Arte

Nuevo (y contenido) Erwin Olaf

Moving Targets

8 diciembre, 2005 01:00

Annoyed, 2005

Espacio mínimo. Dr. Fourquet, 17. Madrid. Hasta el 7 de enero. De 3.200 a 23.000 euros

El holandés Erwin Olaf es probablemente uno de los artistas más emblemáticos de su galería madrileña, Espacio Mínimo, en la que celebra ahora su tercera exposición individual titulada Moving Targets. En ella deja definitivamente de lado el desmadre orgiástico de la serie Paradise. The Club -algunas de cuyas imágenes se pueden ver aún en la exposición de los barrocos de Salamanca-, que presentó aquí hace ya cuatro años para mostrarse algo más contenido en las soluciones formales que aplica a su trabajo, fotografías y vídeos. En esta exposición hay obras que nos sitúan en la línea de trabajos anteriores, pero otras abren sin embargo nuevas perspectivas fundamentalmente en el campo de la imagen en movimiento. Los dos trabajos centrales de la exposición, Rouge y Annoyed, nos muestran una y otra idea. Hoy Olaf, este nuevo Erwin Olaf, no parece tan excesivo como antes.

Rouge, en la primera sala de la galería, está formada por una serie de cuatro fotografías y un vídeo. Las fotografías siguen esa estética tan cercana a lo publicitario, una imagen frontal, impecable y pulcra, en la línea de otras series como Fashion Victims. Son cuatro iconos, tres hombres y una mujer, los mismos que participan en ese vídeo en el que una rara actividad futbolística nos devuelve al Olaf más teatral, el que pervierte el tempo del relato, el que estudia minuciosamente los cuerpos contraidos en violentos escorzos y el que activa la tensión dramática mediante una irritante utilización del color rojo. Olaf regresa aquí a ese recurrente interés por el tema de los géneros en el marco de la obsesión consumista del mundo contemporáneo.

En la sala siguiente se puede ver Annoyed, el trabajo que parece abrir nuevos caminos y que sitúa al artista en otro territorio estético. El elemento central es el incesante y perturbador sonido de una fiesta que mantiene a tres vecinos en vilo. Sobre tres pantallas sincronizadas se narra cómo afecta el sonido a cada uno de ellos. Son tres imágenes desnudas de artificio, interiores sencillos aparentemente humildes, en las antípodas del glamour y la excentricidad de Rouge, que parecen tomados de un cuento de Raymond Carver. Olaf traslada al campo del sonido su voluntad de involucrar psíquicamente al espectador -uno puede ponerse fácilmente en la piel de cualquiera de los vecinos-. El artista presenta aquí un nuevo interés por el lenguaje cinematográfico, por la temporalidad de la narración. Hay en esta nueva vertiente del trabajo de Olaf una persistente ralentización, cierto recogimiento formal en el que, sin embargo, se mantiene esa inquietante mirada escrutadora. Los personajes son todos analizados detenidamente. En el también reciente Rain, ésa es la única acción: el lento y exasperante examen al que se someten unos a otros.Todo lo que se oye es la lluvia de fuera porque el diálogo es inexistente. Es otra forma, común en todos los nuevos trabajos, de inyectar tensión a la narración, una efectiva estrategia de desestabilización. En el último vídeo, Wet, que se puede ver en la sala de abajo, siguen presentes estas mismas premisas: el sonido del agua de la ducha, ese lento voyeurismo en la mujer, y la incertidumbre del desenlace.