Image: Pablo Valbuena

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Arte

Pablo Valbuena

"En España la cultura se percibe como un lujo accesorio"

5 abril, 2013 02:00

Pablo Valbuena en su estudio

En las obras de Pablo Valbuena lo que ves es lo que ves, pero nada es lo que parece. ¿El mensaje? La realidad consiste en un número cada vez mayor de universos paralelos. Muchos presenta ahora en la galería Max Estrella de Madrid en un proyecto que llena de interrogantes lo que debe ser una exposición en una galería.

Se define como investigador y, ciertamente, sus proyectos son eso: exploraciones y sondeos orientados a la búsqueda de conocimiento, de esclarecer hechos y relaciones. Como un filósofo o un científico, también él explora los límites del entendimiento. Pablo Valbuena (Madrid, 1978) es metódico, curioso, tenaz. En su idea de obra de arte no hay misticismo y el aura está más bien fría. Dice que su material de trabajo son las ideas, dos en especial, ambas inseparables e igual de abstractas: el tiempo y el espacio. La fórmula matemática para definir cualquier atisbo de existencia. La vida misma. El eterno enigma para la ciencia. Desde esos campos, a veces divergentes, mira el arte para atisbar otros puntos de vista. Mejor dicho, puntos de fuga. Así tituló en 2010 su primera exposición en la galería Max Estrella, que ahora presenta su nuevo proyecto.

No es casual su formación como arquitecto, aunque su interés está lejos de la parte más funcional del espacio. Aunque físicos, los suyos son espacios mentales: las esquinas de un pasillo o la llamada de una luz. Espacios imposibles. "Todos creemos tener una noción muy clara del espacio real que nos rodea y sus límites, aunque lo que entendemos por 'real' no deja de ser una construcción social y cultural menos sólida y objetiva de lo que parece. La realidad es maleable. Algunas de mis piezas utilizan mecanismos no materiales que alteran la percepción del espacio, como la luz, afectando el movimiento del espectador y sus acciones. Mi interés está en generar esa experiencia de cierto disloque, donde lo previsto o conocido no coincida con lo que se experimenta. Un cambio en el modo en que percibimos, en la imagen mental que subjetivamente generamos de un espacio", explica.

El que proyecta en sus cuadernos de notas, donde nacen sus piezas entre textos, dibujos y bocetos, está lleno de reflexiones sobre lo real, lo virtual, la percepción, la luz o el movimiento.También el que proyecta sobre edificios, salas de exposiciones o galerías. Las últimas le han llevado a Berlín, Estambul, Leuven (Bélgica) y a Madrid, a exponer, de nuevo, en la galería Max Estrella.En este nuevo proyecto reside la esencia del trabajo que hasta ahora habíamos visto de Valbuena: cómo el artifico afecta nuestra percepción de lo real a partir de una temporalidad que somete el espacio a sus propias leyes. Además, abre una nueva vía a lo que entendemos por exposición: "la propuesta opera específicamente con el tiempo y el contexto de la galería en un sentido más amplio, no sólo en términos espacio-temporales sino también con el sistema de exposición en sí, con la estructura abstracta de la galería", explica.

Salir de la exposición

Es una exposición de exposiciones. En total 16, unas 190 obras aproximadamente,mostradas en el espacio de Max Estrella en los últimos tres años. De ellas, Valbuena reproduce sólo la huella, sencillos contornos de línea negra que acaban componiendo un mapa de densidades, solapando campas y capas, una palabra recurrente para el artista: capas de información, capas de lecturas, capas de tiempo. Y, entre ellas, una imagen de cómo se expone en la galería. Empezará por la exposición más reciente, la de Jorge Perianes, e irá atrás en el tiempo acumulando rastros en la galería hasta 2010 y la muestra La abstracción redefinida. Bien podría ser también el del proyecto de Valbuena porque eso es lo que acabará siendo. Digo acabará porque es un proyecto en proceso. Empezó el pasado miércoles, aunque no se presentará hasta el 18 de mayo junto a una publicación que contextualiza el proyecto y compila todo tipo de planos, listas y medidas. Dos semanas después, el 31 de mayo, se pondrá el punto y final. "El proceso de producción se convierte en la propia exposición -explica Valbuena-. En lugar de comprimir el tiempo de instalación para maximizar el tiempo de presentación, lo que hago es extender el tiempo de montaje a la duración total de la muestra. Eso da la posibilidad de ver la exposición varias veces y asistir a los diferentes estados de la idea".

