Image: Harry Gruyaert: La fotografía es sentimiento y personalidad

Image: Harry Gruyaert: "La fotografía es sentimiento y personalidad"

Arte

Harry Gruyaert: "La fotografía es sentimiento y personalidad"

El fotógrafo ha presentado París, Magnum, un libro que recoge en 400 fotografías la historia reciente de París

27 noviembre, 2014 01:00

La alegría de la victoria, Robert Capa, 26 de agosto de 1944. © Robert Capa/International Center of Photography, Magnum Photos

Cada fotógrafo trabaja un aspecto diferente con el que poder distinguirse entre los demás. Si en Cartier-Bresson era la captura del momento y en Robert Capa (con el deseo de ser un fotógrafo de guerra en paro) sus instantáneas sobre conflictos bélicos, en el caso de Harry Gruyaert (Bélgica, 1941) es el juego y los matices de la luz como elemento de comunicación. Todos ellos, fotógrafos de la Agencia Mágnum que se reúnen ahora en la publicación París, Magnum (editado por La Fábrica), un compendio con 400 imágenes de los fotógrafos de la Agencia que recorre la historia reciente de la capital francesa.

"La Agencia hizo esta propuesta hace tres años, hicimos reuniones y querían que un fotógrafo supervisara el libro. Me lo pidieron y acepté", cuenta el artista. Un paseo por la ciudad de París desde 1932 hasta 2014 a través de las imágenes que los artistas de la Agencia Magnum capturaron. "Ha sido complicado y a la vez emocionante porque había muchas fotos que no conocía, especialmente las del principio", relata Gruyaert. El objetivo no era mostrar las mejores imágenes de cada artista singular, sino mostrar las diferentes caras y facetas de una misma ciudad a lo largo del tiempo. "El resultado, creo, que es bueno, quizá podría haber sido mejor pero, obviamente, era un trabajo comprometido".

La vida intelectual, artística, social y ociosa en conjunción a la cotidiano (unas de las características de la Agencia), revelan los cambios que ha sufrido una ciudad que se conoce por su elegancia. Por sus calles han transitado las personas más ilustres, ha sido la cuna y residencia de escritores (Fitzgerald, Hemingway), artistas (Picasso), actores (Catherine Deneuve), cantantes (Edith Piaf), cineastas (Godard) y diseñadores de moda (Dior). Todos ellos se muestran en su ambiente cotidiano a través de este homenaje que se entiende como un retrato polifacético. Son Henri Cartier-Bresson, Martin Parr, David Seymour, Robert Capa, Guy Le Querrec y Herbert List, protagonistas, a su vez, de esta recopilación.

©Harry Gruyaert, 1985/Magnum Photos

"No se trataba de mostrar la mejor foto sino de crear y construir una historia". De hecho, el editor Eric Hazan (escritor de Viaje a la Palestina ocupada) ha sido el encargado de escribir el prólogo de este tomo en el que muestra su decepción con algunos de los grandes escritores de la época: "Si pienso en cuáles son las fotografías que me vienen a la cabeza de manera espontánea [...], imágenes milagrosas tomadas por fotógrafos que no conocían bien la ciudad, pero que, supieron identificar elementos de su singularidad. Curiosamente, esa agudeza en la percepción no se reproduce en la literatura. Los libros escritos por autores extranjeros en los que París es el marco o el sujeto, desde Los embajadores de Henry James hasta París era una fiesta de Ernst Hemingway, me parecen decepcionantes; una mirada enternecida en la que todo suena un poco falso [...]".

El largo proceso de entrar en la Agencia

La efervescencia de la ciudad, su clubs de jazz, el metro, cafés al aire libre y las tradiciones francesas están capturadas en París, Magnum. Una labor de selección entre más de 6.000.000 de imágenes. "La Agencia es única por su propia historia y por el trabajo realizado durante todos estos años", recalca Gruyaert. Él, miembro de la misma desde 1981, cuenta el largo proceso por el que pasan los artistas para entrar a formar parte de ese exquisito círculo: "Presentas tu trabajo, hay gente de Londres, de Nueva York, etc, que supervisan el catálogo, proponen a gente que puede resultar interesante para la agencia y estás como candidato dos años. Después, puedes convertirte en miembro a los seis años". Un proceso largo con diversas fases que ir sorteando.

