Image: Sven Augustijnen: 'Spectres'

Image: Sven Augustijnen: 'Spectres'

Arte

Sven Augustijnen: 'Spectres'

De Appel, Amsterdam. Hasta el 12 de febrero

15 diciembre, 2011 01:00

Fotograma de Spectres, de Sven Augustijnen.

Spectres es el último trabajo del artista belga Sven Augustijnen, una película de 90 minutos en la que desgrana uno de los episodios más turbios de la colonización belga en el Congo.

Spectres es un filme de 100 minutos de duración en el que Sven Augustijnen (Mechelen, 1970) plantea una pertinaz investigación en torno al asesinato, en 1961, de Patrice Lumumba, el primer presidente democráticamente electo en Congo, ya entonces antigua colonia belga. Han pasado cincuenta años desde el incidente y éste todavía reverbera en la conciencia histórica del país centroeuropeo. Es un momento oscuro que los artistas belgas se encargan de mantener fresco en la memoria colectiva. Muchos recordarán la serie de pinturas que Luc Tuymans realizó para el pabellón de Bélgica en la bienal de Venecia de 2001, en la que removía un pasado que aún no está bien digerido. La figura de Lumumba también tenía peso en la retrospectiva que el Museo de Bellas Artes de Bruselas dedicó al pintor al pasado año. La cubierta del catálogo era el retrato del líder congoleño.

La película de Sven Augustijnen es un ambicioso proyecto fruto de una co-producción entre importantes centros y museos. Tras su paso este año por la Kunsthalle de Bern, WIELS, Bruselas o la Kunsthalle de Sankt Gallen en Suiza, recala ahora en De Appel, Amsterdam tras haberse mostrado también en prestigiosos festivales de cine como el de Marsella, donde se llevó una mención especial del jurado y el premio de las filmotecas.

Lumumba fue un líder carismático que, en los siete meses que pasaron desde su elección hasta su asesinato, luchó por mantener unido al país centroafricano y consolidar su independencia frente a los intentos de Bélgica y Estados Unidos de continuar manejando los hilos del país, inmensamente rico en recursos. El filme de Augustijen parte de una premisa conceptual que es el tiempo que pasó Marx en Bruselas mientras escribía el Manifiesto Comunista, una estancia que, al parecer, afectó al príncipe que más tarde se convertiría en Leopoldo II, monarca responsable de la anexión de Congo a la corona belga un año después de la muerte de Marx.

La película se apoya en la reflexión sobre el vidrioso asunto de la legitimación histórica y se articula en torno al retorno al Congo de un octogenario Jacques Brassinne de la Buissiére, en su día oficial del gobierno belga, que investigó sobre el asesinato de Lumumba y escribió un libro en el que narró los últimos cincuenta días del político. El anciano viajó a Congo para reencontrarse con la viuda de Lumumba y reconstruir el terrible episodio.

Augustijnen plantea una narrativa que es tan turbia como los propios hechos, con localizaciones en el Congo y en Bélgica, con una estructura que está a medio camino entre el thriller, el ensayo documental o el biopic, con un enorme número de voces que convierten la objetividad en una verdadera utopía. Brassinne de la Buissiére aparece como narrador de una trama en la que se visitan lugares relacionados con el asesinato, como el supuesto árbol en el que se realizó el fusilamento, un árbol que ya no existe pero que permanece en la memoria colectiva como un poderoso símbolo. Cuando la película y un conjunto de fotografías asociadas a ella fueron presentados en la Kunsthalle de Sankt Gallen, Augustijnen trabajó en la reconstrucción del árbol, que podría convertirse en monumento, un monumento a la infamia colonial.

La forma de releer la historia se encuentra en el origen de los intereses de Augustijnen, que se magnifican con este episodio en concreto por la nebulosa que aún hoy le rodea y que hace que permanezca sin solución. El artista reconstruye la historia a partir de pequeños retales, de testimonios y averiguaciones que no sólo no arrojan luz sobre el posible desenlace del acontecimiento sino que hace que nos convenzamos de Historia siempre hay más que una.