Image: Iñaki Gracenea. El héroe y el interfaz

Image: Iñaki Gracenea. El héroe y el interfaz

Arte

Iñaki Gracenea. El héroe y el interfaz

Surrounding

8 mayo, 2008 02:00

Surrounding, 2008.

Comisaria: Neus Cortès. casal Solleric. Espai Quatre. Paseo del Born, 27. Palma de Mallorca. Hasta el 15 de junio.

Como si la pintura pudiera ser algo espontáneo y, a la vez, un producto "prefabricado" aplicable a cualquier entorno, aquel Package Room con que Iñaki Gracenea (Hondarribia, Guipúzcoa, 1972) reflexionaba sobre las casas prefabricadas de Walter Gropius en su exposición de 2005 en la Galería DV de San Sebastián, ha transformado los viejos muros barrocos del Espai Quatre del Casal Solleric en una especie de fantástico site de proporciones humanas. Antecedido por una serie de "bodegones" de pequeño formato que ofrecen soluciones convencionales a un proceso declaradamente híbrido, y seguido por esa suerte de improvisada sala de juego donde el espectador es invitado a sobrevivir a la aventura virtual de su propio desvanecimiento, la muestra resulta todo un tratado sobre los últimos planteamientos en torno a la representación y esa práctica pictórica "transversal" en la que tanto caben las nuevas tecnologías como las habilidades manuales, o las derivas espaciales cibernéticas y el anclaje simbólico del arquetipo.

Desde esa hábil confusión de límites que hace de la pintura una inmensa construcción lógico/temporal en la que sobreviven todas esas pulsiones -el ansia de infinito, el deseo de trascendencia, la necesidad de interrogación...- consustanciales al lenguaje del arte, en la pintura de Gracenea conviven el sentido clásico de la geometría y la conciencia de los mundos paralelos de Matrix; el espacio indescifrable del laberinto y la belleza matemática de las redes neuronales; el héroe y el interfaz. Hábilmente, el artista baraja lo paradójico y lo asincrónico, códigos visuales reconocibles y el sugestivo hermetismo de esas marañas que nos atrapan y envuelven; la experiencia sensorial de un espacio inventado y la familiar sensación de control sobre esa pantalla en la que, también metafóricamente, se diluye el rastro de cada visitante... Para que, aunque todo cambie, todo pueda seguir igual.