Image: Antonio Lamela

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Arquitectura

Antonio Lamela: "En España los concursos son una explotación de la profesión"

Antonio Lamela lleva 50 años de proyectos, concursos y construcciones y es, junto con Fernández Alba, Carvajal, Fisac o Higueras, uno de los históricos de nuestra arquitectura.

29 abril, 2004 02:00

Antonio Lamela. Foto: Mercedes Rodríguez

Con casi cincuenta años de trayectoria profesional, el Estudio Lamela, fundado por Antonio Lamela y dirigido actualmente junto con su hijo Carlos Lamela, se presenta hoy como referente de la arquitectura española, por el volumen y la importancia de las obras que construyen.

El estudio se sitúa en las tres últimas plantas del primer edificio proyectado y construido por Antonio Lamela. En la planta sexta se sitúa la dirección general y las direcciones financiera, técnica, de desarrollo y administrativa; la séptima es donde se encuentra la producción de proyectos y concursos y la octava contiene la biblioteca, el archivo y una zona de descanso. En la planta sexta tienen cabida los concursos, las publicaciones, los proyectos en ejecución y los trabajos de desarrollo. En conjunto, una infraestructura suficiente para llevar a cabo simultáneamente proyectos de gran envergadura como la ampliación del aeropuerto de Barajas, el aeropuerto de Varsovia y la nueva ciudad deportiva del Real Madrid.

Enfocamos esta conversación desde el principio en torno a tres grandes temas: el funcionamiento del estudio durante todos estos años de trabajo y su posición dentro de la arquitectura española, reflexiones personales sobre el estado actual de la arquitectura y, finalmente, el aeropuerto de Barajas como la gran obra pública que el Estudio Lamela tiene entre manos en España.

Pregunta. En este momento, ¿cuál es la actividad en la que se centra el estudio?, ¿tienen gran actividad de concursos, o por el contrario, se dedican más a los proyectos que están desarrollando actualmente?

Respuesta. Este año hemos reducido la participación en concursos porque en el del Banco Central Europeo hemos empleado casi ocho meses de trabajo. Normalmente solemos hacer 6 ó 7 concursos al año, lo que supone un gran esfuerzo. Tenemos un equipo dirigido por un par de personas, una base fija y una móvil. La fija son 4 ó 5 personas que están en el estudio entre cuatro y cinco años. El resto van y vienen según la necesidad del concurso. Hoy realmente la profesión no es consciente de la gravedad con que se plantea actualmente un concurso en España. Sin compensaciones de ningún tipo, es una explotación de la profesión, que lamentablemente se presta a ello.

El Estado como promotor

P. Respecto a los concursos públicos, el Estado se ha profesionalizado como gran promotor, en cambio, la disociación entre la industria al servicio del dinero y el Estado como promotor de obra de cierta calidad provoca a su vez la división de los estudios de arquitectura, unos al servicio del sector inmobiliario y otros estudios que participan en los grandes proyectos de calidad arquitectónica. ¿Existe esa posibilidad de disociación profesional?

R. Sí, creo que los arquitectos empiezan a valorar que la obra pública tiene mayor calidad que la obra privada, porque en la privada lo único que vale es factor monetario. Ahora un jefe de obra es generalmente un gestor económico, que lo único que tiene que buscar es un beneficio económico y que no existan reclamaciones, sin mayor interés por saber si la pieza que promueven tenga mayor o menor valor. Esto tiempo atrás no ocurría con tanta frecuencia.

"La vivienda unifamiliar es lo más antirentable que hay. Son proyectos que no los haces ni por la escala ni por el dinero, pero hay una comunión importante con el cliente"

P. A la entrada del despacho veíamos un cartel con muchas de las obras del Estudio Lamela. El grueso de los proyectos no es obra pública, desde grandísimos complejos residenciales hasta un club de ocio. Todas las tipologías y tamaños.

R. Si no me equivoco, el primer proyecto que el Estudio Lamela hizo para la administración fueron los juzgados de Marbella, pero fueron por designación del correspondiente Ministro, que sabiendo que nosotros estábamos en condiciones de poder realizar el encargo nos invitó directamente. Todo lo que vino a continuación fue promovido por iniciativa propia, algunas obras importantes como la de Colón o el barrio de San Ignacio de Loyola fueron por iniciativa privada.

