Adrian Tomine, retrato de la América sonámbula
Vivir en la zona de confort es una opción. También una estrategia que muchos seres humanos eligen para su deambular por el planeta Tierra. Aunque esa zona de confort sea apestosa, desesperada o alienante. Parece que el talento natural de Adrian Tomine sea entresacar las contradicciones existenciales y mostrar los recovecos ocultos de las emociones encontradas. Da igual la edad, el origen o el sexo, el autor de origen japonés y norteamericano de nacionalidad enfoca su ojo escrutador sobre el día a día del ciudadano medio para aflorarlas.
Y lo hace poniéndonos una ventana en forma de cómic donde nos reflejamos y nos encontramos. Con relatos de una página o de varias, según requiera el asunto, Tomine desmenuza con una facilidad preocupante las “cosillas” que nos traemos entre manos las personas, y que tan complicada hacen la convivencia, incluso con uno mismo. Torpeza, miedo, egoísmo o zafiedad empapan las esquinas de las viñetas y dejan al lector con la duda de si ese es el destino inevitable de cualquier relación.
Su lápiz resulta infalible. De los gestos de los personajes, de sus miradas, de su caminar se deducen inseguridades y temores. No hay duda el lector sabe más sobre el destino del personaje que él mismo.
Desconozco la intención final de este reputado guionista y dibujante al mostrarnos todas esas mentes atormentadas. Una sugerencia: no se quejen y hagan como yo, que me tomo estos asuntos siempre por el lado positivo. Por eso visto así, Sonámbulo, lejos de hacer zozobrar el espíritu, se transforma en el tónico ideal para recordarnos que, en el fondo, no nos va tan mal.