La obra de Bertrand Lavier es una insistente revisión del objeto, el objeto como producto de arte. Es, por tanto, la suya una constante investigación en torno al desplazamiento de la vida al arte, el recorrido iniciado por Duchamp y desarrollado hasta la saciedad por tantos artistas desde los sesenta hasta nuestros días. Lavier toma un objeto y desvirtúa su función a través de la pintura. En los años ochenta sus objetos empiezan a ser intervenidos por medio de gruesos empastes de pintura acrílica. Fueron estas obras las que le situaron definitivamente en un lugar destacado en el concierto internacional porque desde entonces Lavier ha realizado un gran número de exposiciones. Desde las muestras de los ochenta en centros como la Kunsthalle de Berna (1984), Le Consortium de Dijon (1988), o las posteriores en el Pompidou (1991), el MKSLW de Viena (1992) o el Castello di Rivoli (1996).

Esta exposición del Centro Pecci está comisariada por Daniel Soutif y Stefano Pezzato y es una ocasión inigualable para conocer parte de la extensa obra del artista francés. Una exposición que parte de las obras de principios de los ochenta, sus famosos "overlappings" de muebles y los objetos que de ellos derivan. Está incluida en la muestra la serie de trabajos "Cabinet de design", un grupo de trabajos que desmenuzan la idea del mobiliario interior en las que se vierten ideas muy cercanas al mundo del diseño. También está la serie "Mobymatic", una subversión de los preceptos creados por el gran mago de la subversión, Marcel Duchamp. Además, por primera vez en Italia, se podrán ver obras recientes como "Neons" o ese Ferrari que el artista ha transformado en un "objeto pintado".

Esta muestra italiana subraya un modo de actuación al que Lavier se ha mantenido fiel desde sus inicios. Este es la percepción de la obra siempre en el contexto de exposición. El francés incide en la idea de sumar matices para conformar un todo, trabajos que reunidos adquieren un enorme crisol de connotaciones. Montadas en contextos diversos y reunidas en distintos grupos y conjuntos, las obras toman nuevos significados. Lavier dijo una vez: "Yo hago exposiciones. No fabrico imágenes, no tengo estudio", palabras significativas para una obra que permanece, en todo momento, abierta y dinámica. Las exposiciones de Bertrand Lavier se convierten así en una suerte de "zona turbulenta", como él mismo ha señalado. Estos lugares son espacios proclives a imprevistos y sorpresas, donde el espectador se encuentra en constantes encrucijadas perceptivas donde la certeza y la duda aparecen entrelazadas.