Vista general de la exposición. Foto: Banco de España

Vista general de la exposición. Foto: Banco de España

Arte

Relojes, rebeldes y los nuevos retratos de los Reyes en el Banco de España: incongruencias en el tiempo

Elena Vozmediano
Publicada

Frente a las colecciones de nuestras entidades de crédito o fundaciones de las antiguas cajas de ahorro, el patrimonio artístico del Banco de España es de titularidad pública desde que se nacionalizó en 1962, con las obligaciones hacia los ciudadanos que eso conlleva. Pero no deja de ser una colección corporativa con una doble función: ornar los espacios de representación en sus diversas sedes y apuntalar la imagen institucional.

Solo desde 2021, cuando se inauguraron con 2.328 reales de vellón, cuenta el edificio central en Cibeles con unas salas de exposición que, dadas las dimensiones de la colección –cerca de 1.500 pinturas, esculturas, dibujos y fotografías, más profusión de artes suntuarias– y visto el mantenido interés del público, son manifiestamente insuficientes.

La tiranía de Cronos

Banco de España. Madrid. Comisaria: Yolanda Romero. Hasta el 29 de marzo

A falta de museo propio, ha optado por exhibir obras significativas mediante espaciadas muestras temáticas que, con el intermedio de la dedicada a Eduardo Adaro (arquitecto de esa sede), inciden en las antes mencionadas funciones, incorporando una dosis homeopática de crítica institucional.

(Un)common values, con argumento algo desdibujado, puso en relación la protección de la moneda que hacen los bancos centrales –era una colaboración con el de Bélgica, que trajo piezas suyas– con el valor económico del arte. Y en Flores y frutos confluían la condición decorativa del género y su carga simbólica vinculada a la abundancia, con un toque descolonizador.

En La tiranía de Cronos se da también esa suma heterogénea de perspectivas. Son en realidad tres exposiciones en una, aunque haya un hilo conductor. De un lado se exhiben 34 de los más de cien relojes que atesora el banco, algunos de ellos de importancia histórica, con buenas explicaciones que nos ayudan a entender la importancia que tuvo la medición exacta del tiempo en distintos contextos y, sobre todo, en el laboral.

José de Hoffmeyer, relojero: reloj de sobremesa, c. 1850-1860. Fabricado en España. Colección Banco de España

José de Hoffmeyer, relojero: reloj de sobremesa, c. 1850-1860. Fabricado en España. Colección Banco de España

De otro, en conexión bastante lograda con este conjunto patrimonial, 26 obras de artistas contemporáneos rebelados frente a la imposición de horarios –que convierte en moneda los intervalos de vida– o incluso frente a la linealidad del tiempo, no aceptada por todos los sistemas de pensamiento. Algunas, además, reflejan cómo el tiempo interviene de manera determinante en el proceso de creación o en la apreciación estética.

Y finalmente, el amplio espacio central funciona como una pequeña galería de retratos que parece concebida para arropar la presentación de los que Annie Leibovitz ha hecho de los reyes y del último gobernador del Banco de España, a precio de oro. Es, sí, muy áureo todo en esta sala en la que se concentran también los relojes más antiguos, lo que nos hace pensar en las 281 toneladas del preciado metal enterradas en la cámara acorazada bajo nuestros pies.

Los reyes Felipe y Letizia fotografiados por Annie Leibovitz.

Los reyes Felipe y Letizia fotografiados por Annie Leibovitz. David Morales EL ESPAÑOL

Los retratos son aparatosos, un poco ridículos para los tiempos que corren, y tienen solo la gracia de que el fondo palaciego, en el del rey, parece torcidísimo y a punto de derrumbarse. Resulta que en ese salón Gasparini hay un famoso reloj, El pastor, que se ve en una de las dos fotografías, y eso habría justificado la integración de las mismas en el relato expositivo.

Los retratos pictóricos que las flanquean –los mejores, claro, son los de Goya– debían evidenciar el valor alegórico de los relojes en las efigies de mandatarios pero lo cierto es que, salvo en el de Floridablanca, su presencia es apenas o nada perceptible. Muestran más bien cómo se ha enclavado en el tiempo una entidad que, al fin, asegura la duración del statu quo.