Image: Antonio Soler

Image: Antonio Soler

El Cultural

Antonio Soler

"La felicidad tiene poco que contar"

7 septiembre, 2018 02:00

Ilustración: Ulises

Un día en Málaga, 24 horas de muerte y amor, deseo, aventuras... Eso y mucho más es Sur, la última novela de Antonio Soler (Málaga, 1956), premio Juan Goytisolo, que lanza Galaxia Gutenberg la próxima semana.

¿Qué libro tiene entre manos?
Icaria, de Uwe Timm, y un volumen de los diarios de Andrés Trapiello.

¿Ha abandonado algún libro por imposible?
No he hecho ese aprendizaje. Por eso intento afinar al elegir lo que leo.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Me pone nervioso el café, y los personajes también.

¿Recuerda el primer libro que leyó?
Los Hollister van al mar. Era 1968. Anoté el autor y el título. Lo hago desde entonces. Una larga lista.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, en la noche...?
En papel. Antes de levantarme leo una hora en la cama. También antes de dormir. Después de comer. En los viajes, en cualquier momento que tenga libre.

Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Una Navidad en la que mi hermana me llevó a la librería Ibérica. Había una habitación dedicada a literatura juvenil. Me llevé mis primeros libros de Salgari. Volví muchas veces. Aquella habitación me ensanchó las fronteras del mundo.

Lo de no repetirse jamás como autor, ¿es una declaración de principios literarios, un reto?
La suma exacta de todo eso. Repetirse es renunciar a explorar, a la esencia de lo que para mí es la literatura.

¿Por qué todo (y todo es muchísimo) pasa en un día?
Si lo sabemos mirar, un día es el espejo de una vida.

¿Sur le debe al Ulises de Joyce algo más que esas 24 horas en las que todo sucede?
A Ulises, a Berlín Alexanderplatz, a El aplazamiento, de Sartre y a otras novelas que o bien transcurren en un solo día o son el reflejo de un enjambre de personajes actuando simultáneamente. Si bien la deuda con Ulises es doble porque fue en Dublín cuando al ver una placa en el suelo indicando ese lugar en referencia al Ulises se abrió la primera luz. La ciudad como literatura, la literatura incrustada en la ciudad.

A pesar del humor de algunos episodios, ¿es esta su novela más triste, más desolada?
No creo. Hay más desolación porque hay más personajes. Pero de algunos se dice que son felices, sea lo que sea eso. Aparecen poco porque la felicidad tiene poco que contar.

¿Cuál es el secreto para meter tanta vida, tanta Málaga en una novela?
Mucha calle y el hecho de haber convivido con distintos estratos sociales.

Diario, monólogo, diálogos... ¿le vale todo para retratar la tristeza amarilla, el desamparo al otro lado de la jaula?
Todos los recursos narrativos son necesarios para describir una colectividad compleja, también para plasmar la vida fuera de la jaula, el vértigo de la libertad.

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Trato de entenderlo, pero me emociona raramente.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Brueghel el Viejo.

Ejerza de crítico de la última exposición que ha visitado.
Fotografías de Paul Fusco tomadas desde el tren que llevaba los restos de Robert Kennedy. Retrató la conmoción, la personalidad de un país entero.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Depende de donde venga. Si es inteligente me sirve para reflexionar.


¿Qué música escucha en casa?
Casi ninguna. A veces para coger el tono de lo que escribo oigo machaconamente la misma música.

¿Recuerda la película que ha visto más veces?
Seguramente El padrino (I y II).

¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta. Es un país rico en matices y civilizado, por mucho que nos empeñemos en negarlo.

Una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Educación, educación y educación en los colegios.