Image: Neo Rauch

Image: Neo Rauch

Arte internacional

Neo Rauch

Arte en el mundo

21 octubre, 2004 02:00

Albertina Foundation. Viena. Austria. Hasta el 9 de enero 2005. www.albertina.at

Desde mediados de los ochenta Neo Rauch viene practicando una pintura de lo imposible. Ahora es uno de los referentes del medio.

En España no sabemos mucho de Neo Rauch. Precisamente ahora los aficionados y amantes del arte contemporáneo tienen la ocasión de conocer su obra en la I Bienal de Arte contemporáneo de Sevilla, que bajo la dirección de Harald Szeemann, cuenta con la participación del artista alemán (Leipzig, 1960). Su pintura camina en un plano cercano al disparate. Rauch tenía 29 años cuando cayó el muro de Berlín. Había estudiado en la academia de Leipzig bajo la atenta mirada de los pintores del Realismo Socialista sin obtener noción estética alguna de la Alemania occidental. Su pintura alude a estrategias procedentes del campo del diseño gráfico de la Alemania Oriental de su juventud con figuras muy hieráticas sin expresión facial alguna. Una suerte de publicidad que, como se ha comentado, no trataba de cautivar sino de hacer comprar a la gente de un modo más directo. Muchas obras suyas son críticas con el régimen que le vio crecer pero su obra no es todo propaganda y sí un alegato en defensa del medio con una pintura de gran vitalidad.

En la pintura de Rauch uno se puede encontrar de todo. Parte siempre de pequeños esbozos sobre el lienzo para crear una figuración viva, de contornos legibles y un correcto sentido de la perspectiva. Así, podríamos estar hablando de cualquier pintor realista con un tipo de obra que en principio podría calificarse de "convencional". Se ha dicho muchas veces que la pintura de Neo Rauch está anclada en el pasado con esas atmósferas que remiten a una idea de la Guerra Fría, con temáticas que podríamos vincular a juegos de espías y misiones secretas. Pero el artista practica un constante ejercicio de dislocación, de desvirtuar significados, de reventar conservadurismos estéticos. Rauch respeta los códigos que han regido la pintura durante quinientos años pero subvierte la disposición de las figuras, su situación en el espacio, transgrede las leyes de la narrativa, las estructuras lineales y, en definitiva, crea un universo escénico rotundo con grandes alardes alegóricos. Pero ¿De qué habla Rauch?

En todos sus cuadros el protagonista absoluto es la figura humana, hombres y mujeres que están siempre desarrollando una acción, trabajando de modo individual o en grupo. Muchos se han referido a esta absorción de os personajes por la idea del trabajo con una línea de pensamiento vinculada a las premisas socialistas, una idea que a día de hoy ha quedado obsoleta. Las figuras están pintadas con un gran virtuosismo, algo que fomenta la idea de que son figuras envueltas en un entorno en el que todo puede suceder. Porque este es un mundo donde lo absurdo está a la orden del día, un absurdo que no elimina la idea del peligro y el drama, cuestiones que parecen poder acechar a la composición en cualquier momento.