Image: Guillermo Fesser

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El Cultural

Guillermo Fesser: "La crítica es lo que nos hace ser mejores"

26 enero, 2018 01:00

Guillermo Fesser. Ilustración: Ulises

¿Qué libro tiene entre manos?
Shantaram, de G. Roberts. Sientes que estás en Bombay. Trepidante argumento, te acerca los paisajes, los olores...

¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Pocos. Hasta el peor de los libros puede sorprenderte con un capítulo, una descripción o una frase excepcional.

¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?
Con Obama… aunque tampoco me importaría tomármelo con Barak, su marido; pero vamos, de poder elegir, con Michelle.

¿Recuerda el primer libro que leyó?
No, pero me entraron ganas de leer gracias a los cuentos del explorador Mínguez que mi padre improvisaba cada noche para dormirnos a mi hermano Javier y a mí.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche...?
En papel, si es posible, y por la noche en la cama. En vacaciones, a la sombra mientras el resto se cuece al sol.

Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
La primera vez que entendí una conversación en inglés. Me di cuenta de que se puede ser extranjero y estúpido. Fue un descubrimiento y una inyección de autoestima.

¿Por qué la literatura de humor tiene tan mala prensa en España?
Desde que salió la frase, “bueno, ahora en serio…” todos caímos en la trampa de creer que el humor era un arte menor. A lo mejor la Guerra Civil nos robó la capacidad de reírnos de nosotros mismos y todavía no la hemos recuperado del todo. Porque antes teníamos a Tono, Mihura, los hermanos Quintero, La venganza de Don Mendo, Chaves Nogales… Y se les apreciaba y respetaba. A ver cómo explicamos el siglo de oro sin Quevedo

¿Qué ha prestado de sí mismo (su ironía, la inseguridad) a Ingelmo, el protagonista del relato?
Le he dado el alma, por eso me ha costado 4 años escribirlo.

¿Alguna vez ha sentido la presión que sufre Ingelmo, incapaz de escribir la novela que le reclama su agente?
Cuando me trasladé a Nueva York pasé años escribiendo y proponiendo proyectos y no salía ninguno.

¿Cómo se ve España desde su refugio neoyorquino?
Como el lugar al que llamo “casa” y donde vive mucha gente que quiero. Por eso, cada vez que veo hueco, procuro contribuir a que los estadounidenses la conozcan mejor.

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
En mi pueblo de Nueva York viven más artistas que guitarristas de flamenco en Jerez y todos son contemporáneos. Vamos, que están vivos. Ahora, unos me parecen grandiosos y otros una birria. Una obra es sólo arte si consigue emocionarme y no pregunto si es contemporánea o no.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Tengo obras de amigos, como Luis Marzán, o de mis hermanas María y Maite, porque lo que me hace ilusión es mirar el cuadro y acordarme de ellos. Un Chillida, al que adoro, prefiero que esté en un museo al alcance de todos.

Ejerza de crítico de la última exposición que ha visitado.
The Beautiful Brain, los dibujos de Ramón y Cajal en Washington Square, Nueva York. Cómo diría Cándida: “Cosa linda, linda. Vayáis a vela”.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Es lo que nos hace ser mejores.

¿Qué música escucha en casa?
La que me descubren mis hijos en sitios raros porque en la radio sólo ponen las mismas tres canciones todo el día.

¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me entusiasma su desbordante creatividad quijotesca… pero echo de menos que no nos enseñaran la parte de Sancho Panza (el plan de negocios, el trabajo en equipo, para sacar adelante esas mismas creaciones).

Una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Internacionalizarnos más. Salir a hacer caja fuera sin miedo (porque en el extranjero adoran España) para poder financiar y mantener los proyectos de dentro.