Menos crisis que la anunciada
Análisis
28 diciembre, 2006 01:00Ha sido éste un año de negociaciones en el sector artístico, cargado de buenas intenciones, de nuevos proyectos, nueva directora de ARCO y nuevas ferias. Entre las exposiciones, dos del Reina Sofía ocupan los primeros puestos de nuestra lista, a pesar de las constantes críticas hacia la gestión del museo.
En 2006 se celebran las primeras conversaciones reales entre los distintos sectores del medio y la administración central (queda pendiente la incorporación de las locales y autonómicas): se intenta crear un sistema de actuación profesional, contrastado, en un entorno que se ha desarrollado de una manera espectacular (en número de centros, en actividad, en publicaciones), pero que todavía es deudor de los impulsos y proyectos personales. El sentir general quiere ver buenas intenciones, aunque comentarios poco cautos desde el Ministerio de Cultura hayan reabierto agrias polémicas sobre el perfil que debe tener el MNCARS tras la ¿significativa? pérdida de sus letras centrales. En 2006 se anunciaron nuevos proyectos museísticos; los coleccionistas se han dejado oír; aumentaron las ferias periféricas, mientras ARCO cambia de directora; se insiste en adoptar un modelo exterior en bienales como la de Sevilla, de caótica presentación y ágil respuesta local, mientras la de Canarias busca una difícil implicación territorial, y la de Pontevedra mantiene la fórmula de los diálogos con otros países…Con este panorama, los críticos de El Cultural seleccionan las mejores exposiciones del año. La lista es esperada -con interés real, pocas veces confesado- por los responsables de las programaciones de museos e instituciones, no en vano en ellos se recibe un doble juicio: el del público y el del medio especializado. El primero lo expresa con su asistencia, mediante esas cifras que -según dijo la ministra ante atónitos directores de museos de arte contemporáneo, en un reciente encuentro en Baeza- "son también votos". Si suponemos que quiso decir opiniones, las de los especialistas se concretan en momentos como éste.
Llama la atención que los dos primeros puestos, y las únicas exposiciones con mayoría, sean del MNRS. Al final, va a ser cierto el dicho de que a los críticos (a todos, no sólo a los de artes plásticas) no hay quien los entienda: hablan de la crisis de una institución, de la debilidad de su programación, y la destacan de manera explícita. Sorprende también que no haya pasado el corte la doble muestra de Picasso en el MNRS y el Museo del Prado: a eso se le llama poner alto el listón. La elección de Gordon Matta Clark, uno de los artistas que hoy marcan tendencia internacional, era previsible; como la inclusión del repaso al vídeo histórico en Primera generación. Habitual es que el peso de la selección recaiga sobre exposiciones celebradas en Madrid en los últimos meses. La presencia de la periferia -se puede comprobar recurriendo a la hemeroteca-, va por ciclos, y en el actual ocupan lugar preferente el MUSAC leonés (con extraña elección: Muntean & Rosenblum), el CAC de Málaga (Anish Kapoor) o el DA2 de Salamanca (uno de los espacios de Mascarada), notándose el impulso dado a dos fundaciones: Telefónica (Olafur Eliasson) y Marcelino Botín (Julião Sarmento). Más significativo es el apartado de ausencias, con una nómina estelar: el MACBA, el IVAM, el Guggenheim, la Fundación Thyssen o el Museo del Prado. No creo que se pueda alegar que la línea rectora de estos centros haya variado mucho en los dos últimos años, por lo que el descenso de visitantes es un dato objetivo para defender que las exposiciones son un complemento esencial incluso para quienes disponen del atractivo de una colección de calidad.
Novedad es la fuerte presencia del vídeo, ya que el tercer puesto es para Douglas Gordon, con el que regresa la Fundación Miró de Barcelona (en cuyo Espai 13 expuso en 2001). Cualquiera de las tres exposiciones citadas tuvieron (como las de John Martín, en la Calcografía Nacional y el C. C. del Conde Duque, y Diane Arbus, en el Caixaforum barcelonés) un perfil histórico. Que no pocos de los elegidos sean nombres habituales en la escena española (a Matta-Clark le dedicó una magnífica exposición el IVAM en 1993; a Diane Arbus una intensa la Fundación "la Caixa" en Madrid, en 1986; Olafur Eliasson expuso en el Palacio de Cristal en 2003; Kapoor en centros de arte y una galería, como Sarmento, objeto de varias retrospectivas institucionales, o el referido Douglas Gordon) es un buen síntoma, pues indica que ya no nos suena casi todo a novedad. En contrapartida, la ausencia de referencias (incluso en las votaciones previas) a exposiciones en galerías privadas no se corresponde con el fortalecimiento real del sector. Con todo, un dato visible -y alarmante- es la ausencia de artistas españoles entre los elegidos. Tal vez por eso, el año terminó como empezó: hablando de la conveniencia de reunirse y establecer unas pautas de convivencia profesional.