Arte

Pasajes contemporáneos

Ballester en el stand de El Mundo

15 febrero, 2007 01:00

Composición 8, 2005

José Manuel Ballester es el protagonista del stand de EL MUNDO de este año. El espectador se enfrenta a fotografías de gran formato, una serie intimista, en la que el artista aplica las nuevas tecnologías digitales al mundo de su biblioteca. Allí les esperamos.

En el ir y venir de ARCO, los encuentros fortuitos, la mirada intermitente y las vibraciones del móvil que interrumpen la contemplación del hallazgo, las Composiciones de José Manuel Ballester lanzan un reto, pues su obra está, desde hace más de una década, centrada en provocar la ralentización de la percepción visual con unas imágenes que, precisamente, refieren a esos lugares inhabitables que transitamos: pasajes de la arquitectura contemporánea, industrial y programada, como los propios pabellones feriales. Y antes: autopistas, aparcamientos, túneles, museos, escaleras y pasillos, edificios en construcción y ciudades en remodelación urbanística.

De manera que allí donde había velocidad y cruce, Ballester impuso vacío y soledad; donde ilegibilidad y confusión, observación concentrada de rincones y detalles; donde anonimato, invocó al sujeto. Su investigación sobre la representación del espacio le llevó, desde un inicial realismo romántico e ingenuo, a medirse con la ambigöedad casi abstracta. En la profundización de las condiciones y límites de la representación figurativa para el individuo contemporáneo, primero fue su transición de la pintura a la fotografía y después a la fotografía manipulada, con trazos de pigmentos, como pudo apreciarse en su importante exposición retrospectiva Habitación 523 en el Palacio de Velázquez madrileño en 2005.

Ahora, la técnica investigada es el proceso digital a partir de fotografías en creciente tensión con la pantalla total, que pretende sustituir a la observación estética, subjetiva, de la realidad. Un avance de este nuevo método de "pintar" pudo verse en ARCO el año pasado, en la galería Estiarte, donde se mostraban imágenes a partir de los contenedores de la terminal portuaria de Barcelona. Aunque las primeras metamorfosis datan del año 2000, cuando el artista, al fotografiar el juego de espejos y cristales esmerilados de las oficinas de la Tate Modern, comienza a adentrarse, con las mismas armas, en el desafío al simulacro mediático.

Viaje por la biblioteca
Es muy significativo que José Manuel Ballester haya ofrecido para el stand de EL MUNDO esta serie intimista en la que ya estaba trabajando. Son imágenes a partir de los estantes de la biblioteca en donde guarda las carpetas de tantos viajes acumulados en la última década, por continentes: Estados Unidos, Europa, China, países árabes; y la atención anual a ciudades en transformación: Berlín, y también Madrid. Redescubriendo el viaje interior rea-lizado y la aventura de trabajar desde lo más próximo. "Tu biblioteca es tu mundo, tu vida", me dice. Fiel, en el fondo, al realismo, que parece reafirmar también en el texto que ha presentado para ARCO sobre sus Composiciones: "Este trabajo partió de la convicción de que la aplicación de las nuevas técnicas digitales nos abren un nuevo mundo en el panorama artístico y estético y nos permite crear nuevas formas para contemplar y comprender la realidad de otra manera. De alguna forma, pienso que Arte, Ciencia y Tecnología caminan en paralelo manteniendo una interrelación entre sí y que los nuevos descubrimientos que van apareciendo en cada uno de ellos nos ayudan a ver nuevos aspectos del mundo real que hasta ahora eran desconocidos para nosotros. Dentro del Arte, este camino se está perfilando a través de las aplicaciones informáticas que nos ofrece el mundo digital". En conjunto, las exploraciones de Ballester en este nuevo "continente visual" están marcando la etapa más colorista de su trayectoria. Los brillantes terminados quedan muy lejos de su anterior ensimismamiento con la luz y sus sombras. Y la dialéctica figuración/abstracción parece haber llegado aquí a su explicitación más radical.

El mal de archivo
Sin embargo, al margen de la información biográfica y su declaración de principios, el paseante podría considerar otras evocaciones semánticas, desde el mero placer visual a la metafórica lectura mediática: pues los periódicos son las grandes enciclopedias de hoy, con su implacable poder de remodelar pasado y presente desde el núcleo duro de sus archivos. Sin duda, la versión electrónica de "los papeles", que cada vez consultamos más, casa a la perfección con los formatos de navegación horizontal en que se han convertido las fotografías iniciales de los módulos en vertical de la librería de Ballester y cuyas variaciones cromáticas parecen aludir a esa vida virtual de velocidades beep, en donde los datos fluyen y se entrecruzan y se cuelgan. La propuesta del artista consistiría en ensayar posibilidades de visualizar las dinámicas del "mal de archivo" en nuestra "sociedad del conocimiento", aunque cada vez éste sea más inconexo, laminado e inmaterial. También abismal, pues parece suspendernos ante la imposibilidad de la contrastación veraz.

En la feria, pueden verse otras obras de Ballester, en las galerías Barnola y Distrito Cu4tro, y algunas imágenes de la serie precedente, Contenedores, en la galería Estiarte. Además, como primicia, la galería neoyorquina Charles Cowles y la canadiense Nicholas Metivier de Toronto presentan algunas imágenes digitales a partir de fotografías de nocturnos de Broadway tomadas por el pintor, que mostrarán la serie completa en las exposiciones simultáneas que se celebrarán el próximo mayo en ambas sedes y para las que ya preparan un cuidadísimo catálogo.

José Manuel Ballester (Madrid, 1960) llegó a la fotografía a través de la pintura, a la que se dedicó hasta finales de los 90. Es premio Nacional de Grabado de 1999 y entre sus exposiciones destacan Galerías de Luz, en el CAB de Burgos en 2004, Habitación 523 en el Palacio de Velázquez de Madrid y la celebrada en el IVAM valenciano, ambas en 2005.