Rubén Ramos Balsa: "La función del arte es introducir el caos en el orden"
Rubén Ramos Balsa trabajando en su estudio
Desde hace unos años la obra de Rubén Ramos Balsa ha abordado el concepto de tiempo, instante y duración. A partir de una base científica el artista revisa el paradigma mecanicista desde una perspectiva estética. Sus últimas propuestas llegan a la galería F2 de Madrid el próximo 13 de febrero.
Pregunta.- ¿Qué veremos en La objeción de Ernst March a la línea del horizonte?
Respuesta.- Es un despliegue de mapas mentales y gráficos e instalaciones. Se pueden ver imágenes de siete mares hechas con la tensión superficial del borde de un vaso de agua. Es decir, siete instalaciones con las que creaba un mar gigante partiendo de la videoproyección hecha desde el borde del vaso con su sonido correspondiente a través de una radio. La exposición está concebida como un libro abierto y fragmentado. De hecho, mis trabajos están interrelacionados unos con otros. Aquí se puede ver ese aspecto.
P.- Junto a las piezas se exponen apuntes y bocetos. ¿Qué aportan a la muestra?
R.- Los expongo como una estela de notas que son la estructura del vídeo que se presenta. Los bocetos son mapas mentales que, a su vez, van acompañados de pruebas de imágenes, borradores de instalaciones sin iluminación. Las obras no siempre están terminadas y las exposiciones son un momento concreto en el que se observa un estado. Sirven como guía que te devuelven a la obra, pero no son ilustrativos. Me interesaba mostrar un momento previo al suceso.
P.- ¿Cuál sería, por tanto, el hilo conductor de la muestra?
R.- Podría decir que la acción como el acto que transforma el modo de ver y percibir. Me gusta alterar el modo en el que vemos las cosas. La pieza principal, de hecho, es un telescopio para un microscopio para observar un círculo. Realmente son tres cuerpos de mobiliario simulando una posición que no se encuentra, la del observador. Se basa en romper ese pensamiento de mirar por aquí para ver allí.
P.- ¿Es un arte para hacer reflexionar?
R.- La obra de arte es un objeto extraño. A veces parece un objeto estable y en otras inestable, sujeto a capturar cualquier cambio, por pequeño que sea. Se trata de plantear artefactos de observación y repercutir en el modo de mirar y de observar algo. La obra en sí no hace reflexionar a la gente.
P.- Comentaba que sus piezas están unidas las unas a las otras. ¿Cómo?
R.- Es una manera de organizar el trabajo. Tiendo puentes entre las obras porque siempre las agrupo en series. A veces una serie aborda varias obras o una obra pertenece a varias series, los títulos cambian, evolucionan. Todas parten de la idea de experimento, en la frontera entre lo visible y lo invisible, entre lo posible y lo imposible.
el arte desde la ciencia
En 2004 Jurgen Renni y su equipo del Max Planck ofrecieron una conferencia en La Orotava (Santa Cruz de Tenerife) en la que hablaban sobre las objeciones que Ernst March hizo sobre la ley del equilibrio de Arquímedes. Esto despertó un interés en Ramos Balsa y desde entonces su obra se ha sentado sobre las bases de la investigación científica desde una perspectiva estética.P.- ¿Cuál es exactamente la relación con March?
R.- La línea del horizonte es la línea de nuestro equilibrio visual y perceptivo. Se podría decir que la experiencia estética está precedida por la experiencia perceptiva. Y la objeción que hace March es sobre un paso concreto en la demostración de Arquímedes de la ley de la palanca, la ley del equilibrio. Para mí es un reto intelectual demostrar su vigencia.
Imagen de la obra que expone Rubén Ramos Balsa
P.- ¿Cómo procede en sus investigaciones?R.- Me baso en la curiosidad y en la conjunción de fabricar-saber-jugar. Los artistas fabricamos cosas; yo mezclo el contenido visual con la operatibilidad de las manos, ambos instrumentos mentales en cooperación que forman un sistema complejo. Siempre hay un aspecto óptico en mi trabajo y es la asociación de elementos dispares, como un juego lúdico. En la investigación hay dos partes. La asociación libre para buscar encajes usando herramientas en el campo estético y el rigor correspondiente a cualquier metodología analítica.
P.- ¿Es ahí donde entra la relación entre arte y ciencia?Todas mis obras parten de la idea de experimento, en la frontera entre lo posible y lo imposible"
R.- Es algo indisolube. C.P. Snow, en su famoso libro Las dos culturas, hacía mención a la artificialidad de ambos. Una pregunta que nos haría pensar es para quién es más relevante el observador, si para la ciencia o para el arte. La diferencia entre arte y ciencia se puede definir por el resultado o por lo que cada una entienda por observador. Dependiendo de cómo lo definamos estamos antealgo que llamamos ciencia o algo que llamamos arte.
P.- Entonces, ¿para quién es más relevante?
R.- Para ambos. Si quitamos al observador nos quedamos sin ninguna de las dos cosas.
P.- ¿Cómo se sitúa en relación al concepto de rigor de la ciencia respecto a ambigüedad con la que el arte se dirige a ella?
R.- Estoy de acuerdo en que al arte se le permite todo en el juego de lo posible/imposible, pero la ciencia debe ceñirse a lo probable/improbable. La incursión de artistas en la ciencia es el síntoma de una tendencia descentralizadora de un rol poco explorado en nuestro país. Pero lo creativo es común a cualquier grupo productivo. El concepto de artista no es exclusivo del mundo del arte, también lo es en el mundo de la empresa, la investigación y la ciencia. La estética, como parte de la filosofía, es fundamental para el uso funcional del mundo y para las empresas más punteras en innovación es un mercado activo.
P.- Pero en la ciencia el rigor es clave.
R.- Respecto al rigor, el análisis es un instrumento que requiere unas pautas y unos protocolos. Yo me defino como filatelista y empirista. Pero la función creativa no pretende intervenir sólo en esa parte, su función reside más bien en introducir el caos en ese orden mental establecido en el laboratorio, provocar un encuentro. Lo inesperado y el error cumplen una función crucial. Si atendemos al rigor y a su aplicación, casi ninguna de las figuras de la ciencia pasaría el test.
P.- ¿Dónde sitúa, por tanto, sus referentes?
R.- Mis referentes directos son del mundo del arte, por formación y profesión. En mi facultad se dieron unas confluencias provenientes del instituto de estética de Madrid, de la línea de artistas y profesores vascos de los 80 y los 90 y una base activa de artistas gallegos. Somos producto de una generación formada ahí y mis referentes directos son artistas como Alberto Ruiz de Samaniego, Juan Fernando de la Iglesia, José Luis Greuin o Esther Ferrer. En la ciencia hay otros muchos intelectuales que me interesan, como el joven físico cuántico T. Pen Kiang, que me ha fascinado por sus reflexiones desde aspectos plásticos. Dos referentes científicos de primer orden son el físico David Deutch y el matemático Stanislas Dehaene.
P.- ¿Qué cree que le falta al panorama artístico español?
R.- La situación es interesante. Supongo que el músculo del arte es un movimiento lento e invisible, la capacidad transformadora como un juego con valores incomensurables. En este sentido confío en ver resultados porque hay muchas mentes fabricando muchas cosas.
@scamarzana