Image: Dalí, la esperanza del surrealismo

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Arte

Dalí, la esperanza del surrealismo

El Museo Thyssen-Bornemisza inaugura Dalí y el surrealismo en la Colección de Arte Abanca, una muestra de 13 obras que sitúa al pintor de Figueras en el centro del relato

7 noviembre, 2018 01:00

Dalí: El patio oeste de la Isla de los Muertos (detalle), 1934

Dalí fue la gran esperanza del movimiento surrealista cuando este andaba escaso de creatividad, pero se convirtió en el pintor maldito por llevar el shock más allá de lo que los ortodoxos se atrevieron y por ser un ávido del dólar. Cuenta Guillermo Solana, director del Museo Thyssen-Bornemisza, que una vez caído en desgracia el pintor confesó haber tenido sueños eróticos con Hitler, lo que hizo que para Breton fuera insoportable que el catalán siguiera dentro del movimiento. En esta revelación convergían las dos grandes fobias del fundador de esta vanguardia: el fascismo y la homosexualidad. Dos obras del pintor nacido en Figueras, La rosa sangrienta y Patio oeste de la Isla de los Muertos, se convierten en el centro del relato de Dalí y el surrealismo en la Colección de Arte Abanca que se inaugura en el balcón del Thyssen-Bornemisza de forma gratuita hasta el próximo 27 de enero. Son 13 pinturas de diez artistas procedentes de una colección de más de 1.300 piezas las que subrayan la importancia de esta corriente del siglo XX que promovió dos máximas: la escritura automática y el relato de los sueños. "El surrealismo fue un movimiento literario que no dio lugar a un solo movimiento artístico, hay muchas maneras de verlo y existe una catarata de representaciones", sostiene el director de la pinacoteca. Por esa razón esta muestra establece algunas conexiones "evidentes" como las que unen a Dalí con Domínguez o a Miró con Mallo y otras "más heterogéneas, casi opuestas" como la presencia de Dalí y la abstracción de Miró en una misma sala.

Óscar Domínguez: Piano, 1933

Así pues, a la primera pared de la exposición, que se hace eco de cómo se generó el surrealismo, le sigue su posterior desarrollo. Recibe al visitante un tardío Giorgio de Chirico con La confusión del Taumaturgo, una pieza de 1926 en la que se ve a un hombre partido en dos por una ventana. Este centinela influyó en pintores como Magritte, Tanguy, Dalí y Ernst, siendo este último "el primer surrealista oficial", recuerda Solana. De su pincel es, de hecho, la siguiente obra que retrata dos jarrones en los que crecen flores; el azulado invade el rosado con un dado en el centro que simboliza el azar. Le siguen Cabeza de hombre III y Cabeza, pájaros, de Joan Miró, "artista que intenta asesinar la pintura y rompe con el esteticismo", y El salto, de Maruja Mallo. La pared central establece un diálogo entre las obras Piano y Drago del artista Óscar Domínguez y las dos de Dalí que ponen en pie esta exposición. "Breton hablaba de la importancia del relato de los sueños y Dalí con su método paranoico crítico busca la subversión de la realidad", sostiene el comisario de la exposición Juan Ángel López Manzanares. La rosa del primer cuadro "representa el deseo y la culpa al mismo tiempo, la figura femenina se expone encadenada, una figura de dolor que se ve amenazada por la sombra que hay al otro lado del lienzo y que es el recuerdo del padre", analiza. En la otra, El patio..., los cipreses simbolizan el deseo sexual y la figura envuelta alude a la culpa por dicho deseo. En este sentido, en los dos ejemplos de Domínguez se observa la influencia que el pintor de Figueras tuvo en su trabajo aunque este es "mucho más dramático".

Wifredo Lam: Pájaros en la noche, 1969

La última zona reúne obras de Urbano Lugrís que aunque "no perteneció al movimiento su iconografía sí recuerda al surrealismo" y concluye con tres piezas realizadas después de la Segunda Guerra Mundial. Matta empieza a hacer "pinturas de paisajes en las que mezcla el espacio y el tiempo", Wifredo Lam difumina "la figura con el fondo" y Eugenio Granell "intenta plasmar lo original de la selva del Caribe con un ave primigenia con formas mutantes y en movimiento", incide el comisario. Así pues, este movimiento, que "nace a resultas de la Primera Guerra Mundial y del descrédito de la cultura", propicia un dadaísmo que evoluciona hacia el surrealismo. Aunque "a diferencia del nihilismo del primero, este proporciona esperanza al hombre del siglo XX para cambiar la vida. Es un movimiento que va más allá de lo formal", explica López Manzanares. Así, el sueño y el subconsciente se convierten en los pilares de un movimiento que "intenta superar la alienación del hombre". @scamarzana