero de Federico en los últimos años de su vida. Es difícil resumir a un hombre en unos cuantos adjetivos pero Rafael fue el hijo de un frutero y una criada que a fuerza de ideales y de empeño se situó en el centro de una de las experiencias culturales más importantes de este país. Un hombre cabal y comprometido con su tiempo, que intentó amar y ser amado por ese cometa que fue García Lorca. Y también una víctima de nuestra guerra, muerto cuando tenía tan sólo 25 años.
P.- El texto de la obra está dedicado a Tomás, hermano de Rapún, que a sus 95 años compartió con usted sus recuerdos y le dejó acceder al archivo familiar. ¿Cómo transcurrieron aquellos encuentros y cómo fue el proceso de documentación para la obra?
R.- Por desgracia fueron menos de los que hubiera deseado. Tomás estaba muy débil ya de salud. He escuchado varias veces las entrevistas que me concedió y doy las gracias por ese regalo. Pero fue absolutamente generoso conmigo, al igual que sus hijas Marga y Sofía. Me han permitido el acceso a la memoria de su familia de un modo que yo nunca podré agradecer. De las muchas alegrías que siento por la acogida del texto y de la función, quizá de las más altas es ésta de saber que, de algún modo, Tomás y Rafael han llegado al corazón de muchos.
P.- ¿Han cumplido sus expectativas el montaje de Pablo Messiez y el trabajo de los actores?
R.- Pablo, Dani y Nacho han hecho la función que yo soñé para mi texto. Ahora me es imposible no verlos y pensarlos si he de volver a sus líneas. Son tres artistas excepcionales, dotados de una sensibilidad desbordante y de una generosidad espléndida.
P.- Se repone la obra y las entradas ya están agotadas. ¿Esperaba el éxito que está teniendo La piedra oscura?
R.- No. Yo no pienso cuando estoy escribiendo si va a tener éxito o no. Porque además el éxito tiene que ver muchas veces con lo azaroso y muchas veces es ruido sucio. He escrito otros textos que esperan su turno y que, para mí, tienen la misma fuerza que La piedra oscura. Es cuestión de que se produzca el encuentro, el momento. Yo supe que algo importante iba a suceder cuando se formó el equipo allí donde importa: en lo artístico.
P.- Este verano recibió el prestigioso Premio Ceres. ¿Ha cambiado la percepción que tiene de sí mismo como dramaturgo?
R.- Es tanto el tiempo que los dramaturgos pasamos en la invisibilidad que no puedo más que dar las gracias por ese reconocimiento. Me alegro muchísimo por todos los que me han apoyado todos estos años y por todo el equipo de La piedra oscura. Yo agradezco mucho el cariño pero la escritura se mueve en otro sitio más íntimo que no se ha modificado.
P.- ¿Cuándo nació su admiración por Lorca y qué le debe?
R.- Nace en la primera adolescencia y el descubrimiento de su poesía fue para mí un punto de no retorno hacia un lugar más pleno, más luminoso y más honesto. Le debo los primeros sueños de ser poeta y luego dramaturgo. Y eso es de lo más importante que nadie nunca me ha entregado.
P.- Por sus comentarios acerca de la obra, parece que le interesa especialmente el asunto de la memoria histórica como "brújula" para el presente y el futuro. ¿Cree que España aún tiene una deuda con su pasado?
R.- Creo que España tiene problemas con el relato de su pasado y eso nos impide construir el del futuro. Pero La piedra oscura habla de la memoria como un espacio de justicia, de la compasión y de la necesidad de encontrarnos con el otro. Quiero pensar que este país puede llegar a acuerdos mínimos, como que dar sepultura digna a sus compatriotas no es abrir heridas sino restituir dignidad.
P.- ¿Cómo llegó a ser dramaturgo?
R.- Llegué a la dramaturgia por la poesía, que se llevó y aún se lleva la gran parte de mis lecturas. Uno de mis grandes anhelos por cumplir es publicar poesía. En el teatro pude dar albergue a esa pasión por el lenguaje pero además contar historias y compartirlas con otros. También tuve unos excelentes profesores de literatura y de griego clásico en un instituto público de un barrio del extrarradio de Madrid que alimentaron mi sueño de convertirme en dramaturgo.
P.- De sus primeros textos, ¿cuál ha sido más importante para usted, sentimental o profesionalmente?
R.- De los primeros textos le tengo especial cariño a Húngaros (2002), que ganó el Premio Nacional de Teatro Universitario y se publicó en Primer Acto. Volví a él en 2011 para presentarlo en el Festival de Dramaturgia Contemporánea Europea de Chile. Es un texto en el que ya están presentes muchos de los temas y obsesiones que me han acompañado posteriormente.
P.- ¿Qué proyectos tiene por delante en los próximos meses?
R.- La dramaturgia de tres clásicos: Odisea, Rinconete y Cortadillo y El arte de amar. Y conseguir publicar mi primer poemario.
P.- ¿Se puede sobrevivir como autor de teatro en este país, incluso teniendo éxito?
R.- Yo nunca he vivido del teatro y me parece imposible que pueda llegar a hacerlo. Creo que es fácil calcular los derechos de autor de una sala como la Princesa. Por fortuna me dedico a la docencia, oficio que me entusiasma y que me mantiene en guardia, permitiéndome escribir el teatro que deseo escribir. Como profesión puede ser ingrata y poco rentable pero la dicha de escribir y estrenar es impagable.
@FDQuijano