Las mejores exposiciones de 2024: ¡Abracadabra! El año del encantamiento
- Magos, médiums y duendes nos han hechizado entre objetos encantados: la escultura se ha impuesto en las exposiciones más votadas por nuestros críticos, con James Lee Byars a la cabeza.
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La escultura se ha impuesto este año con fuerza alcanzando la mitad de las exposiciones más votadas, con James Lee Byars a la cabeza. Tan solo dos colectivas, una histórica y otra más mística, en nuestros museos de cabecera, frente al reino de la exposición individual, este año de equilibrada y serena paridad entre géneros. Tampoco nos olvidamos de los artistas de larga carrera como Jeff Wall, Eva Lootz y Eduardo Chillida. Después de los lodos, la magia.
Consulta aquí las votaciones de nuestros críticos.
1. James Lee Byars. Perfecta es la pregunta
Palacio de Velázquez. Madrid
Comisario: Vicente Todolí
La inquebrantable aspiración a lo sublime y el interés por las formas geométricas simples –repletas de asociaciones mágico-místicas– marcaron el ritmo y el tono de esta excelente exposición organizada por el Museo Reina Sofía y HangarBicocca Milan. James Lee Byars (Detroit, 1932 - El Cairo, 1997) fue un artista difícil de catalogar, que definía su arte como “minimalista barroco”.
En el Palacio de Velázquez, el montaje y la monumentalidad del espacio jugaron a favor de obra para convertir a esta exposición en una experiencia “sacral y definitiva” como lo describió Elena Vozmediano: “El suyo es un universo de formas puras, con predilección por la esfera, abundante en la exposición, que acoge objetos cargados de historia cultural como un diente de narval o mobiliario antiguo; no pocas de sus piezas son funerarias –la muerte fue uno de sus grandes temas– pero casi siempre son luminosas”.
Muy influido por el sintoísmo, el budismo zen, la poesía haiku y los rituales y ceremonias japonesas donde vivió de 1958 a 1968, la exposición mostró piezas de 1959 a 1994 que acentuaban su característica sensación de masa, espacio y vacuidad con materiales nobles como el mármol, el pan de oro, las rosas frescas o la seda.
Piezas monumentales y rotundas impecablemente situadas, enfatizando la centralidad, y que nos hablaron de la experiencia de habitar el universo, acompañadas de material documental efímero –cartas, fotografías y vídeos de sus performances en la documenta 5 de Kassel o vistiendo su famoso traje dorado– y uniendo en todo momento arte y vida a través de una filosofía mayéutica e interrogativa.
2. Hilma af Klint
Museo Guggenheim. Bilbao
Comisarias: Tracey R. Bashkoff y Lucía Aguirre
La exposición más visitada del Guggenheim de Nueva York en sus setenta años de historia, con unas cifras récord de 600.000 visitantes, llegó a Bilbao para deslumbrarnos. Una cartografía espiritual y mística, declinada desde el fascinante uso del color, la libertad de trazo y composición, el sincretismo religioso, la fe y la belleza, hasta el punto que –como parece cronológicamente demostrado– fue ella quien inventó la pintura abstracta y no Vasili Kandinski.
El misterio sobre su obra aumenta al conocer que ella misma prohibió la exhibición de sus pinturas hasta veinte años después de su muerte, por creer que el mundo no estaba preparado para ellas, y que diseñó para alojarlas un templo helicoidal, como el mismo Guggenheim neoyorquino. En Bilbao estamos aún a tiempo de disfrutar las 193 obras de 1906 a 1920, exhibidas en series completas, lo que nos permite profundizar en su metodología y proceso de trabajo. Hilma af Klint (Suecia, 1882–1944) trata de explicar el mundo recodificando y descodificando todos los símbolos, traduciendo al arte los mensajes que le llegaban del más allá.
3. Jordi Colomer. Façana Foto Festa Futur Fideus
MACBA. Barcelona
Comisario: Martí Peran
Sorprendente, fresca, divertida y didáctica. Jordi Colomer (Barcelona, 1962) aterrizó en el MACBA recordándonos lo que le echábamos de menos desde que representó a España en la 57 Bienal de Venecia y, casi, desapareció del mapa. No solo el montaje fue un éxito en cuanto a la naturaleza y disposición de las piezas escultóricas y videográficas, sino que fue un placer recordar sus grandes éxitos, como su famosa No! Future, el coche con el luminoso a cuestas rodado en las calles de Berlín.
La exposición reunió cerca de setenta obras producidas en cuatro décadas, en formatos diferentes –instalaciones, collages, fotografías, vídeos y acciones–, en varios países del mundo, pertenecientes a colecciones públicas, privadas, nacionales e internacionales, articuladas sin principio ni fin. Como escribió Frederic Montornés: “En Colomer todo parece lo que no es y nos recuerda, a voz en grito, lo que debemos hacer: construir a nuestra medida el mundo donde queremos vivir”.
4. Eva Lootz. Hacer como quien dice: ¿y esto qué es?
Museo Reina Sofía. Madrid
Comisario: Fernando López
Un gran año para Eva Lootz (Viena, 1940) con una tríada de exposiciones importantísimas, dos en Madrid: Sala Alcalá 31 y Museo Reina Sofía y otra en la Sala Kubo Kutxa en San Sebastián. La del Reina Sofía, desplegada durante la temporada veraniega, proponía un recorrido no cronológico por las obras recientemente donadas por la artista al museo, algunas de ellas nunca antes mostradas.
