Abstracciones excéntricas
La original y ambiciosa exposición del MUSAC Monocromo Género Neutro ofrece obras de cuarenta creadores que desbordaron la geometría desde los márgenes
14 octubre, 2019 06:52Monocromo Género Neutro. Musac. Av. de los Reyes Leoneses, 24. León. Comisario: Juan Guardiola. Hasta el 12 de enero
Monocromo género neutro no es un buen título. Solo los más puristas se sentirán atraídos por esta expresión que suena gris y ambigua. Sobre todo, porque no responde en absoluto a las intenciones y el resultado final. Se trata de una exposición original y ambiciosa, con una gran variedad de soportes: pinturas, fotografías, collages, dibujos, piezas sonoras, vídeos, textiles y diseño industrial de cuarenta artistas del siglo XX, muy bien montada. Todo para enunciar una hipótesis fuerte: la subversión de la composición matemática realizada por las artistas a partir de una tradición propia.
El comisario Juan Guardiola, actual director del CDAN en Huesca, donde posteriormente itinerará esta muestra, reconoce su aproximación intuitiva a lo que prefiero denominar “abstracción excéntrica”, un rótulo usado por Lucy Lippard para una exposición de artistas anti-forma en 1966, cuyo eco pregnante sigue resonando para comprender la legión de creadoras que han trabajado la abstracción con excentricidad: ya sea mediante la ruptura y desviaciones de la retícula; o bien, insertándola en el uso, transformando la vida cotidiana.
Tras un prólogo brillante, donde vemos en vídeo la empresa de tejidos y moda Sonia Delaunay Simultané, fundada en 1925, rodeado de pinturas y textiles de otras artistas constructivistas rusas como Sofronova y Dodalová y de la creadora de la Bauhaus Gunta Stölzl, se desvela el punto de arranque: la ancestral tradición de alfombras y encajes. Sus abstractos patrones comenzaron a ser estudiados y sistematizados por la industria en el siglo XIX, así como las combinaciones cromáticas, como presenta el manual de 1903 de la estadounidense Emily Noyes Vanderpoel, donde el color se analiza desligado de la representación. Y también los juegos de recortables infantiles para crear collages en el ámbito familiar. Pues es precisamente esa forzada reclusión de las mujeres al ámbito privado lo que se pone en valor aquí para mostrar las estrategias acumuladas, así como la coherencia con que las artistas, desde Delaunay a las diseñadoras y arquitectas modernistas, creyeron literalmente en el ideario vanguardista de llevar el arte a la vida cotidiana.
Una exposición original y ambiciosa de cuarenta creadores que desbordaron la geometría desde los márgenes
Desde ahí, se despliegan dos líneas paralelas. Por una parte, las diseñadoras europeas de objetos –de vajillas a mobiliario–: Anni Albers, Eileen Grey, Greta von Nessen, Gae Aulenti, Charlotte Perriand, Nanna Ditzel y Anna Castelli-Ferrieri. Y por otra, en América, aquellas ligadas a movimientos constructivistas y neoconcretos como la uruguaya Amalia Nieto, la cubana del arte cinético Loló Soldevilla, las brasileñas Lygia Clark y Pape, y la italobonaerense Ana Sacerdote, quien en los años setenta conoció los primeros programas de dibujos generados por ordenador, como también la pionera estadounidense del “arte cibernético” Lillian Schwartz, cuyas experimentaciones transfería a filmes de 16mm; y la canadiense Evelyn Lambart con la gran proyección Lines Vertical, 1960 y Lines Horizontal, 1962.
Pero qué duda cabe que en esta línea de abordaje procesual en nuevos medios, destacan con nombre propio pioneras en el ámbito musical, con variaciones matemáticas en las piezas sonoras de Pauline Oliveros, Kubisch, Beglarian y Westerkamp. Y también en la geometría rítmica de las acciones de las bailarinas y coreógrafas Trisha Brown, Simone Forti e Yvonne Rainer.
En la última parte de esta exposición se hallan las investigaciones de las artistas españolas –tan diferentes entre sí, con tan distintas motivaciones e intereses– Esther Ferrer, Elena Asins y Soledad Sevilla, bien conocidas pero con obras muy escogidas, excelentes. Están acompañadas por otras coetáneas como Aurélie Nemours y Hanne Darboven, que representan todas con su idiosincrática maestría solo un ápice –pero suficientemente significativo– de las decenas de creadoras destacables que han consagrado su trabajo a variaciones y desvaríos en la serialidad.
Un acertado broche para este recorrido es el proyecto El Paso del Ebro de la más joven Teresa Lanceta, con cinco tapices correspondientes a cinco meses de viajes rutinarios de Alicante a Barcelona, cruzando el Ebro allí donde se desencadenó la batalla el 25 de julio de 1938, y que da lugar en el vídeo documental a la remembranza de historias escuchadas en la infancia. Porque nos recuerda y subraya la íntima vinculación biográfica, emocional, que está detrás de todas estas subversiones matemáticas de las cultivadoras de estas abstracciones excéntricas. Desbordan la abstracción geométrica como ocurre en otras tendencias, por ejemplo ya antes Berthe Morisot desbordaba el impresionismo, Blanchard desbordaría el cubismo, o Kusama el minimalismo en su pop. Es la libertad que da trabajar desde los márgenes, con la fiel creencia en que el arte no es una profesión más, especializada en rivalizar.
Es importante subrayar que el centenar de piezas mostradas proceden de fondos españoles. A los préstamos institucionales previsibles: IVAM, MACBA, Reina Sofía, etc., se suman Fundaciones (March, Helga de Alvear), galeristas (Freijo, Àngels Barcelona) y las colecciones privadas de Adolfo Autric, Juan Bordes y Jorge Virgili, entre otros. Se diría que en arte contemporáneo nuestro país ha llegado a la mayoría de edad. Por fin.