Robert Capa, arrojo y carisma
Los fotógrafos Gervasio Sánchez, Samuel Aranda y Ángel Marcos recuerdan a Capa en el centenario de su nacimiento
22 octubre, 2013 02:00Festival popular, País Vasco, Francia, 1951 © Robert Capa / Magnum Photos. En la exposición de la Agencia Magnum Photos en la Fundación Canal
Era idealista, intrépido, apuesto, alegre y carismático. Tuvo una infancia dramática, una vida apasionante y una muerte trágica. Robert Capa (nacido como Endre Friedmann en Budapest, 1913 - Thai Binh, Indochina, 1954), reunía todos los ingredientes necesarios para convertirse en un mito. Celebrado en todo el mundo, el fotógrafo de guerra más famoso del siglo XX, cofundador de la prestigiosa agencia Magnum, cumpliría hoy cien años.El joven Capa, de origen judío, abandonó Hungría con 18 años empujado por el avance de la ideología fascista en su país, y tras su paso por Alemania, se estableció en París. Allí conoció a los fotógrafos David Seymour "Chim" y Gerda Taro, que se convirtió en su pareja sentimental y profesional. Juntos inventaron el seudónimo Robert Capa, de fingida nacionalidad estadounidense, y fue usado por ambos para aumentar las posibilidades de difusión de sus fotos.
El eco de la guerra civil española en la prensa internacional lleva este nombre asociado de forma indisoluble. Aquí empezó Friedmann su labor como fotoperiodista de guerra. Comprometido con la causa republicana, estuvo presente desde ese lado en casi todos los frentes de la guerra hasta la caída de Cataluña.
La propia mitificación del conflicto influyó en la de Capa, opina el fotoperiodista Gervasio Sánchez, que ha estudiado y escrito sobre el húngaro en numerosas ocasiones. "No me interesa tanto su mito, que se agrandó con su muerte -al pisar una mina en la Indochina Francesa, hoy Vietnam-, sino su figura como fotógrafo perteneciente a una minoría judía que tuvo que huir de Hungría en el período de entreguerras. Aquello marcó su vida cotidiana y su ojo fotográfico: retrataba tan bien el dolor de las víctimas porque él mismo era una de ellas", asegura Sánchez, Premio Nacional de Fotografía. Como en el caso del cordobés, el trabajo más sobrecogedor de Capa tuvo lugar en la retaguardia, reflejando las consecuencias de la guerra en la población civil, como aquellas que recogían la mirada de miedo de los refugiados en Barcelona, o el nerviosismo de una madre y su hija escrutando el cielo de Bilbao al sonar la alarma antiaérea, la preferida de Sánchez.
"Sería injusto creer que la fotografía de guerra nace con Capa. Antes de él hubo otros fotógrafos soberbios y en su tiempo también, como los españoles Agustí Centelles o Alfonso, y en la segunda guerra mundial, rusos como Yevgeni Khaldei", asegura Sánchez, que dirige estos días un seminario de fotografía y periodismo en Albarracín, Teruel, en el que dedicará, por supuesto, una sesión a Capa con motivo de su centenario. "En gran medida, el éxito de Capa se debió a que supo relacionarse muy bien y consiguió publicar sus fotos en grandes medios", explica.
Fueron muchos los horrores presenciados por Capa en el frente y muchos sus traumas personales, a los que, aparte de su constante huida del terror antisemita, hay que sumar la trágica pérdida de su compañera Gerda Taro, atropellada accidentalmente por un tanque republicano en Brunete. Pero el carácter vitalista y expansivo de Capa pudo más que todo eso. John G. Morris, mítico editor gráfico de The New York Times, The Washington Post, Life y National Geographic, conoció a Capa hasta el punto de llamarle "hermano", como explicó recientemente en una entrevista en El Cultural. Se conocieron cuando el fotógrafo se trasladó a Nueva York y empezó a trabajar para Life. Más tarde, el editor se convertiría en el primer director de Magnum. "Capa era inteligente, tenía un ojo muy afinado y un gran corazón. Y gastaba un gran sentido del humor. Cuando volvía de la guerra, no era de esos reporteros melancólicos y huraños. Era muy divertido", recuerda Morris.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Capa fundó la agencia Magnum -una de las primeras cooperativas del gremio- junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandivert y David Seymour, y comenzó una etapa centrada en el retrato de figuras del mundo artístico, como Picasso, Hemingway, a quien ya conocía de la guerra civil, o Ingrid Bergman, con quien mantuvo un romance.
"Cualquier fotógrafo de guerra con dos décadas de experiencia habrá estado en más guerras que Capa", explica Sánchez. En total cubrió cinco guerras: la civil española, la segunda chino-japonesa, la segunda mundial, la primera árabe-israelí y la primera de Indochina, donde falleció accidentalmente mientras acompañaba a un destacamento del ejército francés.
La polémica del miliciano
La foto más famosa de Capa, Muerte de un miliciano, ha sido reproducida millares de veces como icono de la guerra civil española. Sin embargo, su veracidad ha sido puesta en entredicho en los últimos años y, con la aparición en 2008 de la "maleta mexicana", un conjunto de negativos de Capa, Taro y Chim que durante 70 años se creyó perdido, surgieron nuevas pruebas de la escenificación de la toma. Samuel Aranda, premio World Press Photo en 2011, fue uno de los que confirmaron, con gran decepción, el fraude: "En la hoja de contactos [la página índice en que se imprimen las miniaturas de todos los negativos de un carrete] había otra foto de un miliciano cayendo -demasiada casualidad en un mismo día- y la montaña que aparece al fondo demuestra que las fotos fueron tomadas a 50 kilómetros de Cerro Muriano".Sin embargo, Capa "supo compensar aquel error" con su trabajo posterior, explica Aranda. Sus favoritas del húngaro son las que tomó durante la Segunda Guerra Mundial, en especial las del Día D, cuando se jugó el pellejo más que nunca en el difícil desembarco de las tropas estadounidenses en las playas de Normandía. Tras un accidente durante el revelado en el estudio de Morris, solo sobrevivieron 11 fotografías, y las mejores no estaban entre ellas.
Aunque el trabajo de Capa no ha influido en este fotógrafo de guerra conscientemente por su lejanía en el tiempo, explica Aranda que sí lo ha hecho a través de quienes considera sus referentes más directos, como los contemporáneos James Nachtway y William Klein.
El trabajo de Capa tiene un peso enorme en la crónica gráfica del siglo XX, y su paso por colecciones y museos invita a preguntarse por su posible valor artístico. Ángel Marcos, destacado exponente de la fotografía artística, celebra la influencia indiscutible de Capa en todo aquel que ha tenido contacto con el medio, pero aboga por un debate serio sobre la frontera entre la fotografía documental y la artística. En cualquier caso, asegura Marcos, cualquier tipo de fotografía puede tomar como referencia el dinamismo y la pasión que Capa le imprimió a la profesión, que se resume en su célebre frase: "Si tus fotos no son lo bastante buenas, es que no te has acercado lo suficiente".