Isabel Muñoz, el cuerpo como paisaje
Etiopía.
5 julio, 2007 02:00Serie Etiopía, 2002
Puede ser que el secreto de las imágenes de Isabel Muñoz (1951) esté en una mezcla de minuciosidad observadora casi antropológica, cualidades plásticas anonadantes y una técnica fotográfica (sobre todo en el blanco y negro y en los, vamos a llamarlos así, retratos) de una limpieza, seguridad y potencia impecables. Sin embargo, a uno le suscitan algo más. La fotógrafa barcelonesa (ya consagrada internacionalmente con dos World Press Photo en su haber y trayectoria siempre ascendente) establece una relación con la realidad captada que está compuesta de deseo de capturarla a la vez que de necesidad de liberarla. Como si se tratara de peces atrapados en anzuelos que sólo las imágenes consiguieran soltar. Muñoz vuelve, siempre vuelve, a áfrica, a Etiopía. En esta ocasión se fija en el pueblo de los Nyangatom, pastores y guerreros nómadas de la antigua Abisinia, que habitan los márgenes del río Omo. Y regresa, también siempre, al cuerpo como paisaje, como el lugar de la cultura de estos hombres (sobre todo) y mujeres, como frontera donde se marca el territorio de siglos, todo un proverbio puro y un misterio en sí. Cuerpos aparentemente semidesnudos pero siempre cuidadosamente ataviados, pintados, tatuados, escarificados o tocados por adornos, fetiches y mensajes. Cuerpos como mapa de signos donde leer lo humano más allá de una visión eurocéntrica, racionalista. Isabel Muñoz devora con su mirada, escoge el encuadre, trata de introducirnos a la vez en el santo y seña y en la materialidad de esos seres magníficos y bellos. Desde el detalle y la superficie documental, etnológica, nos introduce en un campo que se expande y que lleva a otro lugar.