Image: Bernard Frize

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Arte internacional

Bernard Frize

Arte en el mundo

5 junio, 2003 02:00

Musèe d’Art Moderne de la Ville de Paris. Hasta el 28 de septiembre

Quince años después, Bernard Frize, uno de los pintores franceses más aclamados por un estilo que precisamente se encuentra lejos de cualquier pretensión estética o estilística, vuelve a este museo con una amplísima exposición. Una de las citas de la temporada parisina.

Bernard Frize es uno de los pintores franceses más aclamados por un estilo que precisamente se encuentra lejos de cualquier pretensión estética o estilística. Frize lleva muchos años investigando las condiciones procesuales de la pintura, el método y las formas de hacer. Para él no es tanto el resultado como el proceso creativo lo que caracteriza su obra. En España no hemos podido ver mucho recientemente aunque si hemos tenido la ocasión de ver un par de obras en la galería de Helga de Alvear en la exposición "Reflexiones en Torno a la Pintura" que aún ahora puede verse, e sus últimos días, en su espacio. Esas dos obras, que comparten la sala con otras dos obras de Callum Innes y Prudencio Irazabal, contienen todo el universo del artista.

La aproximación de Frize al soporte es muy directa. Con el pincel, o los pinceles (muchas veces junta más de un pincel para ampliar su campo de acción), firmemente sujetos, realiza un ínfimo número de movimientos de muñeca. Eso es todo. Muchas composiciones tienen dos o tres trazos, recorridos mínimos de gran sencillez, con los que cubre de el soporte de pintura con filas y franjas de colores de diferentes tonalidades. Es contradictorio, sin embargo, que sobre estas extensiones de la pintura, Frize aplica resinas y barnices que suavizan y aplanan las superficies de manera drástica, otorgando a la superficie una apariencia de acabado industrial sumamente frío. Se enfrentan, pues, la voluntad de acercarse a la superficie, el contacto con el soporte y el modus operandi, con la imposición de una capa de orden aséptico que propicia inevitablemente una sensación de distancia.

Frize evita tocar conceptos inherentes a la pintura como la expresividad, la subjetividad o la representación. Al contrario que la inmensa mayoría de los pintores, Frize se queda en la superficie. No hay nada más puesto que las obras expresan absolutamente todo por sí mismas. La suya es una reflexión sobre el material y la técnica lejos de cualquier ensoñación. Una pintura de efectos reunidas en grandes series que delatan un profundo sentido de la investigación pero, al mismo tiempo, un afán por encontrar una respuesta a las leyes del azar. Y es que Frize "deja trabajar" a la pintura. Da la impresión de querer buscar un cierto estado de sublimidad en la contemplación del correr de la pintura, en muchas ocasiones pura y sin mezclar, para percibir la acción del pigmento en su avanzar por la superficie. En muchas obras se advierte una precariedad de gesto claramente acentuada. Estructuras rectilíneas, retículas perfectas que parecen trasladarnos al origen mismo de la pintura, al verdadero germen de la creación pictórica.