La artista Marina Núñez interviene en el palacete de José Lázaro Galdiano
La artista dialoga con las obras de la colección del museo del empresario e intelectual en una de las exposiciones más sugestivas y profundas de la temporada.
29 enero, 2024 01:10Probablemente estamos ante una de las exposiciones más sugestivas y profundas de la temporada. Marina Núñez (Palencia, 1966) establece un recorrido de diálogo y superposición con las obras de la colección del Museo Lázaro Galdiano. Y lo hace abriendo la cuestión de qué vemos cuando recorremos los espacios de un museo. En este caso, se trata de una colección abierta, integrada con piezas de épocas y caracteres diversos.
Ante ello, lo que se plantea es un concepto, tomado del poeta y pensador francés Paul Valéry, quien en su libro La idea fija (1931), y en relación con el uso del ornamento, escribió: “Lo que hay más profundo en el hombre es la piel”. De ahí sale el título de la exposición, Nada es tan profundo como la piel. Con un conjunto de obras de Marina Núñez que se confronta con las que hay en las salas del museo, nuestras miradas van viendo la oscilación dinámica de formas quietas y en movimiento.
Pasamos junto a instalaciones estáticas depositadas en el suelo con figuras femeninas cubiertas por mantos, cuyo título es Ornamento (2023), que reclaman nuestra atención para no pisarlas. Descubrimos las intervenciones de gran formato en los balcones del palacio del museo, Botánica (2023), con rostros como si fueran telas decoradas y sobre los que se superponen esferas transparentes en las que vemos registros de flores y plantas.
Vamos encontrando una serie de conjuntos de piezas en pequeños formatos. Así, un grupo de esculturas de cristal, transparentes y rectangulares, en cuyo interior un cuerpo parece flotar junto a lo que pueden ser astros diminutos de forma circular: Historia natural (2023).
También figuras cubiertas unidas a soportes arbóreos, en impresiones sobre pan de oro: Gótico (2020). Dibujos a lápiz de color blanco con fondo negro, en impresión sobre madera con perfiles de caras en cuyo trasfondo brotan tejidos de ramas: Dafne (2023). Y bajorrelieves en latón lacado con imágenes de manos humanas en diálogo con fragmentos arbóreos y vegetales: Envidia (2022).
[Marina Núñez reinterpreta el bodegón en clave ecologista y feminista]
En otra perspectiva formal se sitúa una amplia y compleja instalación: Las herboristas (2023), en la Sala Pórtico, que alberga un conjunto de armaduras históricas. En las paredes de la sala vemos cinco vídeos monocanal acompañados de un registro musical compuesto por Luis de la Torre. En la proyección, sobre un suelo con imágenes de flores, van y vienen figuras hechas con encaje cubiertas con velos del mismo encaje de color amarillo, intensamente áureo.
Todas las obras de Marina Núñez se integran en una plena coherencia, formal y estilística. La llamada de atención sobre los aspectos externos de las figuras y materiales es decisiva, porque en todas ellas la piel y los ornamentos son un registro de mezclas y ecos plurales con lo que se llama nuestra atención sobre la importancia de la pluralidad en la base de lo humano. Lo que así se desvela es la profundidad de la piel como registro de la humanidad, y de su diversidad, algo que los planteamientos racistas rechazan.
Como síntesis final, dos aspectos. En la elaboración de las piezas Marina Núñez emplea soportes y técnicas digitales: el arte actual en diálogo con los tiempos de las obras del museo. Todas estas piezas son figuras femeninas, de mujeres, una piel que nos dice: la mujer, un signo decisivo para captar la profundidad de la piel. Abre bien tus ojos.