Image: La mirada aséptica de Albert Renger-Patzsch

Image: La mirada aséptica de Albert Renger-Patzsch

Arte

La mirada aséptica de Albert Renger-Patzsch

21 junio, 2017 02:00

Paisaje de Essen y mina de carbón Rosenblumendelle, 1928

La Fundación Mapfre dedica la mayor retrospectiva realizada fuera de Alemania al fotógrafo Albert Renger-Patzsch. A través de 185 instantáneas procedentes de diversas instituciones europeas la muestra, La perspectiva de las cosas, rastrea más de cuatro décadas de trayectoria de este fotógrafo que abrazó la Nueva Objetividad.

Fue durante los años 20 cuando arrancó su trayectoria en Alemania y en ese contexto socio-político de la posguerra, su crisis y la irrupción de la tecnología, Albert Renger-Patzsch (Wurzburgo, 1897 - Soest, 1966) entendió que la sociedad estaba cambiando. Y, sobre todo, entendió que ese cambio debía afectar también a la cultura, a la sociedad y a la política por lo que buscó una voz propia en el terreno del hiperrealismo fotográfico y se lanzó a denominada Nueva Objetividad. A modo de homenaje a uno de los fotógrafos más influyentes, originales e interesantes del siglo XX la Fundación Mapfre reúne, gracias a los préstamos de instituciones como la Fundación Ann y Jürgen Wilde, Pinakothek der Moderne de Múnich, Museum Folkwang, Museum Ludwig, Centre Georges Pompidou, 185 instantáneas en Albert Renger-Patzsch. La perspectiva de las cosas. Se trata, además, de la retrospectiva más copiosa dedicada al fotógrafo fuera de Alemania.

Su trabajo, "ahora que hablamos de lo digital, del fin de la fotografía y de la postfotografía, supone echar un vistazo a la Historia de esta disciplina y encontrar respuestas", opina Sérgio Mah, comisario de la muestra. "En un ejercicio de asepsia y de mirada objetiva Renger-Patzsch despliega los recursos de la fotografía con un lenguaje autónomo", especifica Pablo Jiménez Burillo, director de la Fundación Mapfre. En ese lenguaje que fue desarrollando y evolucionando durante las cuatro décadas de trabajo se pueden diferenciar tres etapas que aparecen representadas en esta muestra. Su objetivo principal fue, de hecho, "dotar a la fotografía de una identidad artística y conceptual propia que la separase de la tradición pictorialista, como del nuevo experimentalismo de las vanguardias del siglo XX", señala Carlos Gollonet, jefe de conservación de fotografía de la fundación. Con un lenguaje en el que se aprecia la sobriedad y la sencillez su mirada sirve para intensificar nuestra consciencia de las cosas y nuestra perspectiva de las mismas.

Stapelia variegata, Asclepiadaceae, 1923. A la derecha, Pescadora de cangrejos, 1927

"La fotografía reduce el mundo en color a un rectángulo en blanco y negro; y como el más modesto arte, requiere buen gusto, capacidad de abstracción, fantasía y concentración", dijo en 1937. Con esas máximas siempre presentes, en sus años iniciales se centró en "imágenes de flores y plantas" que reunió en la serie El Mundo de las Plantas. En este trabajo captura fragmentos de la naturaleza con objetividad y la mayor claridad posible. "En un momento en el que existía el debate sobre el horizonte del realismo en la fotografía él encontró una idea sólida" que materializa con "encuadres muy cerrados y perspectivas muy cercanas".

Entre 1927 y 1930 publica tres libros importantes: Die Halligen, donde recoge imágenes de algunas islas del mar de Frisia en las que captura la relación entre la naturaleza y los habitantes de esa zona del norte de Alemania, Lübeck y Hamburg, donde huye de la influencia de la pintura. En su trabajo, prosigue Mah, se dan cita aspectos como el rechazo a "la historia anterior y al movimiento pictorialista para buscar una fotografía que no miraba a la pintura". Esto "lo encontró en la Nueva Objetividad a través de imágenes frías e inexpresivas. Renger-Patzsch percibe que el realismo no solo es algo tautológico sino una manera de intensificar la atención del mundo que nos rodea". Además, las vanguardias lo cambiaron todo y "Renger intentó recentrar la fotografía rechazando la mezcla entre disciplinas porque creía que cada modo de expresión debía encontrar su identidad artística a través de lo específico", señala Mah.

Un nodo del puente de celosía de Duisburgo-Hochfeld, 1928. A la derecha, La savia brotando en las hayas, 1952

Sin embargo, se percibe un cambio en su forma de mirar cuando se traslada a Essen en 1929. A partir de ese momento "abre su objetivo a motivos industriales y arquitectónicos" y su objetividad se vuelve más inclusiva con encuadres más amplios en los que muestra no solo el objeto sino el paisaje que lo rodea. En la región del Rurh el fotógrafo captura las zonas intermedias entre lo urbano y lo rural donde se empieza a evidenciar que la industrialización está transformando el paisaje. Ese "realismo de Renger-Patzsch -continúa Mah- está conectado a la racionalidad de la máquina pero la frialdad de sus imágenes no llega de manera seca al espectador porque la mirada de este nunca es ajena ni objetiva".

Cuando en 1944 su familia decide instalarse en Wamel, poco tiempo después de que el bombardeo de los aliados destruyera gran parte de su archivo (por esa misma razón las fotografías de Renger son escasas y están dispersas por lo que reunirlas para esta muestra ha sido laborioso), el fotógrafo "vuelve a centrarse en la naturaleza". La naturaleza, los objetos, los paisajes se vuelven más contemplativos, de "rasgos más sutiles, menos espectaculares y más meditativos", explica el comisario. Frente a las imágenes del fotógrafo alemán, opina Sérgio Mah, "cada espectador vive una experiencia diferente al intentar entenderlas".

@scamarzana