Montserrat Soto: "El sistema del arte ha perdido credibilidad"
Montserrat Soto. Foto: Aura Chavarría
Tiempo roto leído al revés y desde el dorso de un cristal que tiene enfrente una pared blanca. Así se anuncia la exposición que inaugura hoy Montserrat Soto (Barcelona, 1961) en la galería Juana de Aizpuru. El anuncio nos coloca en la calle, dibujando una especie de muro transparente, y nos reclama cierto esfuerzo de lectura. No es gratuito. El territorio callejero es el protagonista en las nuevas fotos de Soto, un escalón más dentro de su proyecto Doom City, del hombre nómada al hombre sin lugar, que la artista empezó hace años y que, afirma, la tendrá ocupada los próximos. Montserrat Soto trae a la galería la esencia de espacios que hemos habitado, que vuelve a ocupar para direccionar nuestras miradas hacia una nueva evolución, un nuevo devenir del hombre. Para ello se ha ido a Jerusalén, a Pompeya, a Francia y a varios pueblos abandonados de España, explica. Antes lo hizo a Nueva York, Damasco, Sâo Paulo o Siria. Un largo viaje que ahora hace escala en Madrid.
Pregunta.- El título alude a lugares extendidos en el tiempo. ¿Cómo llegó a trabajar esa idea?
Respuesta.- Llegué a ella reflexionando sobre la sociedad contemporánea y las líneas de pensamiento de la actual situación política y social, que nos ofrecen signos que obligan a que revisemos nuestro pasado de una forma diferente. Últimamente vemos que vuelve con fuerza la idea de volver a lo vivido, a lo ya visto, a lo leído históricamente, pero me pregunto: ¿Cómo es que el retorno no restablece el olvido? ... Posiblemente porque el olvido nos permite ser nuestros otros yos. Los conceptos seguridad y protección, esa idea de dentro y fuera del muro planteadas ya en la Edad Media, vuelven hoy a primera línea cuando vemos las nuevas leyes de "protección" que impone la sociedad, tanto físicamente, en nuestros barrios y ciudades, como de manera virtual, en nuestro novato y peligroso gobierno de internet.
P.- ¿Cree que vivimos en una falsa libertad encubierta?
R.- Ese concepto de hombre libre y hombre esclavo que se impuso y regularizó con la implantación de las leyes en la época romana, creo que vuelve ahora a repensarse en su nuevo concepto de necesidad y libertad que nuestra sociedad explota.
P.- Vemos grafitis en las fotos y fuera de ellas, en las paredes de la galería. ¿Qué le interesa de su lenguaje?
R.- Son las voces de una parte de la ciudadanía que quiere actuar y esa acción hace que sus ideas se desarrollen y se presenten en lugares públicos y comunes. La "gran política" produce los cambios con moralidad y muchas teorías surgidas en los despachos. En cambio, el ciudadano es más práctico y habla desde la acción conjunta y en la calle. En este caso, la galería ya no es la antesala al lugar donde nos llevan las imágenes, sino que nos aleja aún más al intercalar un insólito espacio intermedio que añade nuevos elementos o nexos en el acto de contemplar.
P.- Por un lado, desde la entrada a la exposición leemos: Tiempo roto. Desde otro ángulo, ya dentro, en la sala grande, puede leerse otro mensaje unido al primero: El no tiempo no roto. ¿Qué significa?
R.- Estas obras forman parte del proyecto Doom City, que está dividido en cuatro dualismos o grandes temas. Es la clasificación que hago de todas las fotografías y vídeos que registro en las diferentes comunidades. El primer dualismo es "privado publico", el segundo "legal ilegal", el tercero "libertad necesidad", y el último "tiempo roto no-tiempo no-roto. Creo que ahora mismo ya tengo registrado toda la primera parte del proyecto, que es la parte de archivo. Así que espero tener acabado todo el proyecto en el 2014.
P.- Doom City es un viaje de largo recorrido. ¿A qué (no) lugares le ha llevado?
R.- Me está orientando a otra manera de valorar mi entorno. Al principio, buscaba dentro del nuevo urbanismo las claves que me permitieran entender todos estos proyectos iguales, que surgen y que se imponen en muy diferentes ciudades, con necesidades y culturas distintas. Me sorprendía que pudieran funcionar. Todos los grandes proyectos urbanísticos que me he encontrado en las diferentes sociedades no dan soluciones a los grandes problemas sociales. La erradicación real y total de la pobreza, el problema de la marginalidad y la inmigración, en su gran mayoría, son temas que no constan como prioridades en sus planes "legales". Quien da solución inmediata a estos graves problemas es la ilegalidad, por lo que esa ilegalidad se convierte en deber. Gran parte de las teorías sociales parten de que el hombre escoge donde vivir, pero eso rara vez ocurre, sólo los ciudadanos con alto poder adquisitivo tienen ese poder. En el transcurso del proyecto, he observado que el nuevo urbanismo es la consecuencia del abandono ideológico de un mundo más social. Creo que actualmente estamos presenciando continuos cambios hacia un decrecimiento global de la libertad y la amenaza de un crecimiento de poder de unos pocos que tiranizan nuestro mundo.
P.- ¿Cree que la crisis económica dibujará un nuevo tipo de ciudad?
R.- Bueno, creo que se está radicalizando este movimiento y cada vez más se está expandiendo la periferia de las periferias. Ejemplos extremos los encontramos en muchas de las ciudades de la América Latina y Asia. Gran parte de mi archivo de Doom City lo componen registros documentales de comunidades que se desarrollan fuera de la ciudad legal, y esas grandes "comunidades ilegales", las cuales no tienen siquiera las necesidades básicas, dan acogida a la gran mayoría de la población.
P.- Después de su largo viaje en el campo de la fotografía, 25 años ya, ¿qué espacio diría que le queda por "conquistar"?
R.- Tengo la sensación que todavía me queda todo por hacer, todo por aprehender.
P.- ¿Sigue trabajando "catalogando" colecciones?
R.- Sí, sigo clasificando todo lo que voy robando a través de la fotografía y el vídeo. Es mi manera de "poseer".
P.- ¿Qué problemáticas cree que afectan al sistema del arte contemporáneo? ¿Dónde está el debate más urgente?
R.- No sabría por donde empezar. Hay tantos debates urgentes y que necesitan de una obligada revisión... Aunque creo que el sistema del arte ha perdido totalmente su credibilidad y en el momento actual necesita grandes dosis de acción y compromiso. El artista es humillado por el sistema, que no sólo no le respeta, sino que intenta domesticarle y, sobre todo, banalizarle.