Francisco Villar gana el V Premio de Fotografía de El Cultural
Fotografía de Francisco Villar, de la serie Ellos permanecen en equilibrio
José Marín-Medina, Mariano Navarro, Guillermo Solana, Elena Vozmediano y Javier Hontoria, en un jurado presidido por Blanca Berasátegui, han elegido a Francisco Villar como ganador del V Premio de Fotografía de El Cultural. Aquí les presentamos al artista y damos algunas claves sobre su obra. Atención también a nuestros excelentes cinco finalistas cuyos proyectos presentamos brevemente en estas páginas.
Si bien la deuda con Michals no puede ocultarse, ésta se limita a un "aire" de misterio, a una densidad significativa que no excluye la ambigöedad y que se transmite a través de la figura. Francisco Villar no utiliza la seriación narrativa del estadounidense, ni acompaña de textos las fotografías. Ni siquiera comparte iconografía, argumentos. El referente más claro del trabajo de Villar es el cine. Confiesa su admiración por las películas británicas de los 60, o por Bergman. Y hay algo de cinematográfico en sus fotografías, pero de cine "raro", de autor. No hay una ilación argumental en la serie; y, aun sin guión, hay tramas. Situaciones de las que podríamos decir que representan el "nudo" de una acción desconocida, de la que nunca conoceremos el desenlace. Suele haber un componente de amenaza o de angustia en las escenas, cuidadosamente compuestas y bien resueltas técnicamente (trabaja en 6 x 6 o 6 x 4,5), y casi siempre se insinúa algún elemento, sea en los personajes o en el escenario, que produce extrañeza, que desarma posibles interpretaciones. A menudo, por otra parte, vemos a personas solitarias, que no interactúan con otras -como excepción reseñable, unas gemelas que, al menos en cuestión de apariencia, son un solo personaje-, y que se muestran sin personalidades muy definidas, vestidos con trajes y camisas blancas que buscan la neutralidad en la caracterización. A esas figuras se confía la función de crear por ellas mismas la situación, en relación con un contexto espacial particular. Y en este sentido, es revelador el hecho de que Francisco Villar parte frecuentemente del escenario: es el lugar, por lo general un exterior, el que le pide la "historia". Una historia mínima que despierta inmediatamente el interés, que crea -de nuevo un término muy del cine- suspense. En la ambigöedad de esa historia juega un papel importante la inestabilidad de los personajes, que, cuando no los encontramos directamente en el suelo, están casi siempre en peligro de caer: suspendidos en un salto, en carrera desbocada, amenazados por un arma de fuego... En otras fotografías, esa inestabilidad parece tener un carácter más psicológico: en unos rostros desdibujados por el movimiento, o en la equívoca diferenciación de las mencionadas gemelas.
No es un tipo de fotografía "a la moda". Sus modestos formatos, su utilización del blanco y negro, las particularidades de su narrativa, le sitúan en una encrucijada inédita entre los caminos de Michals, Jeff Wall y el cine negro más atípico. Una indudable aportación a la escena de la joven fotografía española que, no siendo unívoca, prefiere otros derroteros (digital, performativo, documentalista, mestizo...). Recuerden: será en la Marlborough, en octubre.