P. Y hoy, en el Estudio Lamela, ¿cúal es el perfil del encargo?

R. Desde la vivienda unifamiliar hasta a la intervención en grandes concursos. Yo creo que a los arquitectos, por la formación que tenemos, nos ilusiona mucho hacer todo tipo de obras, sobre todo cuando el cliente es respetuoso con el arquitecto. Por ejemplo, estamos ahora mismo haciendo una casa en Centroamérica para un cliente privado. Son proyectos que no los haces ni por la escala ni por el dinero, porque hacer una vivienda unifamiliar es lo más antirentable que hay. Hemos intervenido con bastante interés, dedicándole bastantes horas y mucha ilusión. He tratado de ponerme en el lugar del usuario de aquella casa, esas cosas a mí me siguen haciendo ilusión porque hay una comunión con el cliente importante.

P. El interés como arquitectos de invadir otros mercados, otros lugares, ¿es un interés empresarial o exportador? Antes el arquitecto era de su ciudad o de su país, sin embargo hoy vemos como españoles construyen edificios de gran relevancia en el extranjero y a la inversa.

R. Yo no lo veo como una invasión. Estamos en una situación de globalización producida por el ser humano, nuestro globo es tan pequeño que ya no hay lugares para fronteras, las hemos superado con una moneda única, el sistema métrico decimal, un idioma único, el inglés, a parte, por supuesto, de la importancia que tiene el español, que hay que seguir defendiéndolo.

»La realidad es que la internacionalización de la arquitectura es un fenómeno imparable. Ahora vas por cualquier ciudad española y ves que la arquitectura que se hace en Huelva y Gerona es desgraciadamente la misma, no depende de la idoneidad de un problema, sino de lo que te marque la ordenanza. A esto se añade que, como todo se ha globalizado, la permeabilidad es mucho mayor. El arquitecto español nunca se ha especializado porque el mercado no lo ha permitido. Si sales por ahí fuera ves que todavía hay arquitectos especialistas en hospitales o en arquitectura residencial por ejemplo. En el mercado español eso no sería posible, porque estarías nueve años parado. La solución es que cuando has invertido unos años en una obra muy importante, por ejemplo como es el tema de un aeropuerto, y sabes que en España ya no se van a hacer más aeropuertos, los haces fuera, porque todo el tiempo que has empleado en formarte a ti mismo y al equipo, y en montar una organización competente no tiene sentido que se pierda.

P. ¿Existe por tanto una tendencia natural a la especialización? ¿Es bueno para la arquitectura?

R. Sí, creo que eso es evidente en cualquier sector. La especialización es buena porque conlleva calidad. Nosotros tenemos muy claro que el Estudio Lámela va a tener un gran futuro posiblemente en los edificios aeroportuarios, edificación deportiva posiblemente y en la sanitaria.

Profesión y humanidad

P. Hay quien dice que quien sólo sabe de arquitectura ni de arquitectura sabe. Esto nos invita a una reflexión, ¿hasta qué punto la arquitectura se transforma en una industria altamente profesionalizada y pierde algunos de sus aspectos humanísticos?

R. Eso es cierto, pero la inteligencia es saber combinar lo uno con lo otro. Yo estoy inmerso en el mundo del humanismo, todo lo que está relacionado con el ser humano me interesa. La desambientación y desubicación del lugar también es un problema a resolver. El proyecto de clínica especializada en combatir la enfermedad del Alzheimer, que probablemente se va ha repetir en España más de veinte veces, tendremos que hacer en cada lugar que la arquitectura sea adecuada para ese sitio, de acuerdo con su clima, materiales, paisaje, ubicación y tantas cosas... es ahí donde está la inteligencia.

P. ¿Cómo ve el futuro desarrollo de Madrid?

R. No sé si hay alguna ciudad europea que esté creciendo como Madrid. Sanchinarro creo que ha sido una gran oportunidad perdida. Cuando se acaben estos barrios nos daremos cuenta de que no tienen ningún interés arquitectónico. Por otro lado, creo que la alcaldía ha hecho un gran esfuerzo por hacer cosas de interés y por equipar adecuadamente la ciudad. Madrid es una ciudad que ha tenido un crecimiento rapidísimo desde los años 50, triplicando su población. Es una ciudad de todos y probablemente hemos estado más preocupados por hacer las cosas rápido antes que por construir bien. La candidatura olímpica servirá para terminar de ensamblar la ciudad.

»Madrid tiene dos asignaturas pendientes. Por un lado, y esto viene de hace tiempo, no ha sabido resolver el problema de circulación vehicular. La otra asignatura pendiente es el urbanismo. El reflejo arquitectónico de ese urbanismo en Madrid es caótico. Algún día tendremos que plantearnos el conjunto y no se daría el disparate que se está dando en Madrid. La arquitectura es un elemento de la ciudad, pero la ciudad es un todo mucho más amplio que necesita de la arquitectura, ingeniería, infraestructuras...

