El arte queer hace historia
El aniversario de la redada que tuvo lugar durante la madrugada del 28 de junio de 1969 en el bar Stonewall Inn multiplica las actividades y libros que celebran el Día Internacional del Orgullo LGBT
28 junio, 2019 14:15Hoy, 28 de junio de 2019 se cumplen 50 años de los disturbios que tuvieron lugar en el Stonewall Inn, un bar de Nueva York al que acudían gays, lesbianas, transexuales (entonces, simplemente travestis) y gente de la calle. Se dice que la mafia estaba detrás del bar, que no había agua corriente y que quienes lo frecuentaban sabían que solo podían consumir bebidas embotelladas. Las redadas eran habituales pero, por alguna razón, aquel día marcó un punto de inflexión. Cuando iban a meter a uno de los detenidos en el furgón policial, este contestó con una patada al policía. El resto, lejos de achantarse y viendo que la brigada tenía intención de volver a la carga, se unió en la lucha. Aunque el cuerpo policial se replegó en el bar, la carga no acabó hasta que salieron los primeros rayos de sol. En aquel momento los negros, las feministas y los pacifistas ya luchaban por sus derechos pero el colectivo LGTB no estaba unido por un objetivo común. De aquella situación surgió la Gay Liberation Front y un año más tarde se organizó una marcha para conmemorar aquella noche. Desde entonces, el Día internacional del Orgullo se celebra el 28 de junio.
Con motivo de estas cinco décadas de lucha la editorial Phaidon ha reeditado el libro Art & Queer Culture, un volumen que incluye dos ensayos de Richard Mayer y Catherine Lord junto a una gran variedad de láminas de artistas como Bacon, Nan Goldin o Félix González-Torres. Con motivo de la efeméride esta edición se ha actualizado con un nuevo capítulo titulado Here and Now en el que han colaborado creadores que ponen de relieve el alcance del arte queer hoy en día.
A pesar de que el arte nunca ha sido ajeno a las cuestiones sociales y políticas, en 1978 las fotografías en las que Mapplethorpe captura con ropa de cuero fueron censuradas por una galería comercial de San Francisco (tampoco deberíamos olvidar que hace tan solo un año el Museo Serralves inauguró una muestra de fotografías sadomasoquistas del artista causando un revuelo que llevó al director de la pinacoteca portuguesa, Joao Ribas a presentar su dimisión). En esa misma época Terry Wolverton se dio cuenta de que "las artistas lesbianas trabajaban en los límites de cultura dominante". Con la exposición Great American Lesbian Art Show advirtió que "aceptar la invisibilidad era uno de los precios a pagar". En los años 70, comenta Lord, "las pocas artistas mujeres de éxito tenían que escoger y Louise Nevelson, por ejemplo, decidió volver al armario". En el Reino Unido tampoco parecía ser demasiado diferente la situación ya que a finales de esa misma década Margaret Thatcher "empezó a emplear la palabra familia para despojar todos los avances realizados en torno a los derechos de la comunidad gay", y en Estados Unidos, la obra Tilted Arc de Richard Serra "fue considerada una amenaza para la seguridad pública y fue destruida en 1989".
El texto de Mayer se centra en el arte de los años que van de 1885 a 1979 y revisa cómo la palabra 'homosexual' fue concebida a finales del siglo XX. A partir de los años 80 el análisis corre a cargo de Lord y empieza con una sección a la que titula Sontag como metáfora. A la muerte de la escritora tanto The New York Times como Los Angeles Times publicaron su obituario usando dos fotografías tomadas por Annie Leibovitz y, sin embargo, ninguno mencionó a la fotógrafa como amante de la escritora. Los organizaciones de gays y lesbianas protestaron y el primer diario mencionado se defendió diciendo que "ninguna fuente autorizada confirma una relación lésbica entre ellas de modo que tendría un aroma a eufemismo". Lord responde que "a Sontag nunca le importó el eufemismo".
