Rembrandt en casa
Holanda se vuelca en la celebración de los 400 años del genio
13 julio, 2006 02:00La Fundación Rembrandt 400 se creó en 2004 para preparar la celebración del centenario del más célebre pintor holandés. Significativamente, está integrada por representantes del Rijksmuseum -con una importante colección de pinturas del maestro-, la Rembrandthuis -casa-museo en Amsterdam-, el Ayuntamiento de Leiden -su ciudad natal- y... la Oficina Holandesa de Turismo y Convenciones. Holanda organiza con método su promoción turística, e inventa “años temáticos” para atraer a los cada vez más numerosos visitantes. El año pasado el tema fue el agua. éste, Rembrandt. Naturalmente, esperan batir récords.
Esto no significa que el “año Rembrandt” se haya diseñado pensando únicamente en el consumidor apresurado de eventos pseudo-culturales. Aunque de todo hay. En el preciso día del aniversario, el 15 de julio, se estrena Rembrandt, el musical, que promete todos los horrores del biopic. Algunos museos se han subido al carro con muestras de muy poca enjundia y el Rijksmuseum, que está en obras, se ha dejado embaucar por el carismático Peter Greenaway y ha montado un banal espectáculo en torno a La ronda de noche.
Si Holanda ha conseguido cubrir con más que dignidad el expediente es porque cuenta con una base muy sólida en los estudios rembrandtianos. Desde 1968 el Proyecto de Investigación Rembrandt (Rembrandt Research Project) trabaja en el análisis pormenorizado de cada obra del artista, tanto dentro como fuera del país, reuniendo documentación, tomando muestras y dictando sentencia sobre autoría en su monumental A Corpus of Rembrandt Paintings, que va por el volumen IV. Ernst van de Wetering se unió al proyecto en 1971 y es hoy su presidente. él ha comisariado la exposición más ambiciosa del programa, en la Rembrandthuis: Rembrandt. La búsqueda de un genio. El pintor compró en 1639 esta casa de mercaderes, en el barrio judío, y trabajó en ella cerca de 20 años, hasta que, arruinado, tuvo que venderla. Las casas-museo son casi siempre reconstrucciones más o menos afortunadas de los ambientes de una época. En este caso, sin grandes medios (hay deficiencias, por ejemplo, en la iluminación), sí se ha podido seguir un guión: el inventario que se hizo de todos sus bienes cuando le fueron embargados. Es emocionante visitar el estudio, el taller de grabado, las estancias íntimas o el ático en el que alojaba a sus discípulos. Pero lo ha sido mucho más en los meses (hasta el 2 de julio) en que 50 de sus cuadros han regresado, por vez primera en cuatro siglos, al lugar en el que fueron pintados. En colaboración con la Gemäldegalerie de Berlín, donde se verá desde el 4 de agosto, Van de Wetering ha reunido una notable retrospectiva en la que no todo es de primera categoría pero que incluye piezas excepcionales (instaladas en toda la casa, hasta la cocina) y que aporta alguna nueva identificación en lo que a retratos se refiere, localización de obras a las que se había perdido la pista y la reunión de parejas largamente separadas.
La otra gran exposición del año ha sido Rembrandt-Caravaggio, organizada por el Rijksmuseum pero montada en el vecino Museo Van Gogh y clausurada el 18 de junio (fue comentada por Fernando Checa en El Cultural). Un verdadero duelo de titanes, que nunca se conocieron -cuando muere Caravaggio, Rembrandt tiene cuatro años- pero que protagonizaron, en Italia y los Países Bajos y armados de una nueva concepción de los valores pictóricos de la luz, la rebelión contra el ideal clásico. Si la Rembrandthuis ganaba la baza de la investigación histórica, el Rijksmuseum se llevaba la de la excelencia. La mayoría de ellas procedían de colecciones extranjeras y eran casi sin excepción obras maestras que ponían al descubierto, en su sabia disposición, las profundas diferencias entre los dos genios. Sus dos versiones de El sacrificio de Abraham, las dos escenas evangélicas de La noche del Prendimiento, las manifestaciones de la divinidad en El festín de Baltasar y La cena de Emaús, la encarnación del deseo en Saskia como Flora y el muchacho con el cesto de frutas... son elocuentes de los divergentes medios artísticos, intenciones y miradas.
El Rijksmuseum muestra hasta el 6 de agosto, Nightwatching, proyecto multimedia de Greenaway que pretende “insuflar vida” a La ronda de noche. Como si necesitara tal cosa. El cuadro, que se ha ennegrecido con el tiempo y al que se le amputó un fragmento, muestra, como Las meninas, un movimiento detenido que afecta a un amplio grupo de personajes y que a su vez paraliza al espectador, sobrecogido por su energía y su maestría. Greenaway ha montado una sala previa en la que un despliegue de pantallas muestra a los participantes en la parada (la compañía de Frans Banning Cocq y Willem van Ruytenburch) y da pistas sobre una trama detectivesca que parte del supuesto disparo de uno de los mosquetones. El cuadro está en la sala en que suele mostrarse, convertida ahora en pequeño teatro, con su escenario, cortinajes y butacas, y sobre él se proyectan efectos de luz, lluvia, fuego y humo. Los responsables del show se felicitan por su desparpajo y realmente la cosa no es grave (pronto se eliminará el atrezzo) pero si querían favorecer la comunicación con la obra habría bastado que prohibieran por un tiempo las vociferantes explicaciones a los grupos que desfilan en oleadas sucesivas.
Han concluido ya otras muestras menores. De lo por venir, resumo lo más interesante. El Rijksmuseum mostrará desde el 11 de agosto, en dos entregas, todos los dibujos que posee de Rembrandt. La Rembrandthuis, desde el 14 de septiembre, albergará una exposición organizada en colaboración con la Dulwich Picture Gallery de Londres, Uylenburgh e hijo, dedicada a los marchantes internacionales para los que Rembrandt trabajó (le lanzaron como retratista) y con los que emparentó a través de su matrimonio con Saskia. Serán unas quince obras del artista y de otros de los pintores flamencos a los que representaron. En Leiden, el museo De Lakenhal muestra hasta el 3 de septiembre Rembrandt el narrador (grabados de la colección Frits Lugt) y a partir del 6 de octubre explorará una de las facetas menos conocidas del pintor, la de paisajista, con pinturas, dibujos y grabados. El Museo de las Biblias de Amsterdam mostrará todos los aguafuertes bíblicos desde el 15 de septiembre y, finalmente, el 10 de noviembre, el Museo Histórico Judío inaugurará una revisión de las relaciones de Rembrandt con la comunidad judía, en cuyo seno vivió durante décadas.