Vista general de Carabanchel (Mural de Dalí realizado con latas de refresco por photoAlquimia). Foto: Cristina Villarino

Vista general de Carabanchel (Mural de Dalí realizado con latas de refresco por photoAlquimia). Foto: Cristina Villarino

Arte

Carabanchel es una feria: el barrio que se ha transformado con el arte

De las ruinas industriales ha surgido un avispero de galerías, estudios y residencias de artistas en un distrito obrero amenazado por la gentrificación. 

8 julio, 2024 01:13

Todo empieza en 1819. Francisco de Goya compra la Quinta del Sordo para convivir discretamente con su amante, Leocadia Weiss. Situada en Carabanchel Bajo, a las afueras de Madrid, en la quinta vivió sus últimos años en España, antes del exilio, y allí pintó sus famosas pinturas negras. En 1874, Saturno devorando a su hijo o El aquelarre fueron trasladadas de sus muros a lienzos, donadas al Museo del Prado, y la casa, derruida.

Desde entonces, cuando el barrio era un páramo de casas aisladas aunque también un entorno privilegiado de villas y recreo para las clases pudientes, este distrito, el más grande y poblado de Madrid con más de 262.000 almas y un 23 % de población extranjera, ha sufrido varias fases transformadoras vinculadas a la revolución industrial.

Floreció en él el Madrid desarrollista: las fábricas de jabón, sebo, pólvora, licores o cerillas, además de la automoción, con la fabricación del Isocarro, el famoso “cochecito” de la película de Pepe Isbert.

Mural del pintor Santiago Ydáñez en Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Mural del pintor Santiago Ydáñez en Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Carabanchel se convertía en una inmensa nave productiva. De aquello, hoy solo quedan ruinas de esta frenética actividad, además de una arquitectura industrial de grandes superficies y espacios diáfanos con alquileres a bajo coste, perfecta para albergar estudios para artistas.

El término Carabanchel (Caravangel) procede del castellano antiguo y significa literalmente “pedregal”; aludía a su naturaleza de suelo pedregoso que hacía muy difícil la construcción y la agricultura.

Su etimología no adivinó el fenómeno de atomización cultural que se produciría al convertirse en refugio de las clases creativas; un avispero de espacios para la música, las artes escénicas o la producción artística, trufada de galerías, residencias y espacios alternativos y localizado relativamente cerca del centro de Madrid.

Históricamente obrero e inmigrante, Carabanchel siempre ha estado vinculado a la cultura. La Colonia de la Prensa, que se construyó para albergar a periodistas y escritores a principios del siglo XX, o la famosa sala de conciertos Gruta 77 así lo atestiguan.

Nadie venía hasta que consiguieron que la Fundación Banco Santander pusiera autobuses que acercaran a los coleccionistas en ARCO

Varios grafitis ilustrados con el texto "tu arte sube mi alquiler" adornan paredes y puertas de estudios de artistas en el barrio. Algunos los acusan de la subida de los precios del alquiler, que desde marzo de 2021 se han incrementado un asombroso 7,29 %.

Una subida considerable para un barrio dormitorio ausente de alternativas de ocio, donde aún no han llegado los restaurantes de moda, las tiendas de lujo o las cafeterías de especialidad. Es inevitable no aludir al proceso gentrificador cuando hablamos de barrios donde hay un asentamiento exponencial de espacios creativos asociados a la especulación inmobiliaria.

Nuevas galerías en construcción en Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Nuevas galerías en construcción en Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Definida por la RAE como un “proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de mayor poder adquisitivo”, la gentrificación en Carabanchel es peculiar, ya que no responde a este modelo como lo han hecho otras ciudades, como el SoHo y el East Village de Nueva York o el barrio Gótico de Barcelona.

