Image: El cielo como paisaje

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Arquitectura

El cielo como paisaje

El Museo Medina Azahara consagra a Nieto y Sobejano

17 diciembre, 2010 01:00

Vista de uno de los patios centrales del Museo Medina Azahara (Córdoba) de Nieto-Sobejano

El estudio de arquitectos formado por Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano acaba de ganar el premio internacional Aga Kahn 2010 por su Museo Medina Azahara situado el el complejo arqueológico cordobés.

Prácticamente al año de ser inaugurado, el museo realizado por el estudio de arquitectura Nieto-Sobejano en las proximidades del recinto arqueológico de Medina Azahara, en Córdoba, recibe el premio internacional de arquitectura Aga Kahn 2010, un prestigioso galardón trianual que se otorga a proyectos que tienen una relación directa con el mundo musulmán y que destacan por sus cualidades arquitectónicas, paisajísticas o urbanas.

El museo se concibe desde el inicio -y así lo explican sus autores- como si se tratara de una excavación arqueológica en la que el edificio se revela. Tanto es así, que el sistema de coordenadas utilizado en las excavaciones se convierte en la malla ortogonal que ordena sus muros, espacios y cubiertas, a la vez que los diferentes estratos de la imaginada prospección se transforman en los niveles enterrados del edificio a los que se accede por medio de rampas.

Respeto por el entorno
El resultado, lejos de quedarse en una mera referencia poética a la disciplina arqueológica, se transforma después de tres años de trabajo en un edificio ejemplar, resuelto con una más que notable calidad constructiva -algo que se aprecia en la cuidada elección de apenas tres materiales: hormigón, acero y piedra- confirmada en la ejecución de sus muros, cubiertas, acabados y detalles. Una decisión que nos recuerda que se pueden hacer magníficos edificios sin necesidad de recurrir a un alarde de formas, geometrías y materiales. Nos encontramos ante una arquitectura silenciosa, que quiere respetar el entorno en el que se inserta, que quiere borrar el nombre de sus autores, para que prevalezca el espacio y la experimentación que de éste obtenga cada espectador en su visita. Y así, en el recorrido por el museo encontraremos pequeñas citas a la arquitectura musulmana por medio de patios abiertos al cielo, un gran estanque, una pequeña fuente, espacios de luz, penumbra y sombra.

Pero el museo, además de ser silencioso, es un edificio introvertido; se mira a sí mismo y no establece relaciones con el entorno más allá de la vista que del cielo se tiene a través de sus patios, convirtiéndose estos en su única referencia al exterior. Los arquitectos quieren "no edificar en el paisaje" y, para tal fin, entierran el edificio reduciendo su presencia a unas simples tapias blancas que delimitan la intervención y una enorme cubierta visible sólo para los pájaros. Y, si por integración en el paisaje entendemos enterrar el edificio para que éste no se vea, el edificio efectivamente se integra.

Fuera del paisaje
Pero la realidad es que la estricta trama ortogonal que ordena el museo y sus jardines no guarda relación alguna con el contexto, mucho menos con los restos arqueológicos de la ciudad original, lo que produce la duda razonable de que el edificio está ahí, sí, pero podría haber estado en cualquier otro lugar y este cambio no le afectaría en nada porque se construye con leyes internas ajenas a todo lo que le rodea. Recuerdo entonces la percepción que del paisaje se tiene en los podios de los templos griegos de Selinunte, en la escalinata de la Rocca Pisani o en la visita clandestina a la casa Malaparte y me afirmo en cómo el paisaje es mucho más hermoso e intenso, mucho más enriquecedor para el espíritu con la arquitectura que sin ella. Me reafirmo en cómo es precisamente la arquitectura la que provoca que ese paisaje que era anodino y corriente antes de nuestra presencia, se convierta en algo único y mágico en nuestra memoria.

Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano son arquitectos y profesores en la Universidad Europea de Madrid y en la Universität der Künste de Berlín. Su obra ha sido expuesta en instituciones, como la Bienal de Venecia o el MoMA de Nueva York. Han sido distinguidos con importante galardones, entre los que destaca el Nacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, en 2007, por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.