Pinturas, esculturas, instalaciones, vídeos, series fotográficas y obras sonoras representativas de su trayectoria, con una atención especial a sus dibujos que, entre el tanteo y el texto, constituyen una suerte de escritura paralela en su corpus artístico. Lootz recurre a sus obsesiones por las materias primas en contraposición con nuestra sobreexposición a las imágenes digitales.
5. Jeff Wall. Cuentos Posibles.
La Virreina. Barcelona
Comisario: Jean-François Chevrier
El gran fotógrafo de la cotidianidad, cuyas imágenes transitan entre lo pictórico, lo documental y lo fotográfico, llegó a España en una impresionante retrospectiva de cuarenta piezas, muchas de ellas de su colección privada, formada principalmente por cajas de luz de gran formato. Como afirmó Frederic Montornés, sus imágenes fueron “concebidas para atrapar el pensamiento del espectador”.
Y es que destilan intrigas e historias entre la ficción y la realidad que tratamos sin éxito de resolver. Jeff Wall (Vancouver, 1946) tan solo ha producido doscientas imágenes desde 1978, algo asombroso en la era de la imagen digital, lo que alude a una metodología consciente y reposada, a un modo de hacer artesanal dedicado a desvelar los misterios y la idiosincrasia del paisaje y el paisanaje urbanos.
6. En el aire conmovido....
Museo Reina Sofía. Madrid
Comisario: Georges Didi-Huberman
Una exposición bellísima, lírica, flamenca. Un relato enciclopédico, a veces desbordado por su propia opulencia, pero capaz de conmover y encantar en el sentido más místico y esotérico del término.
George Didi-Huberman (Saint-Étienne, Francia, 1953), autor de sesenta libros y comisario también de antológicas exposiciones como su famosa Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, parte de la idea de duende en el Romancero Gitano de Federico García Lorca para hablarnos de las emociones y de los niños fantasmas de la literatura lorquiana.
Auguste Rodin, Alberto Giacometti, Salvador Dalí, Unica Zürn, James Ensor, Tatiana Trouvé, Joan Miró o Lucio Fontana son algunos de los invitados a este aquelarre exquisito e inabarcable.
7. June Crespo. Vascular
Guggenheim. Bilbao
Comisario: Manuel Cirauqui
Renovadora de la escultura contemporánea, June Crespo (Pamplona, 1982) ocupó el Guggenheim de Bilbao siendo la primera artista vasca en hacerlo. Fernando Golvano diseccionó su sistema vascular como “una producción de grietas, invención de analogías, variación y repetición que hace lo nuevo de modo libre y extraño”. Crespo así conecta la escuela escultórica vasca con la distopía futura en un relato cercano al ciberpunk.
Su obra, reconocida internacionalmente –ha participado en la Bienal de Venecia, por ejemplo–, se consolida en esta muestra como una de las más sorprendentes, desplegando una poética y una lógica particular entre tensiones y extrañezas, canales, tuberías recuperadas, materiales opuestos, conexiones fascinantes y escalas sorprendentes.
8. Una conversación: Chillida y las artes 1950-1970
Museo San Telmo. San Sebastián
Comisaria: María Bolaños
Celebramos el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) con esta exposición que se presentaba como un itinerario de influencias y resonancias plásticas que, en palabras de Fernando Golvano, “configuran un evocador paisaje de conversaciones y cuentan con la decisiva colaboración de Chillida Leku y la Sucesión Chillida [que gestiona con acertado tiento la poderosa galería Hauser & Wirth]”.
Un centenar de obras de Brancusi, Moore, Jean Arp, Julio González, Picasso, Ilse Bing, Joan Miró o Torres García de múltiples colecciones han aportado nuevas miradas sobre una obra exhaustamente documentada y trabajada en este centenario. La muestra lograba un evocador paisaje de constelaciones y afinidades.
9. Arte y transformaciones sociales en españa (1885-1910)
Museo del Prado. Madrid
Comisario: Javier Barón
El Museo del Prado presentaba en la temporada estival una espectacular muestra que indagaba en la profunda transformación social en España en esos 25 años. Una exposición insólita y obvia y, como escribió nuestro crítico José María Parreño, que representaba “asuntos como el trabajo en las fábricas, la marginación, la inmigración, la prostitución, la enfermedad o las luchas sociales”.
Lienzos de Sorolla, Jiménez Aranda, Casas, Regoyos o Picasso y una enorme diversidad de técnicas y registros creativos en las casi 300 obras –muchas antes no expuestas– que componían el relato, apuntando a las sendas del naturalismo como tendencia estética dominante a partir de la literatura de Émile Zola. Un espejo de lo que fuimos a través de las imágenes que se pintaron.
10. Mari Chordá... y muchas otras cosas
MACBA. Barcelona
Comisaria: Teresa Grandas
Pionera de la sexualidad libre, del activismo y del asociacionismo feminista, defensora de que lo personal es político, Mari Chordá (Amposta, 1942) es una fuerza catalizadora, agitadora y subversiva desde los años 60.
El MACBA rescata, hasta el 12 de enero, no solo su pintura pop de fluidos corporales y cuerpos deseantes sino también una prolífica documentación –cuentos, poemas, cuadernos, fanzines, cómics o las publicaciones de LaSal, la primera editorial feminista en España de la que fue cofundadora–.
Chordá simboliza la naturaleza subversiva del placer como herramienta política, de libertad y autoafirmación. Una exposición necesaria, objeto de memoria y reconocimiento.