Image: Javier Carvajal, el maestro de nuestros maestros

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Arte

Javier Carvajal, el maestro de nuestros maestros

Fallece el último arquitecto de una estirpe que cambió el rumbo de la arquitectura española

14 junio, 2013 02:00

Javier Carvajal. Foto: Carlos Barajas.

Arquitecto clave en la segunda mitad del siglo XX, autor de la Torre de Valencia, muere en Madrid a los 87 años.

Javier Carvajal nació en Barcelona en 1926, el mismo año que murió Gaudí, del que heredó la brillantez de una obra potente y personal. Titulado por la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1953, Carvajal cierra una segunda generación de arquitectos titulados después de la Guerra Civil Española, entre los cuales cabría destacar a José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, Julio Cano Lasso, José María García de Paredes o Rafael de La-Hoz Arderius, herederos, en cierta medida, del camino abierto por los verdaderos pioneros de la modernidad española, cuyos centenarios de nacimiento se celebran en la actualidad.

Su trayectoria de éxitos se inició prácticamente en su titulación, con la que obtuvo el Premio Extraordinario en el Proyecto Fin de Carrera. Tras una breve incursión en el mundo inmobiliario con su soberbio edificio de viviendas en la Plaza de Cristo Rey de Madrid -en colaboración con Rafael García de Castro-, Carvajal viajó a Roma, donde disfrutó de una estancia en la Academia Española de Bellas Artes entre 1955 y 1957. En este periodo ganó su primer concurso para un edificio público, la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, que sigue sorprendiendo por su contemporaneidad a los que lo contemplan a su paso por la Avenida Diagonal de Barcelona. Coetáneamente a su regreso a España construyó el Panteón de los Españoles en Roma, esta vez en colaboración con José María García de Paredes, con el que también construiría la Iglesia de Nuestra Sra. de los Ángeles en Vitoria, uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura religiosa de las décadas de 1950 y 1960.

Autor de algunos de los ejemplos más sugerentes de la arquitectura comercial del momento para la firma Loewe, el reconocimiento internacional le vino de la mano del Pabellón de España en la Exposición Universal de Nueva York de 1964, definido por la crítica norteamericana Ada Louise Huxtable como una obra «absolutamente superior». Y volvió de la Gran Manzana con el máximo galardón del certamen: el premio a la mejor arquitectura extranjera.

Javier Carvajal podría haberse quedado a trabajar en América, pero prefirió volver a España, donde, durante la década de 1960, compatibilizó docencia y ejercicio profesional a un ritmo trepidante. Además de los proyectos para la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica y el edificio de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Carvajal construyó una serie de viviendas unifamiliares entre las que cabría destacar el conjunto formado por la de su suegro y la suya propia, que terminarían sirviendo de escenario para la película La madriguera de Carlos Saura, y que obtendrían el Premio Fritz Schumacher de la Universidad de Hannover a la mejor obra de arquitectura construida en 1968.

Mientras tanto había conseguido la Cátedra de Proyectos en Madrid antes de alcanzar la cuarentena; y dos años más tarde sería nombrado subdirector de esa Escuela, iniciando un proceso renovador de la enseñanza de la arquitectura que llevaría a sus aulas a muchos de los profesores que formaron a la generación actual. Su afán docente le llevaría a 'experimentar' en varias de las escuelas de arquitectura de la península, siendo director de la de Barcelona en 1972, director de la de las Palmas de Gran Canaria en 1974, y catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra en 1976.


Torre de Valencia, una de las obras emblemáticas de Javier Carvajal

Los edificios de Javier Carvajal forman parte del paisaje habitual que observamos los madrileños. Mucha gente sabe que suya es la polémica Torre de Valencia (1970-1973), criticadísima en su momento por ‘destrozar' la perspectiva de la Puerta de Alcalá desde la Plaza de Cibeles. Pero pocos saben que también es el autor del Zoológico de la Casa de Campo (1968-1970), ese espectáculo de hormigón armado que las fieras dulcifican, pero que siempre sorprende a los visitantes por su rotundidad.

Después vendrían años difíciles en los que apenas construiría y su labor se iría diluyendo entre los éxitos de sus discípulos. Pero terminaría construyendo una de sus últimas obras significativas precisamente al lado de uno de ellos: el enorme volumen de la Biblioteca de la Universidad de Navarra (1998), en diálogo con la Facultad de Comunicación de Ignacio Vicens.

Poco antes de su muerte, le fue concedida la Medalla de Oro de la Arquitectura 2012, el máximo galardón del Consejo Superior de Arquitectos de España, que bien podría inaugurar una nueva etapa en la que el reconocimiento a la brillante trayectoria de este arquitecto fuese lo que quedase en la mente de todos nosotros.