Image: Kader Attia: El arte nos permite mirarlo todo con otro foco

Image: Kader Attia: "El arte nos permite mirarlo todo con otro foco"

Arte

Kader Attia: "El arte nos permite mirarlo todo con otro foco"

15 junio, 2018 02:00

Kader Attia. Foto: Pere Pratdesaba

Cuestiona desde el espacio del museo la herencia institucional de la era colonial poniendo en diálogo la tradición y la modernidad. Filósofo, activista y artista, Kader Attia presenta sus últimos trabajos en Barcelona tras recibir el Premio Joan Miró que conceden la Obra Social "la Caixa" y la Fundación Joan Miró.

Kader Attia (Dugny, 1970) llegó al mundo del arte casi por casualidad. Francés de origen argelino creció entre las dos culturas con continuos viajes de un país a otro. Estudió filosofía y diseño gráfico en París y Barcelona y fueron los años de su servicio militar en el Congo, recuerda, los que le hicieron ser más consciente (aún) de las consecuencias de la colonización, uno de los temas centrales de su obra. Se dio a conocer cuando inmortalizó con su cámara a la comunidad transgénero argelina de París en un trabajo que mostró con diapositivas en su casa y que acabó colgado en la Bienal de Venecia de 2003. "Yo quería darles visibilidad pero nunca pensé que le interesaría al mundo del arte".

Poco a poco fue ampliando el foco. En la Documenta de Kassel de 2012 presentó The Repair from Occident to Extra-Occidental Cultures, una instalación en la que reunía en estanterías metálicas y vitrinas esculturas de madera senegalesas junto a otras de mármol de Carrara, libros vintage (sobre África vista desde Occidente o técnicas de cirugía), todo tipo de artefactos africanos y documentación. Attia invitaba al público a mirar a estas dos realidades y a hacer sus propias asociaciones.

Reparar la amnesia

Escribe, da conferencias y ha fundado un espacio de debate -La Colonie- en París. Con sus reflexiones desborda lo artístico, y se nota, porque en el rato que habla con El Cultural nos da una clase magistral, en español con acento venezolano, sobre colonización, refugiados y arte. Las cicatrices nos recuerdan que nuestro pasado es real, la exposición que abre hoy sus puertas en la Fundación Miró de Barcelona, toma prestadas en su título las palabras del escritor Cormac McCarthy para hablarnos de la importancia de no borrar las trazas de la historia. "En mis viajes a África me di cuenta de que cuando reparan objetos y tratan cuerpos, lo hacen conservando la huella de la herida. En el mundo occidental, sin embargo, los objetos dañados se reemplazan por otros nuevos y si se arreglan es cubriendo el daño por completo. Hay que reparar esta amnesia".

El Premio Joan Miró 2017 (dotado con 70.000 E) ha traído de nuevo a Kader Attia a Barcelona, donde vivió y estudió hace 25 años. Recuerda que la ciudad que se encontró entonces vivía una "crisis de adolescencia" tras las Olimpiadas y entraba en la recesión económica. Lo primero que ha hecho antes de volver ha sido acudir a sus fotografías de la época "analógicas y en blanco y negro", comenta curioso con todos los cambios que se ha encontrado a su regreso. Allí ha filmado Héroes heridos, un vídeo sobre la situación de los refugiados en nuestro país que puede verse por primera vez en la muestra.

Pregunta.- ¿Por qué se ha centrado sólo en el caso español?
Respuesta.- Cuando hago exposiciones fuera me interesa dialogar con el contexto local. En esta videoinstalación he recogido la marcha de apoyo a los derechos de los refugiados y migrantes que tuvo lugar el pasado 3 de junio en Barcelona. No he grabado sólo a sus protagonistas -activistas, jubilados, jóvenes y niños- sino también a los turistas que miraban el espectáculo de la miseria, como diría Guy Debord. Incluir esta obra en la muestra subraya la importancia de recordar que el patrimonio del colonialismo y la esclavitud todavía producen dolor .