En 1980 el artista George Segal concibió la obra Gay liberation. Se trata de una escultura blanca compuesta por cuatro figuras; dos mujeres y dos hombres. Hizo dos versiones: una para Nueva York y la otra para Los Ángeles. Esta segunda ciudad rechazó la pieza y en Nueva York "tras las quejas de los vecinos se perdieron los fondos para instalarla hasta 1992. Para entonces 23.400 vecinos habían muerto a causa del Sida, otorgando a la definición de ‘amorosa y cariñosa’ (así es como la calificó el propio artista) una urgencia mayor", escribe Lord.
Tan solo dos años más tarde, en 1982, el comisario Dan Cameron quiso hacer una exposición que, como explica en Extended Sensibilities: The Homosexual Presence in Contemporary Art, "los profesionales del arte LGTB le advirtieron de que acabaría con su carrera mientras que los guardianes del arte gay de Nueva York le ayudarían siempre y cuando les cediera el control". Algunos artistas disidentes empezaron entonces a tomar el espacio urbano: la serie Truism, de Jenny Holzer, los grafitis de David Wojnarowicz o las obras en el metro de Keith Haring son algunos de los ejemplos.
El problema del sida
El problema del Sida se fue recrudeciendo hasta convertirse en un verdadero drama. Varios artistas, entre ellos Wojnarowicz, contrajeron el virus. En 1988 este dijo: “cuando me dijeron que había contraído este virus no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que también había contraído el virus de la sociedad”. En España, dice Lord, artistas e intelectuales guardaron silencio sobre esta pandemia hasta principios de 1990 cuando Pepe Espaliú "organizó a sus amigos y aliados para cogerle en brazos y llevarle por las calles de Madrid. La performance Carrying Project significaba el transporte de un cuerpo enfermo y también el transporte colectivo del alma".
Su trabajo tuvo repercusión fuera del mundo del arte y en San Sebastián, por ejemplo, los eventos de Carrying Society evolucionaron con testimonios de gente infectada mientras que en Barcelona se realizaron estos mismos actos en una cárcel en la que algunos de los presos sufrían esta enfermedad. Fue en la década de los 80, 90 y durante los primeros compases de los años 200 cuando se empezaron a realizar actividades para desmentir que el sida era una enfermedad únicamente de las personas homosexuales.
No obstante, durante y después de la década de los 80 los artistas siguieron teniendo problemas "para distribuir su presencia en la intrincada red de las instituciones denominadas mundo del arte. Hicieron sus propios festivales e imprimieron sus propios catálogos", recuerda Lord. Entonces, algunos artistas como Wojnarowicz, Robert Gober o Félix González-Torres fueron incluidos en exposiciones de grandes museos pero la homosexualidad y el sida fue más difícil de desenredar "y los ataques eran cada vez más ardientes".
El término queer
Fue en la marcha que tuvo lugar en 1990 en Nueva York cuando el término se acuñó en aras de la visibilidad. Y en este sentido David Halperin dijo que "por definición queer es todo aquello que está en desacuerdo con lo normal, lo legítimo, lo dominante". Con el tiempo la situación ha ido evolucionando y muchos artistas inspirados por la teoría queer han conseguido el estatus de canónicos. Fred Wilson representó a Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 2003, Catherine Opie vio una retrospectiva de su trabajo en el Guggenheim en 2008 y Félix González-Torres en 2010. Actualmente, Wojnarowicz es el protagonista de una gran muestra en el Museo Reina Sofía. No obstante, la performance In the Near Future que Sharon Hayes llevó a cabo en 2009 llamó la atención de la policía. En su intervención sacó varias pancartas con frases como 'Never forgetting' o 'I am a Man' con las que se hace eco de manifestaciones anteriores.
Dando un pequeño salto hasta nuestros días Art & Queer Culture analiza cuál es el alcance del arte queer en la actualidad. Sus últimas páginas se centran en la transexualidad y algunos de los artistas que aquí se reúnen se identifican con los términos "gay, lesbiana, queer". Hay quien también lo hace "otras sexualidades disidentes". Una gran variedad de artistas como Richard Hawkins, Chris E. Vargas, John Kelly o Lola Flash alzan la voz. Dentro del arte español tampoco debemos olvidarnos de la labor de investigación y difusión de Cabello/Carceller.
