Image: Miguel ángel Blanco, el guardián del bosque

Image: Miguel ángel Blanco, el guardián del bosque

Arte

Miguel ángel Blanco, el guardián del bosque

23 enero, 2003 01:00

Neurodendrón, 2002

Dendrologías. Almirante. Almirante, 5. Madrid. Hasta el 29 de febrero. De 1.200 a 5.000 euros

La Biblioteca del Bosque cuenta ya con 858 volúmenes. Su autor es un único artista, Miguel ángel Blanco (Madrid, 1958), y los materiales con los que han sido compuestos proceden de muy distintos lugares de esta Tierra común que habitamos. Sucede que Miguel ángel Blanco contempla esos lugares con ojos muy diferentes a los nuestros, e incluso distintos a los de los naturales del lugar. Con la paciencia y el deslumbramiento suficientes se podrían abrir, uno por uno y en su orden, todos esos libros-caja y no me cabe duda alguna de que ante los ojos del lector-espectador se desplegarían, a un mismo tiempo, la feroz grandeza de la vida y las tumultuosas agresiones que ha de soportar de mano de los hombres y de las furias de su misma naturaleza.
Blanco se inscribe en un muy poco numeroso grupo de artistas cuyo espacio de actuación es el medio natural, al que, diferenciándose de la mayoría de los artistas del paisaje, no somete a transformación violenta alguna ni a modificaciones, sino que, por el contrario, se nutre de los materiales residuales que éste le proporciona para, debidamente organizados y estructurados, revelar los cimientos de sus orígenes y, lo que creo más importante, proporcionarnos un pensamiento que hace presente lo que de nosotros, aún seguramente sin saberlo, allí reside.

Su exposición individual inmediatamente anterior a ésta, celebrada el año pasado en la galería Stefan Rüpke de Colonia, tenía como título y tema Las algas y Los Alpes, es decir el mar y la montaña, motivos, como certeramente apuntara su introductor Fernando Castro, "referencias decisivas, en el imaginario moderno, para la articulación del sentimiento sublime"; el crítico señalaba igualmente el carácter paseante del artista, la dicha que sentía al caminar y su porosidad sensorial de viajero andariego.

En ésta, es el árbol o, mejor dicho, su raíz interior, ese dendrón griego, génesis de los términos que emplea el artista, "neurodendrón, dendrocronologías, dendrografías, dendrolito, dendrovidas, dendriforme, dendroideo, dendrómetro y dendrita", los que remiten a la estructura en anillos concéntricos propia de lo arbóreo y que es igualmente reconocible, según sus propias palabras, en "todas las fuerzas espirituales". Armazón del árbol, sin duda, y armazón del pensamiento, del esqueleto neuronal del hombre.

Ramas, fragmentos de tronco, hongos, piñas, piñones, nudos de raíz, mármol, cuarzo, cristal de roca, fibras de ágave de Tlacolula, cápsulas de eucalipto, etc., son los materiales contenidos y ordenados mágicamente en las cajas; pero, también, y es imprescindible no olvidarlo, las estampaciones y frotaciones que Miguel ángel Blanco realiza sobre los tipos de papel más exquisitos y extraordinarios, así como las serigrafías de gran tamaño que "simulan" la impronta del interior de árboles imposibles. Ciertamente, la Biblioteca del Bosque, y concretamente esta exposición, se ocupa de bosques o enclaves naturales en trance de desaparición o ya desaparecidos, pero lo hace desde la posición y manifestación de un artista, artista que, sin lugar a dudas, ha optado por una andadura, y nunca mejor dicho, absolutamente personal y que exige más de la propia conciencia que de la estética, pero que no la elude jamás. Por decirlo sencillamente, camina por la vida y el arte en círculos, como crecen los árboles.