Almodóvar y Galindo: pintura a cuatro manos
Tabacalera reúne en 'Flores' 40 intervenciones a gran escala de los bodegones fotográficos del cineasta
22 noviembre, 2019 08:10Un niño vestido con pantalón corto y camiseta roja sentado leyendo un libro. Al lado varias macetas con flores. El dibujo que inmortaliza ese momento, realizado sobre el trozo de un saco de cemento, es uno de los ejes de la película Dolor y gloria de Pedro Almodóvar y sale del pincel del artista Jorge Galindo por encargo del cineasta. Aunque la relación entre ambos creadores no nace ahí (Almodóvar cuenta en su colección de arte con obra del pintor y en La piel que habito aparece un lienzo del artista) la exposición Flores. Pedro Almodóvar y Jorge Galindo, que inaugura Tabacalera Promoción del Arte con más de 40 pinturas realizadas por ambos artistas, sí hunde sus raíces en dicho encargo.
“Para mí, una pequeña maceta con un geranio al lado del niño en este dibujo es el principio de esta aventura”, escribe Jorge Galindo. Además del trabajo final que vemos en el filme el artista hizo otras variaciones más libres “donde las flores eran más abstractas y más grandes”. Durante ese periodo Almodóvar había expuesto en La Fresh Gallery, primero, y en Marlborough, después, unos bodegones fotográficos compuestos con los objetos con los que convive en su casa. A partir de ahí surgió un reto que ambos aceptaron: intervenir las imágenes del cineasta a cuatro manos y a gran escala. “En todo momento Jorge me dio la pauta y yo me dejé arrastrar. Cada trazo te sugiere cómo seguir. A veces se establecía un diálogo entre los dos, o dos monólogos simultáneos, cada uno en una punta del cuadro”, afirma el director.
“Es un juego entre dos mundos, danzas catárticas sobre el lienzo que son el resultado de muchas sesiones desde el invierno pasado”, comenta Rafa Doctor, comisario de la exposición que ya pudo verse en el Centro Andaluz de la Fotografía de Almería antes de ser cesado. Las fotografías, en gran parte tomadas en la encimera de su casa y sin disimular la realidad pues están habitadas por ventanas, marcos e incluso enchufes, sirvieron como pretexto para crear unas naturalezas muertas en las que el gesto, la danza y el juego equilibrado de los colores responde a un proceso “muy intuitivo”, sostiene Doctor.
Han sido pocos los lienzos que se han quedado fuera de la exposición y, en general, ha sido por razones de espacio y montaje. “Estas pinturas se exhiben porque tanto Almodóvar como Galindo están satisfechos y contentos con el resultado”, asegura Doctor. Todas ellas crean un estallido de color en la sala principal de Tabacalera, un espacio que mantienen sus rincones y sus paredes semiderruidas.
Algunas de estas obras requirieron horas y varias sesiones de trabajo, otras fueron espontáneas y rápidas. Pero si hay un rasgo común en todas ellas es la libertad creativa que fluyó entre los dos artistas. Algunos de los brochazos son gruesos, otros lentos, en ocasiones usaban sus propias manos, su cuerpo o lanzaban pintura como lo hizo en su momento Pollock. Esa espontaneidad que ha regido este proyecto contrasta con la extrema exigencia que se impone en el cine de Almodóvar. En definitiva, han bailado en torno a los lienzos en un proceso extenuante tras el que “acababan baldados”, afirma el comisario.
El color es uno de los grandes protagonistas de la muestra al igual que lo es en la trayectoria cinematográfica de ambos. En el caso de Almodóvar este ha descubierto el blanco, que no suele aparecer en sus películas, mientras el rojo, muy presente en las mismas, ha quedado fuera de esta serie de pinturas. “Por el método totalmente espontáneo con que hemos pintado se diría que el resultado sería una obra narrativa, producto de un diálogo continuado, pero no es así. Cada obra es una explosión, como si la materia pictórica nos estallara en las manos como fuegos artificiales que se derraman sobre el lienzo”, cree el cineasta.
En definitiva, Rafa Doctor lo como “un canto a la vida dirigido a valorar las sensaciones como parte esencial de la existencia”.