Muere a los 71 años el artista Manuel Franquelo, el genio insignificante
Importante representante del hiperrealismo español, el pintor, fotógrafo e ingeniero, formaba parte de la nómina de la galería Marlborough.
29 mayo, 2024 14:54No voy a escribir un obituario al uso porque sé que a Manolo le habría molestado. Los artistas no son gente normal, eso es algo que entiende todo el mundo. Por eso, y en honor a su biografía, escribo este obituario/reclamación. Una reflexión que, como uno de sus alumnos, me corresponde si quiero ser fiel a mi maestro, un grito sordo e insignificante que deja su muerte.
Le conocí barriendo la Academia Peña de dibujo donde trabaja de profesor. Manuel Franquelo (Málaga, 1953) era un genio, en el sentido renacentista. Era uno de los pintores en nómina de la prestigiosa galería Marlborough y expuso en los mejores museos, colecciones y galerías del mundo. ¿Cómo es posible que Franquelo fuera uno de los artistas españoles más importantes y un desconocido para el gran público?
Estudió Ingeniería y Bellas Artes en Madrid. Inicio su carrera artística asumiendo su contexto natural, me decía por esa época: “No voy a ponerme a hacer Pop, no vivo en Nueva York”. Y es que su espacio inicial fue el realismo. Pintaba un cuadro al año, vendido ya de antemano a los grandes coleccionistas. “Nunca podré pagar una obra mía”, me solía decir riéndose.
[El fantasma que habita en la pintura de Antonio López]
Recuerdo cuando le intenté convencer de que, en su primera exposición, después de años de trabajo para poder contar con obra suficiente, mostrara también el magnífico aerógrafo digital que él mismo había diseñado o su visor para ver los colores. ¿Cómo es posible que fuera maltratado por su primera galería y tuviera que manifestarse en ARCO con pancarta y todo para que le pagarán?
El Museo Thyssen también quería uno de sus cuadros para su colección, pero no hay ninguno disponible. ¿Cómo es posible que no haya ninguno en stock? Su última pintura es de 1993 y se vendió inacaba. Representa un recorte de periódico donde sale Nijisky. Para reproducirlo, Franquelo utilizó la técnica de la cuatricromía con que se había impreso el mismo diario.
Así pintaba Manolo, que no se identificaba con el hiperrealismo sino con un investigador riguroso de los límites de la pintura clásica. ¿Cómo es posible que, en 1993, dejara de pintar para siempre?
Tras una dura época de profunda reflexión, inicio una exploración hacia las nuevas tecnologías aplicadas al grabado, animado por su mujer Elena que era grabadora. Este camino le llevó a recibir el Premio Nacional de Grabado, en 1998. Dos años después, impulsó la creación del Centro de Investigación y Desarrollo de la Estampa Digital, en la Calcografía Nacional. A partir de aquí su trabajo se expandió a cualquier medio.
Dibujante, pintor, grabador, ingeniero, investigador, fotógrafo, inventor, músico y maestro ¿Cómo es posible que un artista de su talla fuera expulsado como profesor de la Universidad Bellas Artes de Aranjuez?
En 2000, su amistad con Adam Lowe le llevó a cofundar, en Madrid, Factum Arte, el mejor taller de arte y tecnología del mundo. Allí crea lo que, según él, fue su mayor aportación al mundo del arte y a la tecnología: el escáner Lucida 3D. Un invento que ahora usa Canon, ya que no patentó su idea.
Franquelo dejó sus planos y la configuración abiertos en internet para que cualquiera pudiera replicarlo. Con su invento se han escaneado para su conservación grandes obras de arte de la National Gallery de Londres, del Museo del Prado o del Museo del Louvre. Y hasta las tumbas del Valle de los Reyes, en Luxor.
¿Cómo es posible que un artista pionero en la comprensión del arte y la tecnología, venerado en Japón, sea un perfecto desconocido? Una y otra vez me sigo preguntando, la razón por la que este artista, riguroso y superdotado, entregó el trabajo de toda una vida a explorar lo insignificante.
[Retrato al natural de los últimos realistas]
¿Cómo es posible que después de tantos logros, lo insignificante siempre estuviera presente en su vida? Lo insignificante es precisamente lo que en nuestra cultura no tiene todavía significado, etiqueta ni función. No lo pequeño o diminuto, sino ese espacio libre de interpretaciones culturales donde la percepción personal y la cultura entran en colisión.
Lo insignificante no forma parte de nuestro mundo. Por eso quizás Manolo trabajaba en ese límite con el mundo, donde no pudo significarse él mismo. Lo insignificante espera que la revolución se produzca dentro de nuestra propia vida.
Gracias Manolo por resistir a la corriente. Siempre Maestro.
Pedro Galván Lamet es profesor, escritor y doctor en Bellas Artes.