Image: Dufy, el color del placer

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Arte

Dufy, el color del placer

El Museo Thyssen-Bornemisza acoge la primera retrospectiva de Raoul Dufy desde 1989

17 febrero, 2015 01:00

Plataforma marítima del Casino Marie-Christine, Sainte-Adresse, 1906

Tal vez sea uno de entre tantos desconocidos de la vanguardia impresionista pero Gertrude Stein siempre le tuvo presente. "Dufy es el placer", dijo en alguna ocasión pero su carácter hedonista y optimista hizo que cayera en el olvido. No obstante, su maestría y su incesante búsqueda de nuevas soluciones para crear su propio carácter definido mediante el color, ha hecho que su obra se haya revalorizado en los últimos años. Ahora, aprovechando que la Baronesa Thyssen Bornemisza tiene en su colección particular cuatro obras del pintor francés, el Museo Thyssen acoge la primera gran retrospectiva de Raoul Dufy desde 1989.

La muestra tiene como objetivo hacer hincapié en tres ideas básicas que caracterizan la obra de Dufy. Por un lado su maestría de la pintura y la sensibilidad que se desprende de sus colores. El pintor no entendía por qué las obras de muchos de sus compañeros se craqueaban al poco tiempo de ser pintadas y esto le llevó a investigar con los materiales y los colores. Se acerca, de este modo, al estilo y efecto óptico de la acuarela sin abandonar el óleo emanando un color inusual.

Detalle de El pavo real, ilustración del Bestiario o Cortejo de Orfeo de Guillaume Apollinaire, 1910-1911.

Dufy siempre tuvo simpatía por el impresionismo. Vivió en París y allí conoció a artistas como Monet y Braque y trabajó con el diseñador de moda Paul Poiret pero cuando conoció la obra de Matisse se alejó del impresionismo y se acercó al fauvismo, movimiento con el que podía experimentar con colores vivos y visuales. Otra de sus grandes fuentes de observación fue Cèzanne, a quien conoció en una exposición en el Salon d'Automne en 1907 en París y con quien se acercó al constructivismo, faceta que se puede observar en la segunda parte de la exposición, y la importancia del todo en el lienzo. Para este último tan importante como la manzana del bodegón era lo que estaba alrededor, los detalles y Dufy quiso seguir su estela.

Aquí se muestran algunos de los dibujos y bocetos del artista, así como grabados, una selección del Centre Pompidou, que Dufy empleó para ilustrar el Bestiario o Cortejo de Orfeo de Apollinaire. Con este trabajo se realizó uno de los primeros libros de artista que ayudaron a entender el universo del novelista. Para entonces el pintor ya había trabajado en el arte de la xilografía, algo que interesó al poeta para su libro. A través de estas piezas se conoce el mundo interior de un pintor que hizo, a su vez, de dibujante donde muestra su destreza mediante unos trazos decorativos que le imprimen a su arte un sentido más íntimo y, tal vez, desconocido para el público.

La gran bañista, 1914. A la derecha Ventana abierta, Niza, 1928

La segunda idea que el comisario de la exposición, Juan Ángel López, menciona es la independencia del artista para la creación de sus obras. Fue uno de los primeros en iniciarse en el fauvismo pero cuando conoce a Cèzanne se acerca a él y se interesa por los actos y escenas populares como se ve en una de sus grandes composiciones, La gran bañista. Además, era de los que pensaban que no debía haber diferenciación entre arte mayor y menor de modo que entre 1910 y 1928 trabajó de la mano de Poiret en la decoración de textiles. Esto hizo que se convirtiera en un influyente del cambio de gusto de la moda a principios de siglo.

Estos grabados del artista incidieron en su gusto por la decoración. De modo que para el año 1909 emprende una nueva andadura con el modista Paul Poiret y en su consiguiente trabajo con la firma Bianchini-Ferrer. Entre 1912 y 1928 diseña tejidos y comienza a explorar el inacabable mundo de la paleta de color. También se interesa por la cerámica realizando jarrones y azulejos con motivos animales y florales con la pretensión de ser jardines para bonsáis, como se puede percibir en Jardines de salón.

Naturaleza muerta con violín. Homenaje a Bach, 1952.

Así llegamos a la tercera idea que el comisario quiere transmitir con esta retrospectiva del Museo Thyssen. El carácter hedonista y positivista que le tachó de ser un pintor superficial por sus escenas de regatas, carreras de caballos y fiestas. Lo que muchos desconocen, por otro lado, es que Dufy pintaba para conocerse a sí mismo. Sobre todo la última etapa de su larga trayectoria donde crea un microcosmos de la realidad exterior para lo que se vale de la música. Siempre le gustó y siempre la tuvo presente pero en sus horas perecederas encontró en ella su aliada, su consuelo, su refugio. Con la música y con el color expresaba las sonoridades del objeto. En Naturaleza muerta con violín. Homenaje a Bach se observa cómo sus líneas y el color rojo que emplea evocan al sonido que emana el instrumento.

Y con este análisis del color cierra la exposición compuesta de 93 piezas procedentes de las colecciones privadas del Museé d´Art Moderne de la Ville de París, la National Gallery of Art de Washington, el Art Institute of Chicago, la Tate de Londres y el Centre Pompidou de París. Tras la Primera Guerra Mundial Raoul Dufy visita el sur de Francia con frecuencia para combinar la naturaleza con el disfrute de pintar al aire libre, como lo hacía Monet. Luces y sombras y la independencia entre color y figura se torna la línea de actuación del artista. Su serie de ventanas abiertas y balcones precisan su destreza y su gusto por el equilibrio en las transparencias y la opacidad. Para él, llegado este momento, se vuelve imprescindible que su pintura muestre recuerdos y tradiciones con el transcurso del tiempo como telón de fondo.

Así, muy a finales de sus días, el negro se torna el color por excelencia. No se trataba, a priori, de mostrar sus sentimientos más profundos pero la serie El carguero negro realizada entre 1946 y 1953, viene a mostrar ese vértigo de los días finales. Claro que, ya François de La Rochefoucauld dijo en su momento que "ni el sol, ni la muerte pueden mirarse fijamente". Quién sabe...