Image: El gran salto de la fotografía

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Arte

El gran salto de la fotografía

Una muestra de la Fundación Banco Santander, incluida en Photoespaña, recoge el testimonio de una década que confirmó a este soporte como arte

2 junio, 2009 02:00

Un visitante en la exposición. Foto: EFE

EFE
Durante mucho tiempo nadie tuvo en cuenta la fotografía de los años 70, hasta que se entendió que fue entonces cuando los artistas de entonces rompieron con las normas establecidas para elevar lo cotidiano a la categoría de arte, algo presente en la muestra Años 70. Fotografía y vida cotidiana.

Con la colaboración de la Fundación Banco Santander y el Ayuntamiento de Madrid, desde mañana y hasta el 26 de julio se exponen en el Centro Fernán Gómez, dentro de la programación de PhotoEspaña 2009, más de 200 obras de 23 artistas claves de esa década en que rompieron con las vanguardias para fijar sus propias normas, las del individualismo y el compromiso social.

El objetivo enfocaba aquello que les rodeaba, objetos y personajes de la vida cotidiana, sin importarles el encuadre, la belleza académica, o el objeto que ocupaba el centro del foco. Uno de los comisarios de la muestra, el británico Paul Wombel, resalta cómo este fenómeno de los 70 fue ignorado durante mucho tiempo. "Apenas se ha tocado, algo que no se puede entender, al ser un fenómeno de la fotografía. Es una nueva era, donde aparecen nuevos modos de expresión fotográfica, nuevas formas y nuevas vías", afirma.

"Por primera vez, los autores pueden hacerse con el control de su propia obra y empiezan a publicarla y a exhibirla en los museos", apunta Wombel, quien no entiende cómo "antes nadie se molestó en hacer fotos de, por ejemplo, gente sentada o durmiendo".

"Aquellas cosas que antes no tenían importancia -añade- ahora son retratadas de una forma diferente. Y así la fotografía alcanzó la categoría de arte", concluye Wombel. El recorrido por la exposición Años 70. Fotografía y vida cotidiana es un continuo salto por estilos tan diversos como el del estadounidense Eugene Richards, con su serie Retorno a casa, tomada al volver a su pueblo tras años de recorrer el país.

Richards retrata la cotidianeidad de una familia, las casas, las calles, y lo hace sin centrar el foco en un personaje concreto, o posando una mirada desenfocada sobre el objeto, sin rastro de academicismo y resaltando el feísmo, lo cotidiano visto desde el ojo de un extraño. En ese sentido se sitúa también Victor Polar retratando personas en ambientes sucios, con una estética que huye de la belleza clásica.

Impresionantes son las fotos del sudafricano David Goldblatt y su recorrido-investigación por un Soweto aplastado en pleno apartheid. Es una crónica documental sobre sus gentes en paisajes desolados, habitáculos, ropas raídas; en medio, la exaltación de la raza negra, con su belleza y su coraje, y al final, el autor lanza una pregunta: "¿Cómo es posible vivir en condiciones tan extremas".

El color irrumpe con el norteamericano William Eggleston, quien retrata objetos cotidianos, temas triviales, con unos colores tan brillantes que pueden dar la impresión de que es el color su único objetivo, cuando, en cambio, él da el mismo valor a una taza de water que a un adinerado de Memphis. De ahí que haya titulado su serie: Fotografía Democrática.

El holandés Ed Vander Elsken publicó en 1977 Eye love you, donde plasmó las imágenes en color recogidas utilizando la cámara como si de un voyeur se tratara y colocando en el centro del objetivo la celebración del deseo sexual.

Imágenes fuertes son las que ofrece el sueco Anders Petersen con su serie Café Lehmitz, donde el fotógrafo se fue a los barrios bajos de Hamburgo para integrarse en ese mundo. El resultado son fotografías dotadas de fuerza que transmiten verdad y que están retratados desde dentro.

Laurie Anderson ataca con su cámara a todos aquellos que la piropean, mientras que Alberto García Alix muestra sus primeras obras, llenas de espontaneidad e impulsividad, y con las que empezó a definirse.