P.- ¿Qué respuesta espera por parte del público?
R.- No podemos tratar a la gente como si fuera un rebaño de ovejas. Una exposición tiene que ser un espacio para compartir, para transmitir conocimientos, para ver la realidad en otro contexto. Marcel Duchamp puso un urinario en el museo y yo con esta obra traigo a la sala de exposiciones la realidad que no vemos. El espacio del arte nos permite mirarlo todo con otro foco y darnos cuenta de que algo va mal.

Hommageà Ibrahima Sow, 2018

P.- Sin embargo las obras que nos reciben al entrar en la exposición son más poéticas.
R.- Hommage à Ibrahima Sow (2018), la primera de ellas, rompe con la realidad. Es un vídeo muy breve en el que la mano de un médico tradicional senegalés mueve la arena para adivinar el futuro. Le sigue una pieza de suelo hecha con cuscús, Untitled (Ghardaia), que cuenta la visita de Le Corbusier a la ciudad argelina de Ghardaia en 1930, dentro de un viaje que le marcó profundamente. Me interesa porque se apropió de la arquitectura vernácula bereber -utilizando en su diseños de los años treinta a cincuenta elementos típicos- pero el academicismo no ha sido capaz de reconocer esta influencia.

"Utilizar el cuscús me pareció una respuesta a Le Corbusier apropiándose de la arquitectura bereber"

P.- ¿Cómo da forma a este concepto de la reapropiación?
R.- Mezclo elementos teóricos, activistas y políticos usando materiales de mi cultura, como el cuscús que se come en el norte de África desde hace tres mil años. Utilizar el alimento en una obra de arte me pareció una respuesta a Le Corbusier y por qué no, una invitación a una cena post mortem.

Attia trabaja con diversas técnicas y formatos: escultura, vídeo, instalación... Relaciona los materiales con las temáticas que aborda, desde el cuscús hasta los espejos con forma de tumbas que utilizó en Holly Landen en la I Bienal de Canarias de 2006. No es fácil que elija sólo uno, pero subraya que le interesa mucho el reciclaje.

P.- ¿Un ejemplo?
R.- El concepto de reapropiación no responde a su etimología -volver a apropiarse de algo- sino a una recreación. Uno de estos procesos tiene que ver con el reciclaje de los materiales que fueron utilizados para dominar a la gente y transformarlos en otra cosa, en obras de arte. La escultura Indépendance Tchao está hecha con cajas metálicas rectangulares que encontré en un edificio de Argel en el que había una oficina de la policía. Me gustaba la forma y su historia y pensé en integrarlas en una escultura. Tras la descolonización surgió una moda en los países independizados de ser modernos, construir edificios de gran altura y darles nombres relacionados con la libertad y la emancipación. Un día, descubrí en Dakar, a donde voy a menudo, el Hotel Indépendance, lugar de encuentro de la burguesía hasta que entró en bancarrota. Ya lleva casi 30 años vacío, la gente hasta piensa que tiene fantasmas. Al visitarlo sentí en carne propia la triste herencia de lo que fueron las independencias. Cada balcón de la fachada es muy parecido a las formas de las cajas metálicas de la escultura, así que construí con ellas esta maqueta.

Attia se mueve entre unas obras activistas y otras más abstractas. En el segundo grupo está Mirrors, lienzos rajados que ha cosido a mano en la intimidad de su estudio de Berlín, estudio, por cierto, con estanterías abarrotadas de libros de arte, arquitectura e historia, donde encontramos uno de los últimos que ha leído: Dark Continents: Psychoanalysis and Colonialism (Post-Contemporary Interventions) de Ranjana Khanna. Entre los artistas se queda con los venezolanos Javier Téllez y Alexánder Apóstol, con los que coincidió en su etapa latinoamericana, y con la libanesa Marwa Arsanios.

Dice que ahora que ya ha inaugurado quiere tomarse un descanso, pero veremos, porque en septiembre participa en la Bienal de Gwangju con un proyecto nuevo -y en curso- sobre los chamanes.

@LuisaEspino4