Gruyaert comenzó haciendo fotos a los 15 años y, desde entonces, nunca ha pensado en hacer otra cosa. "Me mudé a París y empecé a trabajar. Supongo que tuve la suerte de saber lo que quería, hay gente a quien le lleva años darse cuenta de lo que quieren hacer". Aunque se muestra reacio a opinar qué es lo que diferencia sus fotografías del resto, explica que se puede ser un buen profesional sin necesidad de ser un artista. "Es complejo pero lo importante es cómo miras y sientes las cosas". Tal vez la clave de ser un buen fotógrafo. Aunque, continúa, no piensa en nada a la hora de presionar el botón de captura. "Para mí la fotografía no es pensar sino sentir, intuición. Lo último que hago es pensar, es algo como físico, especialmente cuando lo hacemos en color".

París desde las torres de Notre-Dame, Henri Cartier-Bresson, 1953. ©Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos. A la derecha, Gueorgui Pinkhassov, 1996. ©GueorguiPinkhassov/Magnum Photos

Este es el punto importante que define toda su obra: el color. La actitud frente a una imagen en blanco y negro y en color, comenta que es completamente diferente. Se ha especializado en ello, convirtiendo al color y la luz en un elemento que forma parte de la narración. Sus sutiles variaciones cromáticas y las diferentes luces del día así como la luz oriental y occidental, complace el iris y te cuenta parte de la historia. Esto es lo que le ha llevado a viajar por diferentes países. Su primer viaje fue en 1969 a Marruecos y con esa inmersión en el país fue galardonado con el Premio Kodak. Sus imágenes de India y Egipto, por otro lado, le han consagrado.

La revolución digital

No obstante, hace hincapié en que fue un "shock" la invención de la fotografía digital. Una revolución que supuso un avance, por otra parte. "Igual que cuando hablaba del color, pasar a lo digital fue cuestión de actitud. Cuando fotografío puedo trabajar con diferentes situaciones y posiciones de la luz y esto facilita el proceso", apunta. Otra de las revoluciones que llegó con la era digital se llama Photoshop, herramienta que elogia el artista. "Es fantástico para el revelado porque tienes más control sobre la calidad de la imagen, la saturación, el color, etc. Ahora trabajo durante más tiempo en ello que antes porque hay más posibilidades. Por supuesto no hablo de quitar o meter gente en las imágenes", matiza. Y es que de este modo la riqueza cromática del color y sus matices se vuelven más vibrantes y toman una personalidad propia. Cobran vida.

©Harry Gruyaert, 1985/Magnum Photos

No obstante, se muestra confuso sobre el rumbo que está tomando la fotografía profesional en el paradigma actual. "Estamos en un periodo muy extraño porque cada vez hablamos más de fotografía, todo el mundo quiere ser fotógrafo, algo absurdo. La gente fotografía todo el tiempo, nunca se han tomado tantas imágenes pero nunca ha habido menos fotografías", analiza. También critica, en parte, el uso de Instagram alegando que la gente saca el móvil antes de observar lo que está viendo y captura un momento que realmente no ha visto ni ha vivido. Aunque esto no perjudica la labor de los profesionales ya que "más importante que la técnica es la personalidad de estar emocionado y abierto a descubrir nuevas cosas". Profesionalidad y disciplina artística, detalla. Por esta misma razón dice que no daría consejo a los jóvenes que se quieren dedicar a este mundo de manera profesional. Los tiempos están cambiando, el fotoperiodismo se dificulta, cada vez se paga menos, las revistas tienen menos páginas y no es seguro ganarse la vida con ello. Y aunque él no se queja de su labor, sigue en activo y le encargan nuevos trabajos, comenta que no le "gustaría estar en su lugar".