Un 'nuevo' Murillo llega al Prado
La obra, recuperada en Reino Unido, se exhibirá hasta el 17 de enero en el museo madrileño antes de regresar al Hospital de los Venerables.
10 septiembre, 2015 02:00Un detalle de San Pedro Penitente de los Venerables, obra de plena madurez de Murillo
El director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, y la directora general de la Fundación Focus-Abengoa, Anabel Morillo, acompañados por el conservador responsable de la colección de Murillo en el Museo, Javier Portús, y la restauradora de la obra, María Álvarez, han presentado este jueves la obra San Pedro penitente de los Venerables, propiedad de Abengoa, en la sala 17 del edificio Villanueva. La obra, pintada por Murillo para Justino de Neve y legada por éste al Hospital de los Venerables en 1685, se exhibirá temporalmente (desde el 11 de septiembre al 17 de enero) en el Museo del Prado junto a otras pinturas del artista sevillano, antes de su regreso definitivo al Hospital de los Venerables, sede de la Fundación Focus-Abengoa.San Pedro penitente de los Venerables fue propiedad de Justino de Neve, uno de los patrones más inteligentes y sensibles que tuvo el pintor, sobre el que el museo madrileño organizó hace tres años una muestra. En su testamento (1685) lo legó al edificio barroco del Hospital de los Venerables de Sevilla, adonde volverá tras su estancia en el Prado, culminando así la restitución de esta obra maestra de la pintura sevillana. En la iglesia del Hospital se conserva el retablo en el que se expuso desde al menos 1701 hasta que, durante la Guerra de la Independencia, la obra fue confiscada por el mariscal Soult, en cuya colección permaneció hasta su muerte en 1851. Desde entonces la obra ha permanecido en colecciones privadas.
San Pedro penitente de los Venerables tiene como punto de partida una composición de Ribera, y su tema fue muy popular en España durante el Siglo de Oro: el retiro y arrepentimiento de San Pedro, que junta sus manos y dirige sus ojos acuosos al cielo.
La restauración
Cuando la obra de Abengoa llegó al Prado se encontraba en un buen estado de conservación, pero estaba oscura, apagada y sin volumen, según han informado los responsables del museo. Los barnices acumulados y restauraciones anteriores restaban transparencia e impedían ver con claridad el lugar que debía ocupar cada una de las partes diseñadas para esta composición. Por eso, a pesar de su aparente buen estado, no mostraba estas necesarias referencias de espacio y profundidad.Así, se ha obrado para consolidar la pintura -proceso que evita posibles desprendimientos o levantamientos de su craquelado- y limpiar el lienzo de anteriores intervenciones. Así es posible observar de nuevo el virtuosismo técnico y estilístico de Murillo en este cuadro pintado en plena etapa de madurez.