-¿Qué le lleva a plantear un proyecto como éste?
-Surge de pensar cuáles son los límites cuando abordas una exposición en una galería, sobre cómo plantear una exposición. A pesar de que estoy habituado a trabajar específicamente, cuando pensaba en las piezas que iba a presentar me di cuenta de que no era la idea la que estaba dictando cómo tenía que ser esa exposición. El propio sistema de exposición impone un estricto corsé que pasa por ciertas convenciones, como colocar las obras en un espacio lo más neutro posible con el fin de potenciar su valor 'aurático' si hablamos de un espacio expositivo institucional o su valor de mercado en el caso de una galería. Un funcionamiento obsoleto para alguien que trabaje específicamente o con las ideas como materia prima. Lo razonable es que el sistema de presentación de una idea se adapte a la mejor forma de comunicarla, y no al revés. ¿Hasta qué punto los artistas nos hemos acostumbrado al cubo blanco y cómo nos condiciona a la hora de producir un trabajo? Esta exposición busca salir de la exposición convencional y analizarla.

-La exposición habla de los tiempos en una galería, de memoria colectiva pero también de ritmos de trabajo. Ese análisis, ¿qué conclusiones revela?
-La intervención en la galería invita, por encima de todo, a rememorar la experiencia, a conectar con la memoria. La lectura de cada persona puede ser diferente y ahí está más interesante para mí. En mi trabajo el espectador tiene un papel fundamental. Hace de eje en la construcción de la instalación. No hay obra hasta que alguien comienza a experimentarla.

En este proyecto por ejemplo vemos el peso que ejercen los espacios de la galería, cómo unas paredes se uilizan constantemente para colocar obras y otras no, podemos intuir el ingente volumen de piezas que circula al año por una galeríaa un ritmo frenético.
-¿Se consume arte a toda velocidad?
-Sí y lo sufre el artista. Los artistas tendríamos que decir más que no y tomarnosmás tiempo para pensar...

-Hagamos ese paseo hacia atrás pero recorriendo sus propias obras. Sus trabajos con luz parecen, ahora, disiparse. ¿Cómo ha ido evolucionando su trabajo?
-Comencé trabajando en las Esculturas aumentadas, enfocadas en el aspecto temporal de la escultura. Surgieron de un taller en Medialab-Prado, en 2007. Pronto entendí que cuando prescindía de la escultura y trabajaba directamente sobre la arquitectura, la intervención cobraba más profundidad. La pieza tenía más niveles de lectura. A partir de ahí se me abre un campo extenso en diferentes escalas y tipologías espaciales, desde el cubo blanco hasta la escala urbana. Trabajar en contextos tan distintos te obliga a un proceso de adaptación constante. Mi trabajo se ha ido centrado en intervenciones específicas que surgen como respuesta a un espacio determinado.

Momento de activar

-Por su naturaleza específica, su trabajo puede ser independiente del mercado. ¿Puede vivir del arte? ¿Cómo afrontas tu trabajo ante la actual crisis económica?
-Tengo el privilegio de poder dedicarme por completo a mi trabajo. En cuanto a la situación actual,por trabajar en un contexto internacional y por la naturaleza de mis proyectos no me ha supuesto un cambio apreciable. Trabajo igual o más que antes. La sensación que tengo es que los artistas nos adaptamos bien a esos vaivenes, quizás acostumbrados a las circunstancias adversas o porque no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades en momentos de despilfarro.

-¿Cuál cree que es el mayor problema del sistema de arte contemporáneo?
-Tengo la sensación de que en los últimos años el mercado del arte ejerce un peso excesivo. Cada vez se difumina más la línea entre mercado del arte y creación artística y son cosas distintas. El aspecto económico debería estar supeditado a la creación de ideas y a menudo no es así. El problema es la influencia que esto tiene en artistas jóvenes.

-Hablando de arte joven, ¿cómo ve la escena artística española?
-Está en un momento de activación. Están surgiendo muchas agrupaciones de artistas y gestores culturales que toman la iniciativa con los recursos que tienen a mano, muy en la línea de lo que hicimos con Hambre y, están surgiendo propuestas interesantes. La cuestión es cómo consolidar esto a medio plazo y que realmente se genere un tejido. El problema fundamental es la falta de capacidad de entender y fomentar este tejido cultural desde el ámbito político. No es una cuestión de cantidad de recursos, sino de cómo se gestionan.

-Hace un tiempo que dejó Madrid para vivir en Toulouse. ¿Dista mucho la situación artística en Francia?
-En Francia hay más entendimiento del arte y la cultura como educación fundamental. En España la cultura se percibe como un lujo (sin o) accesorio, siempre vinculada desde la política al ocio, el turismo o la economía, industria cultural la llaman, con una visión bastante miope y cortoplacista. Hace falta un cambio de mentalidad y entender la cultura como una parte imprescindible de la educación.