Image: Como andar por casa

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Arte

Como andar por casa

La artista Alicia Framis nos pasea por ARCO

19 febrero, 2010 01:00

Alicia Framis: Everybody, 2008

Lleva años participando en la feria, y hoy Alicia Framis (Barcelona, 1967) recorre ARCO con nostalgia y gratitud, como quien recuerda las reuniones familiares. Ella es este año la encargada de ofrecernos la mirada del artista. Sus obras las encontramos en el stand de Barbara Gross de Múnich.

ARCO es para mí como andar por casa. Todo artista pertenece a una comunidad, igual que a una familia, con todos sus defectos y sus virtudes. La odies o no, perteneces a ella y lo mejor que se puede hacer es aceptarla.

Cada vez que llego a Ifema, aunque antes ARCO estaba en otro sitio, todas mis emociones se ponen en marcha: miro a la derecha y un ex novio, miro a la izquierda y mi ex galerista... Me gustaría desaparecer, pero no tengo más remedio que aceptar que lo mío con la feria es una historia familiar, con incidencias y sorpresas, que me ha hecho ser lo que soy hoy. Para empezar, fue la excusa perfecta para salir de mi pueblo, y digo "mi pueblo" porque en mi adolescencia hacía día tras día el mismo recorrido: iba a la facultad, volvía a casa, comía y me iba a la academia de pintura.

A los 18 años, irme en el autobús, de noche, con mi cassette a pilas, era una aventura peligrosa. A las cinco de la mañana, todavía de noche, llegábamos a la capital y hacía mucho frío. Este primer viaje iniciático me ayudó a emprender otros viajes más largos en mi vida: París, Ámsterdam, Nueva York, Yokohama… Aprendí a fuerza de bocadillos de calamar, dándome cuenta de que si quieres ver buenas obras de arte te tienes que desplazar. No podía esperar a que la calle Petrixol de Barcelona se modernizase para poder ver buenos trabajos. Así que estos viajes a ARCO me impulsaron hacia otras fronteras artísticas, tanto físicas como intelectuales.

Después de Picasso

Por otro lado, cuando iba a la feria en mi época de estudiante, ARCO era, para todos los artistas de mi generación, una fuente de información inalcanzable: libros, revistas extranjeras, arte inaudito. Y lo digo así porque mi promoción de Bellas Artes acabó la carrera con Picasso, y después parecía que sólo había un agujero negro, muy negro.

ARCO fue mi primer Foucault, mi primera pensión, mi primera borrachera, mi primer Warhol, mi primera Sophie Calle, mi primer tirón de bolso, mi Prado... ¡mi primera colonia chispas!... Después de cinco años viajando a la feria, decidí irme a París, y allí volví a empezar otra vez, porque realmente descubrí que el agujero de desinformación que tenía era más profundo de lo que pensaba. Así que decidí tirar los pinceles al Sena y pasarme 365 tardes en la librería del Pompidou, devorando a mis hombres, como diría Dora García: Niechtze, Derrida, Bordieu, Benjamin... Y mi gran amor Enrique, Enrique Vila-Matas, cuyos libros llevaba en el bolsillo a todas horas. Seguro que me crucé con él en una de mis carreras en los enlaces de metro, porque por ese entonces vivía en París, también en una buhardilla, como yo, haciéndose a sí mismo, como las mariposas.

Después de París, Dora García me dejaba dormir en su casa de Bruselas y, poco a poco, fui descubriendo a muy buenas artistas españolas en todas las ciudades. Ellas han hecho su comunidad y su carrera fuera de España, aunque todas vamos a ARCO a apoyar a nuestra comunidad iniciática. Todas volvemos a casa.

De la feria, no esperamos ventas ni sorpresas. Particularmente, me gusta sentir que, aunque mi destierro fue obligado, ya que en otras ciudades he encontrado la plataforma para desarrollar mi trabajo más contemporáneo, allí me encuentro a la gente con la que he crecido (artistas, galeristas, comisarios...). ARCO no es solamente una feria, es el lugar en el que, una vez al año, todos los profesionales españoles vuelven a entablar posibles proyectos para intentar crear algo nuevo que tenga sentido. ARCO es como un intercambiador de pensamientos y de proyectos. Aunque las fiestas de familia suelen ser un desastre, no hay que dejar de ir a la feria, ya que, sin una comunidad artística española, los artistas no existimos. Porque lo cierto es que nuestra familia artística se está quedando en la periferia europea y es imprescindible fomentar mucho más las relaciones entre profesionales en nuestro país para no perderse en una comunidad incestuosa, porque eso es lo que pasa en los pueblos de la España profunda.

Dora, Esther, Eulàlia, Nacho, Sergio, Carmen, Silvia, Juan, Antoni... a todos los compañeros que, como yo, viven en la otra punta del mundo, ARCO nos da la oportunidad de vernos, de intercambiar ideas. Porque ser artista español es muy difícil cuando la comunidad española se mira tanto el ombligo y se dejan pasar importantes oportunidades. Este artículo es una oda a todos estos artistas que se fueron, como Picasso, a otros lugares para poder llegar a tener una visión de águila.