Otras lecturas orgullosas
Un apartamento en Urano: este libro escrito por Paul B. Preciado, con prólogo de Virginie Despentes y editado por Anagrama, cuenta su proceso personal de transformación de Beatriz en Paul B. En este relato Preciado cuestiona las normas políticas y las fronteras, escruta las estructuras sociales y las pone en jaque con textos en los que también cuestiona los límites de lo literario. Un libro necesario.
Call me by your name: Tras el éxito de la película dirigida por Luca Guadagnino con ese discurso final tan perfecto como cautivador, no está de más recuperar la historia escrita por André Aciman en la que narra la historia de Elio y Oliver en Italia en los años 80. Este mismo año el autor ha publicado Variaciones Enigma, una novela protagonizada por Paul, un chico que ha ido configurando su idea del amor a través de las diferentes parejas, tanto mujeres como hombres.
Voy a hablar de Sarah. Esta novela de Pauline Delabroy-Allard narra una obsesión erótica. Dos mujeres que se conocen por casualidad y comienzan a tener citas improvisadas. Ha sido el libro revelación del año en Francia, se ha posicionado como la favorita de crítica y público, ha sido finalista para el Premio Goncourt y se llevó el Premio de los Libreros de Nancy-Le Point. En España la publicó Lumen en mayo.
Orgullo. 50 héroes. 5 décadas de lucha LGTBI+: La editorial Bruguera publica un libro ilustrado en el que reúne a 50 personalidades del mundo de la cultura que han ayudado con su trabajo a lograr la visibilidad y los derechos del colectivo en los últimos años. “Mientras siga habiendo lugares en los que las libertades afectivo-sexuales se persigan y castiguen, las acciones por la visibilidad y los derechos serán necesarias”, dice el libro. Dentro, y con ilustraciones de Josema Busto, se reúnen Pedro Almodóvar, Carlos Berlanga, Ellen Degeneres, Lorca, Bowie o Lady Gaga.
We can be heroes. Roberta Marrero hace uso del manuscrito como una especie de ejercicio de escritura automática que aporta espontaneidad a los rostros que inmortaliza. Su libro ilustrado We Can Be Heroes. Una celebración de la cultura LGTBQ+ es eso, un recorrido por aquellos que han contribuido a la visibilización y normalización de las minorías sexuales. Boy George, Madonna, Bowie, Virginie Despentes, Lorca, Alaska, Paloma Chamorro pero también Rocío Jurado protagonizan este compendio.
Esta semana en los museos
Como cada año el Museo Reina Sofía se une a la celebración. En esta ocasión lo hace bajo el lema Hablamos por nuestra diferencia, una propuesta que apuesta por una programación de actividades en las que se incluyen teatro, cine, performance y otras acciones como la puesta en marcha de grupos de reflexión. En este contexto, en el patio del edificio Nouvel se mostrará la obra Queer Futures. Salón de Belleza, una banderola de gran formato realizada por el peruano Giuseppe Campuzano y por Miguel A. López. En el terreno teatral se representará El beso en la sombra. Voces situadas por un pasado inconcluso, una pieza testimonial en la que un grupo de personas del colectivo LGTBIQ+ que vivieron durante el régimen franquista abordarán sus experiencias. Además, en la pinacoteca podrán visitarse tres exposiciones relacionadas con la temática LGTBIQ+: las de los artistas David Wojnarowicz y Henrik Olesen y Resistencias lúdico-políticas en el Madrid de los 90.
El IVAM de Valencia presenta Sexopolíticas del cine marginal. Años 70-80, una muestra documental que reúne, con motivo de la semana del Orgullo LGTBI, más de 80 documentos entre carteles, fanzines, folletos, boletines de asociaciones y películas. Además, se completa con un encuentro de cine y conversaciones del 28 al 30 de junio. El British Council también cuenta con la plataforma #WeAreEquals. Así, el próximo 5 de julio el escenario Puerta de Alcalá del MADO (Madrid Orgullo) ofrecerá un cartel que reúne a talentos de la escena musical del Reino Unido como L Devine, Jamz Supernova y Monarchy y a Two Ex.