Las torres de la Castellana

P. Siendo el Estudio Lamela uno de los pocos estudios madrileños con experiencia en haber realizado una torre, ¿por qué no está entre los cuatro elegidos para la implantación de las cuatro torres de la prolongación del eje de la Castellana?

R. De los cuatro proyectos de torres para la ampliación de la Castellana, uno fue un encargo directo a Norman Foster, figura indiscutible en la materia. Para los otros tres se convocaron concursos para su adjudicación. El primero, en el que no participamos, lo ganó IM Pei. Sí hemos participado en los otros dos concursos, en la torre-hotel hicimos un buen proyecto, y entre las tres propuestas existentes, ganó la de Carlos Rubio y Enrique álvarez Sala con un gran proyecto. En el último concurso, para la torre Mutua, participamos asociados con Richard Rogers, pero ganó la propuesta de Cesar Pelli. Hemos estado en dos de los tres concursos propuestos, pero en esta ocasión no hemos tenido tanta fortuna.

"Madrid tiene dos asignaturas pendientes: la circulación vehicular y el urbanismo, que es caótico. La candidatura olímpica servirá para terminar de ensamblar la ciudad"

P. ¿Cómo ve que en una franja tan pequeña de la ampliación del eje de la Castellana se proyecten cuatro torres compitiendo en escala? Cuando un plan urbano dispone una diversidad de promociones de agentes económicos, pero impone igualmente las mismas condiciones, está diciendo mucho.

R. Proponer una solución en conjunto, obligando a cuatro participantes a tener un esquema común creo que no es factible en la práctica, pues tendría una dificultad extrema desde múltiples puntos de vista. Cuando el ayuntamiento por primera vez propuso el tema se trataba de una única torre que concentraba toda la superficie y el volumen edificatorio. Esta idea inicial llevaba consigo un volumen excesivamente alto y lo dividieron en cuatro, así que se plantearon cuatro elementos iguales. Pero desde el punto de vista práctico es muy difícil que un promotor lleve las cuatro torres. Allí irán grandes promotoras y empresas con ansia publicitaria.

P. Ahora, junto con el aeropuerto, otros equipamientos están poniendo en consonancia a Madrid con el resto de capitales importantes. Parece inconcebible que Madrid tuviese uno de los peores equipamientos aeroportuarios.

R. Sí, pero es una consecuencia natural de otros planteamientos que están por encima incluso de los madrileños o de otros municipios. En la coyuntura actual de España en el mundo, el nuevo aeropuerto de Madrid va a ser la puerta más importante de Europa de toda América y parte de áfrica. Y lo será de la nueva nación Europea. Eso está por encima de Madrid, ya que hay que tener en cuenta que este aeropuerto puede llegar a albergar 70 ó 75 millones pasajeros al año. En otro tipo de trayecto la competencia con el avión es cada vez mayor. La influencia del Ave y de una buena red de autopistas y autovías va a ser la que, en definitiva, resuelva la mayoría de los traslados en la península.

»Que se haga una nueva terminal de golpe para casi 25 millones de personas es un planteamiento único en el mundo. Los aeropuertos tienden a crecer poco a poco a lo largo de los años. No hay una ciudad que de repente necesite doblar su capacidad de 35 millones a 70 millones porque se quedaba anticuada. Esto le ha pasado a Madrid. Por lo tanto quiere decir que el crecimiento económico de la ciudad, en cuanto a su importancia en el mundo ha sido tal, que en diez años ha avanzado lo que otras ciudades a lo mejor tienen que hacer en 50 años. Tal vez cuando las cosas se hacen con tal rapidez, las ciudades sufren.

Antonio Lamela es doctor en Arquitectura y académico de la de Bellas Artes de San Fernando, fundador en Madrid en 1954 del Estudio Lamela. Ha desarrollado más de mil proyectos y ha pronunciado más de un centenar de conferencias, referentes a su profesión y al Humanismo. Su estudio trabaja para la nueva terminal del aeropuerto internacional de Madrid-Barajas, en la ampliación de la estación ferroviaria de Chamartín, en Madrid, en la nueva Ciudad Deportiva del Real Madrid y en la nueva terminal del aeropuerto internacional de Varsovia. Además de otros proyectos relevantes en sectores residenciales, terciario, ocio, deportivo y sanitario para diversos lugares.