Image: Laia Costa

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El Cultural

Laia Costa

"Cuando rodábamos Victoria nadie tenía grandes expectactivas"

22 octubre, 2015 02:00

Laia Costa. Foto: Sergio Enriquez-Nistal

La actriz catalana inaugura hoy la cuarta edición del ciclo Cine Alemán Actual de Barcelona, que proyecta la premiere de la aclamada película Victoria, de la que es protagonista y que se estrena este viernes en España.

Comenzó en el mundo de la interpretación casi de casualidad, y dio sus primeros pasos profesionales en la televisión con series como Bandolera o Pulseras Rojas, donde le llegó la fama. A sus 30 años, la actriz Laia Costa (Barcelona, 1985) puede presumir de tener una carrera corta pero muy bien construida, variada y plagada de éxitos. A sus conocidos papeles televisivos suma su participación en varios cortos, en películas internacionales como la producción rusa Fort Ross, y también en teatro, con obras como Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, escrita y dirigida por Marcel Borràs y Nao Albet, donde trabaja con un texto íntegramente en alemán y recibe muy buenas críticas por parte de prensa y público Allí la vio el director alemán Sebastian Schipper, que decició incluirla en la loca aventura que es Victoria, una película que se ha convertido en un auténtico fenómeno en Alemania, y en varios países del mundo, y que le ha valido a su protagonista el ganar un 'lola', el equivalente a un Goya en el país germano. Hoy cierra la promoción de la película, que se estrena este viernes 23 en España, con la inauguración de la cuarta edición del ciclo Cine Alemán Actual de Barcelona, en el que se proyectará la premiere de la cinta.

Pregunta- Su carrera comienza tras sacarse una licenciatura y un doctorado, ¿cuándo despierta el interés por la interpretación?
Respuesta- Yo empecé a trabajar en una agencia de publicidad como ejecutiva de cuentas en Barcelona y le dedicaba muchísimas horas. Después me ficho una empresa alemana con sede allí y pasé a salir de la oficina a las seis de la tarde, lo que me dejaba un tiempo libre que quería aprovechar. Fue mi hermana, Noemí Costa, que también es actriz, quien me dijo "aquí hay una escuela de teatro que está bien, ven y nos apuntamos las dos". Así que empecé un poco por casualidad. Luego a los dos años lo dejé porque ya empecé en la televisión con una serie diaria (Bandolera) y me mudé a Madrid.

P.- Fue precisamente en la televisión, con la serie Pulseras Rojas donde le llegó el éxito, ¿cómo lo vivió?
R.- Pulseras Rojas es uno de esos proyectos que se te quedan guardados en la memoria para siempre. Cuando me ofrecieron el personaje de Rym lo rechacé por el tema de raparme la cabeza, que no me convencía porque pensé que no volvería a trabajar hasta que no me volviera a crecer el pelo. Pero después de leer el proyecto y los guiones, me di cuenta de que era un personaje del que podía aprender y disfrutar de una manera que iba a recordar mucho tiempo, así que al final me atreví, me encantó todo y me di cuenta de que los proyectos se tienen que escoger sin miedo.

P.- Después de la televisión llegaron el teatro, el cine... ¿dónde se encuentra más cómoda?
R.- He disfrutado en los tres ámbitos y en los tres me siento cómoda. Creo que más que teatro, cine o televisión lo que cuenta es el proyecto, porque si el proyecto vale la pena da igual que sea una obra de teatro, una película o una serie de televisión.

P.- Sus trabajos más importantes en el cine son películas extranjeras, ¿por qué?
R.- Pues porque las oportunidades llegan donde llegan. Creo que el actor es un trotamundos que tiene que coger la maleta e irse donde la oportunidad le surja. Un poco aquello de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Si ese lugar estaba fuera, yo he cogido la maleta y me he ido fuera.

P.- Victoria es una película poco convencional, ¿qué le convenció para arriesgarse en un proyecto así?
R.- Pues fue un tema de instinto. Cuando hice el casting y me dijeron que me daban el papel, fui a tomar un café en Barcelona con el director y él no me podía decir mucho del proyecto. De hecho ni siquiera se llamaba Victoria, ni era ella la protagonista. Era un tema que estaba verde, con un proceso creativo abierto y la historia se fue construyendo a través de los ensayos. Yo nunca tuve un guion, lo único que sabía eran tres cosas: que iba a rodarse como un plano secuencia, que se tenía que atracar un banco y que me tenía que mudar tres meses a Berlín para rodar. Y con eso y con un poquito de instinto, algo me decía que iba a ser una experiencia especial. Dije que sí.

P.- ¿Cómo es rodar en tiempo real? ¿Qué le exige como actriz?
R.- Rodar en tiempo real y sin cortes te exige una concentración muy grande, para no perder nunca el hilo del personaje y la historia, y también ser capaz de adaptarte a todo lo que venga porque la realidad interfiere constantemente con la ficción. Las calles no estaban cortadas y hubo gente que se colaba en las escenas que estábamos rodando. Además te tienes que acordar de una parte técnica, recordar cuál es el camino para conducir el coche, dónde está la sangre, en qué momento tienes que dejar pasar al cámara... Tienes que recordar un montón de cosas. Y por último, te exige trabajar en equipo porque el director al no darnos nunca un guion, quería que improvisáramos todo el acting, pero no improvisar desde el caos, sino como una banda de jazz, donde todos improvisan pero cumpliendo un montón de normas para que todo suene bien. Así que concentración, trabajo en equipo, y confianza en que después de un duro trabajo todo va a salir bien.

