'Túnez en Sepia': paisajes evaporados del norte de África
El Museo Arqueológico presenta una serie de fotografías de Túnez de finales del siglo XIX, paisajes vacíos y limpios con muchos restos romanos.
5 noviembre, 2023 01:05Uno de los aspectos más apasionantes del estudio de las imágenes es que pueden llegar a acumular muchas capas de significado que explican no solo lo que vemos en ellas sino también lo que no vemos: los contextos en los que se produjeron y se transmitieron. El centenar de viejas fotografías arqueológicas que se expone ahora en el MAN son un claro ejemplo. Les propongo un esquema, con invitación a explorar en las direcciones señaladas.
1. Nos situamos en Túnez, a finales del siglo XIX. La debilidad del imperio otomano ha permitido a Francia, en 1881, establecer un protectorado que, aunque mantiene en el trono al bey, ejerce un control financiero, militar y diplomático. El desarrollo de la arqueología moderna está muy ligado a la expansión colonial: si en los países europeos contribuyó a reforzar las identidades nacionales, en los territorios dominados tuvo su gran laboratorio.
Ganó particular notoriedad en el Mediterráneo otomano, donde se impuso el modelo francés de arqueología clásica y oriental. Las misiones arqueológicas iban asociadas a las expediciones militares para el reconocimiento geográfico, clave en la competición entre países para explotar las riquezas ajenas. Son miembros del ejército (en Túnez, Carton), diplomáticos (Tissot) y eclesiásticos (Delattre) los pioneros en documentar, excavar y, no pocas veces, expoliar los yacimientos. El saqueo adquirió dimensiones empresariales: en 1837 se había creado en París la Société pour l’exploration de Carthage. Con el Protectorado se institucionalizó el Servicio de Antigüedades, más sistemático, que promovió la catalogación fotográfica.
La fotografía no solo documenta los hallazgos arqueológicos modernos sino que multiplica su impacto
2. Una buena parte de los monumentos fotografiados son romanos. Túnez fue colonia romana durante ocho siglos y la abundancia de restos de ese origen fue especial acicate para los arqueólogos, que habían construido la disciplina a partir del estudio de los vestigios de Roma. Esto la acercaba a Europa y justificaba de aquella manera la “integración” de los territorios norteafricanos.
3. La fotografía es casi fundacional en la arqueología como ciencia moderna. No solo documenta los hallazgos sino que multiplica su impacto en la sociedad, en forma de ilustraciones de revistas y libros o de postales. Forma parte de la propaganda.
4. Empezaba a desarrollarse un turismo que heredaba la fascinación romántica por Oriente y la combinaba, en el caso de Túnez, con el disfrute de un clima benigno. Y demandaba souvenirs, también fotográficos. Los negativos se reunían en colecciones que podían ser vendidas en bloque a estudios fotográficos o editores, lo que desdibuja como aquí la autoría.
5. En la exposición, la tipología más abundante es la “vista”. No son tanto fotografías científicas como paisajes. De hecho, las campañas de catalogación de monumentos y sitios que pusieron en marcha gobiernos o empresas son una de las primeras vías de desarrollo del paisaje fotográfico. En las del norte de África –las de Egipto marcaron la pauta– son paisajes vacíos y limpios, al límite de la evaporación, alejadas de los convencionalismos de la pintura orientalista, que exagera el exotismo y el envoltorio vegetal, y destaca el elemento humano, empequeñecido en las fotografías.
[El museo fantasmal de la fotografía, en el instante decisivo]
6. El conjunto de unas 500 fotografías –se expone una selección– llegó a España en 1892 para participar en una de las muestras que conmemoraban el IV Centenario del Descubrimiento de América: la Exposición Histórico-Europea, paralela a la Histórico-Americana, con las que el gobierno paliaba su incapacidad para organizar, como correspondía, una gran Exposición Universal.
Se definió para esta un marco conceptual –“la cultura artística de Europa en los tiempos de la conquista”– con el que se hizo lo que se pudo. Pocos países respondieron a la llamada, entre ellos Francia, que, como era habitual en estas citas internacionales para sacar pecho en tiempos coloniales, quiso hacer énfasis en sus “conquistas” del momento y nos trajo a Túnez. Las imágenes se montaron en veinte cuadros, rodeadas de un batiburrillo de objetos de todo tipo y procedencia. Clausurado el evento, el bey las regaló al Museo Arqueológico.
7. El edificio de Biblioteca y Museos Nacionales, sede del Arqueológico, se inauguró con las exposiciones del Descubrimiento, por lo que estas fotografías cuentan también la historia de la institución. Y hace unos años, con la remodelación del museo, se encontraron unas fotografías del montaje inicial.
8. Lo que se expone son copias actuales hechas para la ocasión. Los originales son copias en papel a la albúmina, realizados a partir de negativos de vidrio, que son bastante frágiles pero producen texturas visuales muy hermosas, también en su deterioro. Y se exponen en todo el mundo, con las precauciones requeridas. ¡Pero si Patrimonio Nacional ha tenido en salas, y hasta ha llevado a Santander, las valiosísimas albúminas de LeGray! Estas fotografías, que no son grandes obras de arte, han estado 130 años rodando por cajones y almacenes y ¿ahora no pueden ponerse en la pared unas semanas, en su misma sede? Hay en la web del museo un catálogo en pdf descargable que les sirve, lo mismo que la visita, para hacer este tour tunecino.