Image: El Museo Cerralbo descubre un Van Dyck entre sus fondos

Image: El Museo Cerralbo descubre un Van Dyck entre sus fondos

Arte

El Museo Cerralbo descubre un Van Dyck entre sus fondos

18 diciembre, 2017 01:00

Detalle de Virgen con el Niño (h. 1622), recién atribuida a Van Dyck

El anticuario francés Philippe Barnabé y la restauradora Elena Moro atribuyen al maestro flamenco la autoría de una Virgen con el Niño que hasta ahora se consideraba una copia realizada por su contemporáneo Mateo de Cerezo y que desde este martes ocupará un lugar destacado en la exposición permanente del museo.

El Museo Cerralbo de Madrid acaba de descubrir un Van Dyck entre sus fondos. El cuadro, titulado Virgen con el Niño, se atribuía hasta ahora al pintor Mateo Cerezo (Burgos, 1637 - Madrid, 1666), miembro de la escuela madrileña pero durante los trabajos de restauración del lienzo han salido a la luz características técnicas y estilísticas que supuestamente delatan la mano de uno de los retratistas flamencos más importantes del barroco (Amberes 1599-Londres 1641). El descubrimiento ha sido realizado de manera conjunta por Elena Moro, restauradora del museo, y Philippe Barnabé, un destacado anticuario francés especializado en pintura de ese periodo artístico.

Hasta ahora se pensaba que el cuadro era una copia realizada por Cerezo de la serie de Van Dyck sobre el recurrente motivo de la virgen con el niño, que incluyen seis cuadros pintados a lo largo de una década por el maestro flamenco, desde su llegada a Génova en 1621 hasta 1632 cuando ya se encontraba de vuelta en Amberes.

"La sospecha de que no se trataba de una copia sino de un auténtico Van Dyck partió de Barnabé", explica a El Cultural la directora del Museo Cerralbo, Lourdes Vaquero. El galerista francés tuvo conocimiento del cuadro porque estaba incluido en el libro Van Dyck en España, del experto Matías Díaz Padrón, y se puso en contacto con el museo, recomendando la restauración del cuadro mientras él llevaba a cabo una concienzuda investigación.

"Si no hubiera sido por una fotografía bastante buena encontrada en los documentos del RKD [el Rijksbureau voor Kunsthistorische Documentatie, uno de los institutos de investigación y documentación más importantes de Europa] en La Haya, lo cual volvió nuestra atención de nuevo hacia Van Dyck, este cuadro probablemente habría permanecido olvidado", explica Barnabé en un artículo que explica los pormenores de la investigación en el último número de Estuco, la revista anual del Museo Cerralbo.

A Barnabé no le sorprende que la mano de Van Dyck haya pasado desapercibida hasta ahora por varios repintes y barnices de mala calidad acumulados durante siglos sobre la pintura original. Además señala que en el siglo XVII, "artistas italianos y flamencos como Rubens y Giordano a menudo viajaban desde los puertos de Génova y Nápoles hacia España, tal como hacían los artistas españoles en dirección contraria hacia Italia. En algunos casos, debido a esta fertilización cruzada, las obras de artistas de estas dos culturas tan diferentes han sido confundidas entre sí".

El antes y el después de la restauración

Tras las primeras pesquisas, la lectura en profundidad de los textos manuscritos sobre la vida del artista, La Vie 1769/91, conservados en el Museo del Louvre, junto al estudio estilístico, los análisis técnicos y la restauración de la obra, han permitido a Barnabé constatar la autoría del pintor flamenco en el período en el que trabajó en Génova, e identificarlo con la composición que regaló a los hermanos Lucas y Cornelis de Wael en 1625, justo antes de abandonar Génova con destino a Francia.

Mientras tanto, en el taller del Museo Cerralbo, la verdadera autoría del cuadro fue saliendo a la luz a medida que Moro, durante una labor de restauración que le llevó año y medio, iba destapando la pintura original, sepultada por varias capas de barniz que con el tiempo se fue oxidando y ensuciando con el consiguiente oscurecimiento de la imagen.

Según explica Barnabé en su estudio, la comparación del cuadro del Cerralbo con otros de la misma serie pintada por Van Dyck le han llevado a afirmar sin ninguna duda su autoría. Además, las imágenes de rayos X e infrarrojos han permitido descubrir los "pentimenti", las dudas y correcciones hechas por el propio autor en las diferentes fases de la realización del cuadro, especialmente en los ojos del niño y de la virgen, en las manos de esta y en la silueta del niño, que fue corregida para hacerla más esbelta.

Por su parte, los análisis químicos de la obra han permitido establecer que los pigmentos originales y la densidad del lienzo coinciden con los que empleó Van Dyck en su etapa italiana. Asimismo, la restauración ha puesto de manifiesto que la obra fue recortada en algún momento de su historia, y que sus dimensiones originales, algo mayores, se aproximarían al formato italiano clásico denominado "tela d' imperatore".

La obra tradicionalmente ocupó un lateral del oratorio en el palacio madrileño que alberga el museo, pero actualmente no estaba expuesta al público debido a las obras de restauración de esta sala. A partir de este martes, concluidos los trabajos de remodelación de la obra y de la sala, el cuadro ocupará un lugar preeminente en la colección y se expondrá en solitario en el oratorio, explica Vaquero.

La familia Cerralbo adquirió el cuadro en 1884 en la testamentaría del marqués de Salamanca. Antes había formado parte de colección del pintor José de Madrazo, quien a su vez lo compró, en la década de 1820, a la viuda del coleccionista Bernardo de Iriarte (1735-1814). El inventario de 1927 de Juan Cabré, primer director del museo Cerralbo, la describe en la relación de bienes que figuran en la capilla del piso entresuelo de esta casa palacio, señala la directora del museo.

Anton Van Dyck fue el pintor flamenco de la primera mitad del siglo XVII más importante después de Rubens, de quien fue aprendiz. Siguiendo su ejemplo, y tras una breve temporada en Londres, se trasladó a Italia y vivió allí durante seis años. Se radicó en Génova y desde allí viajó a otras ciudades como Roma, Florencia o Venecia. Después volvió a Flandes y se convirtió en pintor de corte. Más tarde fue contratado como retratista del rey Carlos I de Inglaterra, aunque siguió pasando temporadas trabajando en los Países Bajos para destacados nobles. Su fama fue creciendo en el siglo XVIII hasta ponerse a la misma altura que la de su maestro Rubens y hoy es considerado como uno de los pintores más importantes de la historia del arte.

@FDQuijano