P.- Pues se me ocurren un montón de cosas que pueden salir mal en algo así...
R.- Sí, de hecho la película acepta errores. No es un plano secuencia perfecto, no busca esa perfección, sino entrar en el sistema nervioso de la gente, en la espina dorsal... Igual que la vida, la película está llena de errores, pero éstos reflejan una realidad que es la que viven estos muchachos. Existen ciertos ejemplos de lapsus de los actores que se integran perfectamente en la historia y que incluso dan pistas de los intereses de los personajes y de lo que va a pasar.

P.- La película parte de una premisa muy común, una emigrante que sale de fiesta en un país extranjero, pero después la trama se complica y se oscurece, ¿hasta qué punto puede suceder una noche así?
R.- Creo que la realidad siempre supera a la ficción. Conozco amigos que han tenido noches tan locas como ésta, quizá no han acabado a tiros o atracando un banco, pero sí viviendo cosas que te cuesta creer. Creo que cuando eres joven, y sobre todo cuando vienes de dónde vienes, del contexto del que vienen estos chicos, puede pasar cualquier cosa.



P.- En su personaje la evolución se hace patente a lo largo de la película. ¿Cuál es la verdadera Victoria, la frágil del principio o la de la toma final?
R.- Yo creo que las dos son ella. Las personas tenemos aristas y complejidades, lo que en principio te pueden parecer cosas contradictorias pueden convivir en la misma persona. Lo que más me ha gustado que me han dicho es que la Victoria del principio no tiene nada que ver con la del final, pero que se ve a Victoria en todas ellas. No es un personaje que no te creas que pueda acabar así, porque realmente la Victoria del final también está en el principio pero en una dosis menor y al final está la Victoria del principio pero quizá con menos inocencia. Toda esta noche, a ella lo que le implica es que ha crecido, que ya no va a huir de los problemas sino a enfrentarlos, porque hay hechos que te cambian la vida y el carácter en cinco minutos.

P.- La película y usted misma han recibido un montón de premios, ahora que ya ha pasado algún tiempo ¿cómo se aprecia eso con perspectiva?
R.- Los premios y los reconocimientos siempre son agradables, se tienen que celebrar porque muchas veces no llegan nunca y cuando llegan hay que celebrarlo, hacer una cena y brindar con vino bueno. Con premios o sin ellos, la película va a ser la misma, y tu trabajo exactamente igual. Es una cosa que todo el equipo estamos viviendo con mucha calma, desde el disfrute sobre todo, porque cuando rodábamos nadie tenía ambición ni expectativas, nadie se estaba planteando que queríamos entrar en un festival ni que queríamos premios , todo lo contrario, era una película de un presupuesto mínimo y estábamos todos focalizados en la historia, en el día a día del rodaje y fuera. Cuando se acabó, se acabó en un soplo de aire que fue como "vaya, ya se ha acabado". Todo lo que ha venido después es consecuencia de algo que se hizo el 27 de abril del año pasado desde las 4:30 a las 7 de la mañana.

P.- A nivel mundial la película ha tenido una gran acogida, ¿cómo espera que se reciba en España?
R.- Pues no lo sé. Ya estoy contenta de que la película haya llegado, porque podría no haberlo hecho nunca. En Alemania ha estado cuatro meses en 150 salas en versión original, en Francia en 120, en Estados Unidos empezó en 75 y se prevé que llegará a las 100... En España sólo hay quince salas en versión original en ocho comunidades autónomas. Es un mercado totalmente diferente. Así que sólo el hecho de que se estrene me parece ya una importante victoria, porque esto es mi casa y si no hubiera llegado sentiría una pequeña tristeza.

P.- Su carrera lleva una progresión envidiable, ¿qué expectativas tiene de futuro?
R.- Hasta ahora he trabajado pasito a paso y no me he marcado expectativas y voy seguir así porque he visto que es la mejor manera de trabajar. Cuando nos marcamso grandes expectativas y vemos que no las alcanzamos nos produce frustración y eso no te permite trabajar, te contamina la mente y la energía. En esta profesión si te marcas muchas expectativas lo más probable es que te decepciones de alguna manera así que voy a seguir sin expectativas. Un poco guiándome con la intuición y sin miedo a arriesgarme, que es lo que me funciona.

P.- Ahora vuelve a la televisión y tiene pendiente el estreno en diciembre de la película Palmeras en la nieve, ¿qué más hay en el horizonte?
R.- A raíz del éxito de esta película sí que me están llegando algunas cosas, más fuera que aquí, pero de momento no me he planteado qué hacer después. Me interesa mucho cerrar bien este proyecto que ha sido tan especial. Una vez cerrado este capítulo me voy a encerrar cinco días en casa sin quitarme el pijama y después ya veremos lo que pasará.