La última habitación
Concurso de micropoemas conducido por Joaquín Pérez Azaústre
5 abril, 2021 10:55¡Buenos días!
Han estado a punto de ganar los siguientes poemas:
Barandal
Mis padres reaparecen como las olas
y pasan sus manos de caracoles azules
sobre la orilla huérfana de mi frente.
Comienzo emocionante con ese retorno desde el regreso, con una imagen simbólica por la lentitud y el milagro que nos ofrecen -esos “caracoles azules”- antes de ese hermoso verso final que concentra con acierto la tensión metafórica que conduce a la pérdida.
Peibol
Escucha el salitre de la playa
sudar en el ocaso de las algas
bajo el plumaje de la luz del faro.
Esa interpelación del primer verso funciona muy bien y ya nos introduce en un estado de escucha, de recepción del mensaje venido del misterio. Eso se entresaca de los dos siguientes versos, con el enigma expuesto a través de imágenes creativas y elegantes.
Matriosko
Trazan mis dedos en horas hambrientas
garabatos esclavos bajo tu piel
buscando avivar tu cráter salvaje.
Estupendo verso inicial, en ese doble sentido que nos ofrece la imagen y también ese otro doble lenguaje de un cuerpo sobre el que también puede escribirse. La sobriedad del tratamiento no sólo no oculta, sino que potencia la sensualidad matizada y plástica.
Pero el ganador es
Partimos de un silencio en movimiento, de ese “mar sin voz” que nos acecha desde su oleaje de mutismo. A partir de ahí se nos ofrece un relato, sí, que funciona con vigor metafórico: ese magnífico “enjambre de bulevares sumergidos” que concentra toda la fuerza del poema, esta evocación y su añoranza del pasado y el amor ya tan perdidos.
Tema de la semana: “La última habitación”. Siempre nos ha aguardado al fondo del pasillo, con sus últimas voces y primeros silencios. Pudo ser el cuarto del estudio o los juegos, o quizá el dormitorio del hermano siguiente. Pero fue un escenario de luz y de palabras que siempre han mantenido intacto su rescoldo. Escribamos en 3 versos y no más de 140 caracteres de esa última habitación, en cualquiera de las casas o pisos que hemos habitado, de todo ese pasillo de fiesta o de silencio, con la vida a la espera.