“Yo tengo casa en Nueva York”, nos cuenta Isidro Blasco, escultor, fotógrafo y ceramista, que vive y trabaja entre la Gran Manzana y Carabanchel. “Brooklyn fue el pistoletazo de salida. En el SoHo ya estaba la factoría de Andy Warhol, esto viene de lejos. Ahora está lleno de tiendas de superlujo y monetizan la imagen alternativa. Aquí estamos muy lejos de convertirnos en eso”.

Vista general del taller de Paula Anta en Malafama. Foto: Cristina Villarino

Vista general del taller de Paula Anta en Malafama. Foto: Cristina Villarino

Alquilar algo en Carabanchel ronda desde los 200 euros en un espacio compartido hasta unos 1.000 la nave. “Madrid tiene que expandirse, tiene una alta densidad de población. La subida de los precios es un fenómeno de toda la ciudad, más que un suceso localizado”, afirma Blasco.

“Aquí hay especulación, no gentrificación”, nos cuenta el artista malagueño Carlos Aires, uno de los primeros en llegar y fundar su estudio Malafama en 2013. “Yo no era consciente de que esto iba a ocurrir. Nunca pude imaginar en lo que se convertiría este barrio. Cuando llegué de vivir 14 años en Bélgica me encontré con que los artistas de Madrid no tenían estudios en condiciones, trabajaban en casa. Dan, el propietario del espacio Benveniste, especializado en grabado, también fue de los primeros en establecerse aquí. Vivimos juntos todo este proceso que ahora se está yendo de madre”.

Nadie venía a Carabanchel hasta que consiguieron que la Fundación Banco Santander pusiera un par de autobuses que acercara a los coleccionistas durante ARCO, y se obró el milagro.

El artista Carlos Aires en su taller. Foto: Rafael Díaz

El artista Carlos Aires en su taller. Foto: Rafael Díaz

Ahora todos los años Malafama y Nave Oporto organizan el “Carajillo”, una visita con churros y café durante la feria. A partir de ahí, diferentes experiencias como el festival ArtBanchel o la plataforma Carabanchel Distrito Cultural conectan agentes y afectos.

El barrio aún no ha experimentado un desplazamiento de su población autóctona, ni hay un asentamiento radical de las clases altas. Es cierto que el fenómeno se respira a través de la gran cantidad de terrenos en construcción que atisban lo que está por venir. Julio Galeote, fotógrafo y socio del estudio Delirio, trabaja y vive en Carabanchel: “Los grandes inversores extranjeros están haciéndose con manzanas enteras, sobre todo en la zona de Urgel, que ahora son descampados”.

El paisaje del barrio está trufado de grúas y se masca el afán especulador que se cierne sobre toda la ciudad, haciendo del barrio un peón más en esta partida de ajedrez.

Vista general de Nave Oporto. Foto: José Filemón

Vista general de Nave Oporto. Foto: José Filemón

“Acusan a los artistas de provocar la gentrificación y eso no es así. Ponen el foco en la persona equivocada. Los artistas somos trabajadores, buscavidas, supervivientes, simplemente somos la avanzadilla”, reivindica Aires.

El punto de inflexión fue el año 2013, cuando los artistas huyen del centro de Madrid por sus precios abusivos. “De repente, cuando volví de California, me encontré con que los artistas se habían desplazado del centro al barrio, casi de un día para otro”, cuenta Elena Lavellés de estudio Delirio. “Nave Oporto y Malafama son los más mediáticos pero hay otros muchos artistas como Jacobo Castellano, Cristina Garrido, José Luis Serzo o Jordi Colomer”.

Sabrina Amrani en su galería de Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Sabrina Amrani en su galería de Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Pero la llegada de Sabrina Amrani o VETA, de Fer Francés, con sus imponentes dimensiones, más cercanas a un museo que a una galería al uso, marcan un antes y un después: “Con la llegada de Sabrina Amrani se inaugura un nueva escala de barrio cultural”, afirma Daniel Silvo, director de Galería Nueva, un peculiar proyecto que no expone a artistas, sino a otras galerías seleccionadas en base a una propuesta previa.

