Image: Daniel Vega gana el IV Premio de Fotografía de El Cultural

Image: Daniel Vega gana el IV Premio de Fotografía de El Cultural

Arte

Daniel Vega gana el IV Premio de Fotografía de El Cultural

22 julio, 2004 02:00

Formación Nössle, 2002-04

El Premio de Fotografía EL CULTURAL, ya consolidado como lanzadera hacia la profesionalización de artistas jóvenes, ha sido concedido en esta cuarta edición a Daniel Vega Borrego. La rotundidad y el gran atractivo visual del proyecto presentado, Formación Nössle, le cualifican a pesar de su corta trayectoria para su presentación pública en estas páginas y en la exposición individual que el próximo otoño, como ofrecíamos en las bases del Premio, celebrará en la Galería Marlborough de Madrid. Estética plenamente actual, capacidad para generar un clima emocional y sintonía con las tendencias más actuales en la fotografía son algunos de sus rasgos más destacables. Sin duda dará que hablar.

Hace dos años y medio, destacábamos en El Cultural (5.12.2001) a Daniel Vega Borrego como artista revelación entre los participantes en la exposición de fotografía digital Ninfografías, infomanías, en el Centro Conde Duque. Ahora tenemos la satisfacción de confirmar esa apuesta al anunciar que es el ganador del IV Premio de Fotografía EL CULTURAL para artistas jóvenes. El jurado, presidido por Blanca Berasátegui, directora de la revista, e integrado por los críticos José Marín-Medina, Mariano Navarro, Guillermo Solana y Elena Vozmediano, tomó la difícil decisión (por la elevada calidad de todos los finalistas) basándose en dos factores fundamentales: la coherencia del proyecto y la utilidad efectiva que el Premio, consistente en la organización de una exposición individual en la Galería Marlborough, podría tener para el artista en el futuro próximo. Si no es fácil ser seleccionado para esas colectivas de jóvenes creadores que tan bien han funcionado en España, menos lo es conseguir una primera individual en una galería comercial con proyección, y es en este paso donde hemos querido intervenir con este certamen, avalando el interés de una propuesta. Nos congratula saber que Soledad Córdoba, Diana Larrea y Antón Cabaleiro, anteriores ganadores del Premio, han sabido sacar provecho de la oportunidad.

Daniel Vega Borrego (Madrid, 1977), licenciado en Bellas Artes en la especialidad "Artes de la Imagen" por la Universidad Complutense, no ha finalizado aún su etapa académica: trabaja en una tesis doctoral sobre los orígenes de la fotografía digital y pronto se trasladará a Nueva York con una beca Fullbright para hacer un master en el prestigioso International Center of Photography. Aparte de la mencionada colectiva y otras comparecencias menos importantes, su obra se pudo ver en EFTI en 2001 y fue seleccionado en varias ediciones del Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid, así como en el "Circuitos" de 2002. Hasta hoy, todos los trabajos que ha dado a conocer incluyen la manipulación digital, pero con distintos fines. En los cuatro años transcurridos desde que comenzara a mostrar obra que consideraba ya madura se ha producido una rápida evolución, lógica en un artista tan joven. En la primera serie, Placeres abyectos, jugaba a la "confección" de monstruos con una estética buscadamente decimonónica basada en la fotografía médica antigua y los típicos collages digitales de fragmentación y recomposición de cuerpos. Pero en la siguiente, Vértigos, y en Formación Nössle, por la que ha sido premiado, la estética es más actual y las intervenciones más discretas. Arquitectónica aquélla, sometida a una "limpieza" de elementos accesorios, esta última se sustenta en el procedimiento de desdoblamiento de espacios y figuras.

Formación Nössle plantea una simple "situación". Como Vega comenta en la siguiente entrevista, parte de una conjunción casual de unos colores y unas luces. Como en Vértigos, el desencadenante de la serie es de naturaleza formal: no hay un argumento previo a desarrollar, un guión. El significado surgirá -o no- a posteriori, una vez la imagen ha sido tratada. Por el sencillo método de la duplicación simétrica, el frontón se convierte en una caja opresiva y desprovista de salida. Es un espacio, dice, que tiene algo que ver con el de los videojuegos, de grandes angulares y aspecto artificioso, irreal. En ese campo, evolucionan unas figuras clónicas vestidas de rojo, un ejército armado de raquetas en momentos de tregua. Del proceso se derivan implicaciones argumentales que son, más que narrativas, psicológicas: la construcción de la individualidad, de la personalidad, la rara simultaneidad de agitación y tedio, claustrofobia e intemporalidad. A este respecto es interesante la en principio involuntaria complejidad temporal de la serie que, al haberse realizado con un largo intermedio, incluye cambios sutiles, apenas perceptibles, en el espacio y en la joven repetidamente clonada (pelo, ropa descolorida), lo cual produce una particular extrañeza en un ámbito aparentemente estático o congelado.