Silvo ha unido sus dos espacios del centro con el de Carabanchel, ampliando considerablemente sus instalaciones. “Estar aquí nos permite estar cerca de todos y participar de iniciativas como Círculo Carabanchel”.

Daniel Silvo en su galería de Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Daniel Silvo en su galería de Carabanchel. Foto: Cristina Villarino

Este programa une a varias galerías al que también pertenecen, además de las antes nombradas, Belmonte, Benveniste Contemporary, Ginsberg + TZU, La Gran, Memoria, Planta1 o La oficina.

Esta última fundada hace a penas unos meses por Ada Cerdá y Adriana F. Pauly y cuya primera exposición comisarió Pedro G. Romero. “Estamos sorprendidas de la cantidad de público que viene y de sus perfiles tan diversos”, nos dicen.

“Estamos haciendo de Carabanchel un mito y en realidad hemos llegado aquí por casualidad”, cuenta el artista y docente cubano René Francisco quien llegó hace tres años.

Parte de su estudio es un pequeño espacio expositivo donde hace cuatro exposiciones al año. Actualmente podemos ver a Izabella Jagiello de la mano de Alexis Callado Estefanía, quien comisaría, a su vez, a Santiago Sierra en su próxima exposición en el CA2M.

“Cuando abrí muchos amigos me preguntaban si no teníamos miedo de que la gente no viniera”. Sabrina Amrani, galerista

"En esta comunidad se crean sinergias, tenemos la necesidad de vernos y encontrarnos. Aquí lo que está sucediendo es un proceso de claridad colectiva, de una fuerza creativa única en este momento histórico”.

Muchos de los artistas nos cuentan que aquí se sienten arropados ante un proceso artístico que normalmente discurre en soledad, y que la mayor ventaja es estar cerca unos de otros.

Una de las actividades celebradas en Proyecto Celesta

Una de las actividades celebradas en Proyecto Celesta

“Depende de la intensidad con que te relaciones. La idea es ser agradable y compartir arte, que todo surja de un modo orgánico”, nos cuenta la escultora Clara Montoya, una de las últimas en llegar con Proyecto Celesta, un espacio que incluye una programación estable de música electrónica.

“Hacer la reforma nos costó mucho, un año entero para transformar el local industrial en un espacio abierto y modulable, que era lo que queríamos”.

“Aquí lo que está sucediendo es un proceso de claridad colectiva de una fuerza creativa única”. René Francisco, artista

Se calcula que el barrio alberga unos 170 contenedores culturales, pero es imposible precisar el dato si añadimos a la ecuación los espacios hibridos, las iniciativas asociativas, educativas, divulgativas...

Un baile de agentes culturales con espacios autogestionados, la mayoría, sin ayudas oficiales, que resuenan unos en otros.“Abrimos en enero del 2019 y es curioso, porque muchos amigos o gente cercana a la galería me preguntaban si no teníamos miedo de que la gente no viniera, por la lejanía y la precariedad del barrio”, dice la galerista Sabrina Amrani, que presenta actualmente una exposición bellísima del historico Josep Grau-Garriga.

Ada Cerdá y Adriana F. Pauly en La Oficina, durante la exposición de Carme Nogueira. Foto: La oficina

Ada Cerdá y Adriana F. Pauly en La Oficina, durante la exposición de Carme Nogueira. Foto: La oficina

“Queríamos un espacio que fuera más allá de la obra colgada en la pared, deseábamos generar experiencias. Desde que estamos aquí, la gente viene mucho. Tenemos más visitantes en este espacio que en el de la calle Madera, en el centro de Madrid”.

Carabanchel se ha convertido, sin duda, en el mayor foco de producción cultural de la península ibérica. Precario e intermitente, también acaudalado y magnífico, se crece en los cuidados y en la comunidad, en hacerse fuerte juntos, como siempre hemos hecho, como especie, desde el neolítico. Juntarnos, para después bailar.